Durante el 2006, gracias al calentamiento climático, de la Antártida se desprendieron cerca de 192 mil millones de toneladas de hielo.Mientras todo aquello sucedía, el petróleo gracias a factores geopolíticos iba lento pero seguro a los USD100 por barril, la apetencia por cultivos para biocombustibles se disparó y con ella miles de hectáreas en la Amazonia y bosques de Indonesia sucumbieron ante las motosierras, alimentadas –irónicamente- con combustible. En el ínterin, el hambre arreció. Los precios de la comida en todo el mundo van de la mano de los precios del petróleo y de aquellos quienes piensan que vale más un grano de maíz en un auto, que en la boca de cualquiera.
Esa preocupación parece rondar a la Unión Europea que promete en uno de los borradores que someterá a votación el próximo 23 de enero, prohibir la importación de biocombustibles que provengan de países que comprometan humedales, bosques, y tierras de cultivo en zonas como el Sureste de Asia y América Latina.
Los ceños se fruncen especialmente en Brasil. No es para menos. Tanto en Brasil, que produce etanol a base de caña de azúcar, como en Estados Unidos que lo produce a base de maíz las ganancias de la conversión de cultivos han sido millonarias. Nigeria, no se queda atrás. En el país africano el deseo por llenarse los bolsillos ha llegado al grado de querer destinar una gran parte de su producción de yuca al etanol. En India, el cultivo estrella, sería el sorgo.
Dice la Unión Europea, además, que cada tonelada de biocombustible que se importe deberá cumplir unos estándares mínimos de efectividad para la disminución del efecto invernadero. En principio, se supone que los cultivos absorben el dióxido de carbono, y al ser procesados liberan mucho menos contaminantes que aquellos derivados del petróleo.
El problema, según los especialistas es que tanta belleza no es del todo cierta. Por un lado ha provocado talas considerables en los bosques tropicales y por el otro en los cultivos convertidos a la producción de combustible, se emplean tractores a Diesel además de una gran cantidad de nitrógeno como fertilizante que es producido con gas natural. A la hora de la verdad, parecería que se contamina más de lo que se pretende, y se agotan más cultivos de los ya existentes.
Lo cierto es que el borrador propuesto por la Unión Europea, tendrá un gran efecto en los países que producen combustibles a base de palma en el Sur de Asia y en América Latina. Los expertos argumentan que producir el biocombustible a base de palma tiene un impacto negativo significativo en la producción de los gases que producen el efecto invernadero. La medida afecta a otros países productores que logren el biocombustible a expensas de zonas de cultivo.
El borrador también deja la responsabilidad a los productores de demostrar que sus producto está dentro del criterio europeo y le advierte que debe ser un producto rastreable para poder ser certificado o penalizado en caso de que cumpla o incumpla con los nuevos requerimientos.
El afán de ponerle coto a la importación indiscriminada de biocombustibles llega de la mano del objetivo europeo para disminuir hacia el 2020 su dependencia del petróleo y lograr que el 20 por ciento de su energía provenga de recursos renovables. Llega también acompañado de noticias ecológicamente trágicas: De los 18 millones de 44 millones de hectáreas de selva arrasadas en Indonesia para la producción de biocombustibles, y los planes de Uganda de transformar un tercio de su mayor reserva natural (la selva de Mavira) en caña de azúcar para producir etanol.
Los ojos están puestos en Europa. No solo el dictamen de la Unión Europea será importante sino el resultado de la prueba que hará la compañía aérea inglesa Virgin Atlantic. En febrero un 747 volará entre Londres y Amsterdam alimentado por un 20 por ciento de biocombustible y un 80 por ciento de gasolina. La compañía ha dejado saber que rechazó aquellas propuestas procedentes de biocombustibles producidos a base de palma. Un campanazo de alerta para los países en vías de desarrollo, que sin importar a costa de qué, ven en los biocombustibles una fuente importante de ingresos.
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