China siempre ha sido amiga de los secretos, y la composición de sus inversiones extranjeras se ha convertido en materia de especulación toda vez que su política económica puede tener profundas consecuencias en el sistema financiero mundial y en el dólar.
Brad W. Sester, del Consejo de Relaciones Exteriores en Nueva York, y Rachel Ziemba, experta en China y economías exportadoras de petróleo se han dedicado a seguirle el rastro a las inversiones chinas, y han logrado marcar el boceto de un panorama nada alentador.
Los dos investigadores parten de la cifra oficial que posee en dólares el Banco Central de China: US$1.95 trillones de dólares. Sester se atreve a concluir que en realidad se trata de US$2.4 trillones de dólares. Esa es la suma que tiene cavilando a los economistas chinos, que creen que la formula perfecta es 50% en dólares y 50% en cualquier otra cosa que les proteja contra la devaluación de la moneda estadounidense. Para lograrlo, y aquí es donde viene el baldado de agua fría, China debe “deshacerse”, por decirlo de alguna forma, de US$450 mil millones –que sería el total de sus reservas no publicadas-, abstenerse de hacer nuevas compras en dólares y hacerlo en silencio, para no crear pánico mundial.
Fang Shangpu, sub director de la Administración Estatal de Control Cambiario de China, ya le había dado la clave al Wall Street Journal cuando aseguraba que “… hemos puesto en marcha los planes de las autoridades centrales para sortear la crisis financiera internacional y hemos lanzado un mecanismo de emergencia. Hemos seguido de cerca el problema, nos hemos ajustado a tiempo para el manejo de la crisis y hemos tomado medidas decisivas de cara al futuro para evaluar y deshacernos de los riesgos…”.
Para Rachel Ziemba, no existe la menor duda de que China está utilizando sus reservas en dólares para invertir en bienes “duraderos”, y argumenta que en los dos primeros meses de 2009, China ha confirmado negociaciones por más de US$50 mil millones de dólares, aprovechando los bajos precios del mercado. La idea es propiciar la compra o las fusiones en el extranjero que tengan que ver con petróleo y gas para aumentar las reservas energéticas. El meollo está, según Ziemba, en si esas enormes transacciones se están realizando en dólares o en otras monedas. En este ultimo caso, no quedaría la menor duda de que sera un golpe que definitivamente vulnera el papel internacional que juega el dólar.
Para Rachel Ziemba, no existe la menor duda de que China está utilizando sus reservas en dólares para invertir en bienes “duraderos”, y argumenta que en los dos primeros meses de 2009, China ha confirmado negociaciones por más de US$50 mil millones de dólares, aprovechando los bajos precios del mercado. La idea es propiciar la compra o las fusiones en el extranjero que tengan que ver con petróleo y gas para aumentar las reservas energéticas. El meollo está, según Ziemba, en si esas enormes transacciones se están realizando en dólares o en otras monedas. En este ultimo caso, no quedaría la menor duda de que sera un golpe que definitivamente vulnera el papel internacional que juega el dólar.
En este punto Stroup vuelve a recordar la gigantesca emisión de los Bonos del Tesoro de Estados Unidos, y dice que ante una compra masiva por parte de ciudadanos estadounidenses y otros inversionistas, China se verá a obligada a reducir aún más su exposición al dólar, calladamente para no echarlo todo por tierra. No tan complicado, argumenta. Si China convierte US$35 mil millones por mes, puede convertir US$450 mil millones al año, un tiempo suficiente para alinearse con su estratégico 50-50.
A este punto, no es difícil imaginar el increíble riesgo al que está sometida la economía estadounidense y por ende el sistema financiero mundial. A la complicada prueba de confianza que existe en el dólar a corto y a mediano plazo, que no depende de otros países del mundo sino en gran parte de China.
Aun cuando los enormes paquetes de estímulo lograran salvar la economía estadounidense, es probable que el dólar salga maltrecho y permanezca débil por un buen tiempo, y entonces vendrá, como exponen los expertos, una inflación inevitable. Digamos sin exagerar, que el futuro de muchos de nosotros depende del secretismo con que China se deshaga de sus dólares y de qué tanta publicidad generen sus nuevas adquisiciones. Nunca como ahora será mejor jugar las cartas bajo la mesa.
Caricatura: Patrick Corrigan, The Toronto Star http://corrigan.ca/index.html