Tres meses han pasado después del devastador terremoto de Tohoku y de que estallara la crisis nuclear en Fukushima, que hasta el momento no parece tener un final próximo y en ocasiones, tampoco feliz. Sin embargo, ese vacío informativo del que comentaba en la entrada del 19 de marzo, 8 días después del sismo, empieza a tener sentido. El ajedrez de las pasiones con todo al abanico de emociones hace su aparición en el recuento del drama que envolvió a Fukushima en las primeras horas.
La publicación de los registros dejan ver a un primer ministro desconfiado, apasionado, y que no utilizó la importantísima información existente para tomar soluciones y peor aún, para no informar de la gravedad del asunto. Ya solo quedan las disculpas y las venias. Para quienes no conocíamos la parte técnica de las centrales nucleares ha sido necesario estudiarla para entenderla, y así entre pesares y temores, nos hemos vuelto expertos en algo más que en terremotos. La historia y los datos son sin duda muy interesantes.
A las 6:00 de la tarde del mismo 11 de marzo, mientras en estado de shock seguíamos viendo como el mar se tragaba ciudades enteras, nuestra vida se complicaba de forma importante. A esa hora la temperatura del reactor No.1 de Fukushima comenzó a elevarse. Dos horas después comenzó a fundirse. A las 3:00 de la mañana del 12 de marzo los trabajadores de la planta nuclear comienzan a ventilar el reactor (a dejar escapar gas de su interior) para aliviar la presión. A las 4:00 de la mañana el reactor ha llegado a un punto de no retorno y alcanza el doble de la presión que su diseño permite. Para esa hora era obligatoria la evacuación a 10 kilómetros de la planta.
A las 08:39 del 12 de marzo, las autoridades detectaron telurio-132 a 6 kilómetros de la planta de Fukushima, que en otras palabras era un signo inequívoco de que la planta había superado los 1000°C, que los reactores estaban seriamente afectados y que había filtración de material nuclear al medio ambiente.
A las 3:36pm del 12 de marzo, una explosión de hidrógeno vuela el techo del edificio que alberga al reactor No.1, despidiendo una gran cantidad de material radioactivo.
Desde las 4 de la tarde del mismo 11 de marzo, el Sistema de Predicción de Emergencias Medioambientales (SPEEDI) había comenzado a disparar información sobre dosis de radiación cada hora. Para entonces, ya se sabía que el distrito de Tsushima estaba recibiendo enormes dosis de radiación, sin embargo, nada le fue informado a sus autoridades, o por lo menos “nada importante”, según su alcalde.
El mismo Primer Ministro, Naoto Kan, había utilizado el SPEEDI durante una simulación de respuesta de desastres en la planta nuclear de Hamaoka el año pasado. Sin embargo, el sistema que había costado a los japoneses más de 11 mil millones de yenes nunca fue usado en el caso de Fukushima porque “no podía formular predicciones precisas”.
Según informes ampliamente divulgados * por la prensa, los datos emitidos por el sistema en la tarde del 11 de marzo mostraban una contaminación sin precedentes muy similar a los patrones utilizados por el gobierno para evacuar otras zonas en abril. “Aunque se suponía que el sistema debería usarse en una crisis, no estábamos preparados para ello” admitió un importante funcionario del ministerio de educación, al Yomiuri Shimbum. “Nunca hubo ideas o discusión alguna sobre si los datos del SPEEDI deberían hacerse públicos”. En mayo 2, Goshi Hosono, consejero especial para la oficina del primer ministro para atender la crisis de Fukushima, dijo que la publicación de las lecturas del SPEEDI habían sido tardías porque el gobierno “había temido causar pánico”.
En esas primeras horas, el Primer Ministro, que había hecho su carrera a punta de revelar y fustigar relaciones poco transparentes entre el estado y la industria japonesa, actuaba a ciegas en parte debido a la enorme desconfianza que le producían los informes que le entregaba el director de la Agencia para la Seguridad Nuclear e Industrial, un prestigioso académico que siempre ha defendido la energía nuclear. Kan también sabía que TEPCO no era precisamente un modelo de transparencia.
* Enlace en japonés