Con semejante propuesta y el Presidente de Irán Mahmoud Ahmadinejad, pendiente de cualquier movimiento que involucre átomos en su círculo de influencia, no tardó el gobierno iraní en recordar su existencia y no solo se dejó considerar como el séptimo miembro del Consejo, sino que inició la preparación de una agenda de doce puntos para engranarse en la nueva comunidad económica.
Pero el asunto no se limita a la reunión de los dueños del petróleo árabe en términos geopolíticos reales. Conlleva la creación de una nueva moneda regional que entraría en vigor en 2010 y que podría estar a la par de las más representativas del mundo, el euro, el dólar, el yen y la libra esterlina.
Bajo el régimen del nuevo “billete negro” por llamarlo de alguna manera por su inequívoca relación con el petróleo, se moverían por lo menos US$800 mil millones de dólares, una economía similar a la de India. En términos de inversión y operaciones bancarias se contempla una super potencia. Solo Abu Dhabi, para hacerse a una idea más clara, tiene una capacidad de inversión total que supera, según el estudio de una reconocida consultora, los US$4 mil millones de dólares. ¿ Qué tanto es? El producto interno bruto combinado del Reino Unido y Francia. Más del doble de los fondos de inversión disponibles en China.
El solo prospecto de una moneda única en tierras petroleras hace temer que tarde o temprano el debilitado dólar termine por ceder, y que la propuesta de Venezuela, Algeria e Irán, integrantes de la OPEP, termine por convencer a los millonarios socios de que es hora de cambiar de denominación para la negociación del petróleo. Petro euros, petro yenes o petro libras, cualquiera que sea. Parecería que la adopción de una moneda conjunta en el GCC solo tuviera un objetivo: blindarse contra el efecto devastador que produciría en sus economías, atadas al dólar, un supuesto cambio de denominación en las transacciones del crudo.
El objetivo no es sencillo. Algunos países árabes le apuestan al repunte del dólar. Omán, Baharain y Qatar miran la iniciativa de establecer una nueva moneda con reservas y han afirmado, de momento, no estar interesados. Han advertido en declaraciones a la prensa que cualquier tipo de conversación al respecto será sostenida en secreto para no provocar pánico en los mercados mundiales.
Si económicamente la nueva zona es importante, no menos lo será políticamente, si se tiene en cuenta el gran sueño de algunos especialistas árabes de convertir el Consejo del Golfo en una entidad de seguridad regional que incluya a Egipto, Jordania, Irak y otros estados árabes. Una propuesta que acarrea serias implicaciones geopolíticas para las intenciones de expandir al Medio Oriente las actividades de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) y las iniciativas del Diálogo Mediterráneo de la OTAN.
Los estados del GCC, una vez organizados, dificilmente aceptarán más intromisiones que influyan en su delicado balance regional. Solo queda esperar para ver cual será su desempeño de cara al desarrollo de todo el Medio Oriente, el rol que estén dispuestos a asumir para limar diferencias económicas, políticas y religiosas, y aunar esfuerzos contra el terrorismo que no solo amenaza a Occidente.
http://www.cfr.org/publication/14988/considering_the_petroeuro.html?breadcrumb=%2Fpublication%2Fpublication_list%3Ftype%3Ddaily_analysis
http://www.gcc-sg.org/eng/index.php
Foto: S.H. Abdul Rahman Bin Hamad Al-Attiyah, Secretario GCC, Qatar.