Todos los caminos conducen a China, no a Roma. Todos, absolutamente todos los aparatos electrónicos que consumimos se encuentran al final en cualquier fábrica china. “Made in China” no significa que un determinado artículo haya sido producido en su totalidad en ese país. En la mayoría de los casos indica que el producto se ha ensamblado allí, y que esas piezas minúsculas y sofisticadas se han trabajado con precisión en otros lugares del mundo. En Japón, principalmente, seguido de Estados Unidos y Europa.
Para entender cuál es la guerra fría que libramos todos y cada uno de los consumidores de cualquier chip que venga integrado hasta en el más sencillo aparato, es necesario que ustedes, queridos lectores,vayan a la izquierda de este artículo, hagan click sobre la imagen y recuerden la odiosa tabla periódica de los años de secundaria. Hagamos el ejercicio de ubicar 15 elementos: 21 Escandio (Sc), 39 Itrio (Y), 56 Lantano (La), 58 Cerio (Ce), 59 Praseodimio (Pr), 60 Neodimio (Nd), 61 Prometio (Pm), 62 Samario (Sm), 63 Europio (Eu), 64 Gadolinio (Gd), 65 Terbio (Tb), 66 Disprosio (Dy), 67 Holmio (Ho), 68 Erbio (Er), 69 Tulio (Tm), 70 Iterbio (Yb), 71 Lutecio (Lu). Todos estos elementos dentro del grupo de las tierras raras: Recursos no renovables pero sensiblemente estratégicos. La gran mayoría de estos elementos se encuentran en China – que actualmente abastece el 97% del mercado mundial. Deng Xiaoping, decía en 1992 que así como el Medio Oriente tenía petróleo, China tenía “tierras raras”. Así como la OPEC arrodilló el mundo a sus pies en 1970, Beijing parece intentar lo mismo, pero no precisamente con petrodólares.
Por lo menos un miembro de la familia de estos elementos raros se encuentra en rayos laser, máquinas de rayos X, lámparas fluorescentes, memorias de computador, baterías de todos los tipos, cerámicas, colores, limpiadores y superconductores entre muchas otras cosas más. A esta gran cantidad de productos se agregan importatísimas aplicaciones militares estadounidenses y europeas cuya exportación está restringida a otros países, incluyendo China.
La demanda de estos elementos de las tierras raras está en su punto máximo. Beijing aprovecha y estratégicamente ha ido cerrando hasta llegar a un 40% la cuota de exportación de las tierras raras, provocando un disparo en los precios. Las predicciones son pesimistas. Si la tendencia continua durante los próximos años las grandes multinacionales tendrán que enfrentar decisiones dolorosas: o se retiran del negocio, o trasladan su producción a China. No hay que ser un genio para imaginar cuántos millones de trabajadores quedarían cesantes en Occidente y la tremenda consecuencia económica en el sistema mundial. De hecho hace un par de días la gigantesca Texas Instruments se ha unido a otro grupo de importantes empresas de tecnología que han abierto plantas de producción en China.
Si ya antes China ha esgrimido la excusa de su potencia consumidora para lograr transferencias tecnológicas, el tema de las tierras raras es una gran oportunidad para hacerse a uno que otro secretico de alta tecnología, y a fábricas imprescindibles no solo para el mundo moderno sino para mantener con trabajo a millones chinos que a su vez tendrán que apoyar al Partido Popular Comunista de China en el poder por unas cuantas décadas más.
Para solucionar este de desequilibrio y otros problemas está la Organización Internacional de Comercio (OMC), que acogió a China como miembro permanente desde el año 2000, simpre y cuando no impusiera impuestos de exportación a las tierras raras. Las cuotas solo serían posibles siempre y cuando los productores domésticos fueran sujetos a las mismas restricciones. Pero en las actuales circunstancias los productores chinos no parecen tener ningún problema para tener acceso a esos recursos, mientras que los embarques hacia Japón el principal cliente de estos elementos, a Estados Unidos y a Europa han disminuido paulatinamente. Inquietante porque en términos reales significa el estrangulamiento de industrias de punta tanto en Japón como en otros países. Inquietante porque no sería otra cosa que rendir a otro no bajo la presión de las armas, sino bajo la amenaza de una ruina segura, a menos que... elijan ustedes el final de la frase.
Japón y Estados Unidos quieren llevar el caso ante la división de arbitramento de la OMC. Entretanto, los precios suben como espuma y las compañías mineras alrededor del mundo intentan hacerse a nuevas vetas. La verdad es que aunque las encuentren, su impacto no será de gran envergadura. China dice que solo tiene el 30% de yacimientos de tierras raras, los estudios geológicos dicen lo contrario. De otra parte, China tiene una innegable ventaja: bajísimos costos laborales, y una laxa reglamentación ambiental. No hay que olvidar que el cumplimiento de los estándares ambientales modernos ha obligado a muchas minas pequeñas y medianas a cerrar su explotación.
De la adanada de críticas, los chinos se defienden. El Diario Popular ayer decía que “Nadie tenía el derecho a criticar a China porque era un asunto puramente doméstico, dentro de la soberanía China”. Sin embargo, por esa misma regla de tres, bien podrían otros países prohibir el acceso chino a algunos mercados invocando no solo el concepto de soberanía sino de supervivencia económica e incluso militar.
Beijing, que en un principio aseguró ser una "potencia blanda" parece estar dando suficientes razones para que el nacionalismo y el proteccionismo se hagan más fuertes en Europa y Estados Unidos, y de paso repercutan en todo el mundo. Si Beijing le niega al mundo acceso a elementos vitales para la producción de artículos de alta y mediana tecnología como parte de su agenda política para aumentar su proyección nacionalista, el tema tendrá que ser elevado a un punto de seguridad política y militar para ponerse a tono con las demandas chinas.
Como paréntesis vale la pena traer a colación que Xi Jinping, del que ya habíamos hablado en este blog en 2007, dentro de los candidatos a la sucesión en el poder ( La dama decide... ), ha sido ascendido a heredero natural del presidente chino Hu Jintao. Xi Jinping al que pocos comentarios se le conocen, dijo suficiente en su visita a México el año pasado. “Algunos extranjeros con sus estómagos llenos no tienen más que hacer que señalarnos”... “Primero, China no exporta revolución; segundo, no exporta hambre y pobreza; y tercero, no les hace perder el tiempo”.