LA NUEVA BELLEZA JAPONESA
Buenos días.
Siempre he pensado que los desfiles, reinados y demás eventos de belleza de pasarela están muy lejos de las ferias vacunas de las que hablan sus detractores. No sobra quien me trate de superficial y razones no le faltan. El asunto es que detrás de cada imagen de hombre o mujer, se encuentra el mensaje escondido de los nuevos parámetros que rigen la belleza.
El mundo cambia y la belleza también. No es sin dar una ojeada para descubrir que seguramente a nuestros padres les encantaba Sofia Loren, y cuanta pierna jamona se cruzaba por el camino. Luego llego nuestra generación encandilada por Bo Derek (la del cuerpo perfecto), nace la nueva marcada por Lara Crafort la versión animada de Angelina Jolie (senos voluminosos y firmes, cintura pequeña y cuerpo delgado pero bien formado), y la más reciente atrapada por nuevas versiones también de Angelina.
En Japón, amo y señor de los videojuegos el asunto es más que notorio. Atrás quedaron las niñas de falda a la rodilla, colores aburridos y belleza pura (sin retoques). Los kimonos -gracias a Dios- quedaron reservados para ocasiones especiales y ahora todo se ve más casual, menos comprometido, y mucho más ligero. Las japonesas están dejando de ser bajitas para crecer unos cuantos centímetros más, y mostrar las que pueden - piernas kilométricas y bien formadas envidadas por muchas occidentales que todavía no comprenden cómo se puede llevar la falda tan alta sin el mayor problema. Siguen siendo delgadas, sin celulitis y tal como lo explicaba en un pasado artículo en Semana, seguras de que su parámetro de belleza es estupendo y cada vez más internacional.
No tanta suerte tienen los hombres adolescentes, que han decidido pararse el pelo y pintárselo de colores insospechados. Como todo en la moda, hay quienes se ven estupendos, otros al parecer poca consideración tienen con la pupila. Sin lugar a duda son más altos, más impulsivos y más agresivos en el momento de la conquista. Algunos casi rayando la perfección, otros condenados bajo sus propios ojos a no tener el éxito de lo demás. La raza va cambiando y no pocas occidentales sucumen en los últimos días al encanto del nuevo hombre japonés.
El negocio de la belleza va en aumento en Oriente luego de Kurara Chibana, la japonesa que quedara de virreina en Miss Universo, quebrara la maldición de no tener en un puesto destacado a ninguna oriental por muchos años. El frenesí es total: Las clínicas estéticas florecen por doquier. Las grandes casas de cosméticos venden maquillaje como pan caliente. Loreal se ha encargado de que el cabello ya no sea negro azabache sino delicadamente beige.
Campañas publicitarias destinadas exclusivamente a los hombres, que en útlimas logran atraer a un puñado de adolescentes que compiten por atraer a la compañera de su vida. Ellas son más atractivas, ellas escogen, ellas mandan. Al final, muchos descartados en el primer intento y frustración sin límites. Al final, las menos agraciadas -como en todas partes- suspiran mientras miran a las otras, y sin ningún pudor con unas copas de más, confiesan sentirse inseguras aún después de casarse. Como si fuera una réplica de los países occidentales, saben que su pareja tarde o temprano caerá en las redes de una versión mejorada de sus sueños y con muchos menos reparos.
Riyo Mori, la nueva representante de Japón para Miss Universo parece ir con el objetivo de continuar abriendo camino y nada de raro que se lleve la muy codiciada corona de Miss Universo. La supremacía de la belleza occidental, de ojo grande, pareció verse alterada con la entrada de Chibana. Este año, dicen los entendidos - y lo digo yo amante de todo lo que sea bello-, que Turner no tendrá otra opción que la de seguir incluyendo a cualquiera de las orientales. La razón es muy sencilla. Con el gran poder adquisitivo de los chinos en los años venideros es muy probable que estemos presenciando la orientalización de la belleza. De hecho ya en las pasarelas los ojos no se ven tan redondos. Se ven almendrados gracias al uso hábil del delineador. En Japón, los ojos ya no se ven tan rasgados. Existen adminículos que manejados con maestría incluso en las condiciones más increibles, convierten un párpado oriental en uno doble occidental.
