Ríos de tinta corren por la prensa asiática ante la amenaza de Corea del Norte de tomar “medidas severas” si Naciones Unidas decide actuar contra Pyongyang luego del lanzamiento de la última versión del misil Taepodong-2, el domingo pasado.
Estados Unidos, Japón y la gran mayoría de países europeos argumentan que el lanzamiento del misil ha sido una clara violación de las resoluciones de Naciones Unidas. China y Rusia, se abstienen y piensan que Corea del Norte no ha violado reglamento alguno.
Pyongyang comunica que el lanzamiento del Taepodong 2 fue un éxito. Corea del Sur, Estados Unidos, entre otros países que monitorearon la trayectoria del misil, la desmienten. El asunto es que independientemente de que haya sido un éxito o un fracaso, quedó demostrada la capacidad de Corea del Norte para disparar misiles contra objetivos lejanos.
Pyongyang se declara inocente y argumenta que su misil llevaba un satélite que tenía como misión explorar el espacio y transmitir canciones patrióticas norcoreanas “en honor al líder norcoreano, Kim Jong-Il, y a su padre, Kim Il-sung, el eterno presidente”. La versión, que cae como anillo al dedo a los complacientes gobiernos de China y Rusia, contradice las sospechas de los expertos de otros países, incluyendo algunos rusos, que aseguran que el supuesto satélite no era otra cosa que un señuelo para desviar la atención del objetivo real: el lanzamiento de un misil, que de desarrollarse, llegaría a las costas de Alaska, Hawaii, y por qué no, la Ciudad de Los Ángeles.
Aunque para Estados Unidos el lanzamiento no presentó ningún tipo de amenaza para su territorio, Corea del Sur asegura que es cuestión de tiempo para que Pyongyang logre lanzar un misil balístico intercontinental, e insiste en que las acciones de este fin de semana son una forma de obligar a Estados Unidos a un diálogo directo con Corea del Norte sin la intervención de otros país asiáticos.
También es de suponer que el lanzamiento del misil haya servido para ambientar la próxima Asamblea Suprema del parlamento norcoreano, que probablemente no cuente con la presencia de Kim Jong-Il, del que se dice sufrió un derrame cerebral en agosto. El lanzamiento habría sido necesario para reforzar la idea de que el líder norcoreano sigue controlando el país, aunque se especula que está buscando un sucesor entre sus tres hijos.
La ONU no irá muy lejos en su resolución contra Pyongyang. Rusia y China vetarán cualquier decisión, porque insisten en que Corea del Norte “tiene el derecho de poner sus propios satélites en órbita”. Estados Unidos ya ha dejado ver su intención de volver a las negociaciones e incluso ha considerado un diálogo bilateral. Corea del Sur admite que no tiene ningún tipo de control sobre su contraparte del norte. Japón ha entrado en una especie de reflexión interna y a pesar de que espera que la declaración del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas sea contundente, es conciente de que ante el desacuerdo de los cinco miembros del Consejo de Seguridad, la única opción posible por el momento es la de continuar el esfuerzo en la mesa de negociaciones. Japón, ha reiterado a traves de su Ministro de Relaciones Exteriores, Hirofumi Nakasone, que se siente amenazado por el lanzamiento del misil norcoreano porque esa misma tecnología que Pyongyang dice utilizar para enviar satélites a órbita, podría ser utilizada como arma de guerra conta su territorio.
Aparte de la relativa influencia que Washington podria ejercer sobre Pyongyang con el caramelo de las conversaciones bilaterales directas, es China quién ejerce un control importante sobre Corea del Norte. Sin embargo, China se abstiene y se abstendrá de cualquier crítica, e intentará calmar la rabia de cualquier país contra Pyongyang. La razón, fuera de las buenas intenciones de Beijing, no es otra que la de mantener el incremento que ha registrado el comercio con Corea del Norte, que ha resultado ser mejor socio comercial que Corea del Sur. Beijing se ha convertido en el patrocinador político y económico de Pyongyang. Las donaciones chinas a los norcoreanos ascienden a los US$2 mil millones de dólares.
Algunos expertos dicen que el altruismo chino, así como su insistencia de evitarle duras sanciones contra los norcoreanos, se traduce en la necesidad que tiene el gobierno de China de evitar el colapso de Corea del Norte y así prevenir la llegada de cientos de norcoreanos a sus provincias. Pero, tampoco sería descabellado formular otra teoría. ¿ Y si es China la que intenta poco a poco incluir a Corea del Norte en su propia órbita hasta convertirla en parte de su territorio?.
Los claros ganadores del lanzamiento del misil no son otros que Pyongyang y Beijing. Corea del Norte logró lo que quería, no solo acaparando la atención sino desafiando al mundo en momentos en que Estados Unidos por su debilidad económica no puede tolerar otro conflicto. Corea del Norte ha reconfirmado que su política de lanzar misiles para desestabilizar a la región es altamente efectiva. Al final, China y Rusia la defienden mientras Japón, Corea del Sur y Estados Unidos no tienen más remedio, como siempre, que sentarse a negociar.
China, en la actual y complicadísima coyuntura mundial, pareciera aplicar al pie de la letra el cuarto capítulo del Arte de la Guerra de Sun Tzu: “ La victoria completa se produce cuando el ejército no lucha, la ciudad no es asediada, la destrucción no se prolonga por mucho tiempo, y en cada caso, el oponente es vencido por el empleo de la estrategia.”
Foto (ampliar): Musudan-Ri, Corea del Norte. Plataforma de lanzamiento. (Digital Globe)