Por lo pronto la belleza, por lo menos la que vende, continuará siendo delgada, así Cibeles y Milán digan lo contrario. La última palabra la tendrán al parecer 50,000 fábricas de vestidos en China.
Saludos
Soros
Buenos días.
Siempre he pensado que los desfiles, reinados y demás eventos de belleza de pasarela están muy lejos de las ferias vacunas de las que hablan sus detractores. No sobra quien me trate de superficial y razones no le faltan. El asunto es que detrás de cada imagen de hombre o mujer, se encuentra el mensaje escondido de los nuevos parámetros que rigen la belleza.
El mundo cambia y la belleza también. No es sin dar una ojeada para descubrir que seguramente a nuestros padres les encantaba Sofia Loren, y cuanta pierna jamona se cruzaba por el camino. Luego llego nuestra generación encandilada por Bo Derek (la del cuerpo perfecto), nace la nueva marcada por Lara Crafort la versión animada de Angelina Jolie (senos voluminosos y firmes, cintura pequeña y cuerpo delgado pero bien formado), y la más reciente atrapada por nuevas versiones también de Angelina.
En Japón, amo y señor de los videojuegos el asunto es más que notorio. Atrás quedaron las niñas de falda a la rodilla, colores aburridos y belleza pura (sin retoques). Los kimonos -gracias a Dios- quedaron reservados para ocasiones especiales y ahora todo se ve más casual, menos comprometido, y mucho más ligero. Las japonesas están dejando de ser bajitas para crecer unos cuantos centímetros más, y mostrar las que pueden - piernas kilométricas y bien formadas envidadas por muchas occidentales que todavía no comprenden cómo se puede llevar la falda tan alta sin el mayor problema. Siguen siendo delgadas, sin celulitis y tal como lo explicaba en un pasado artículo en Semana, seguras de que su parámetro de belleza es estupendo y cada vez más internacional.
No tanta suerte tienen los hombres adolescentes, que han decidido pararse el pelo y pintárselo de colores insospechados. Como todo en la moda, hay quienes se ven estupendos, otros al parecer poca consideración tienen con la pupila. Sin lugar a duda son más altos, más impulsivos y más agresivos en el momento de la conquista. Algunos casi rayando la perfección, otros condenados bajo sus propios ojos a no tener el éxito de lo demás. La raza va cambiando y no pocas occidentales sucumen en los últimos días al encanto del nuevo hombre japonés.
El negocio de la belleza va en aumento en Oriente luego de Kurara Chibana, la japonesa que quedara de virreina en Miss Universo, quebrara la maldición de no tener en un puesto destacado a ninguna oriental por muchos años. El frenesí es total: Las clínicas estéticas florecen por doquier. Las grandes casas de cosméticos venden maquillaje como pan caliente. Loreal se ha encargado de que el cabello ya no sea negro azabache sino delicadamente beige.
Campañas publicitarias destinadas exclusivamente a los hombres, que en útlimas logran atraer a un puñado de adolescentes que compiten por atraer a la compañera de su vida. Ellas son más atractivas, ellas escogen, ellas mandan. Al final, muchos descartados en el primer intento y frustración sin límites. Al final, las menos agraciadas -como en todas partes- suspiran mientras miran a las otras, y sin ningún pudor con unas copas de más, confiesan sentirse inseguras aún después de casarse. Como si fuera una réplica de los países occidentales, saben que su pareja tarde o temprano caerá en las redes de una versión mejorada de sus sueños y con muchos menos reparos.
Riyo Mori, la nueva representante de Japón para Miss Universo parece ir con el objetivo de continuar abriendo camino y nada de raro que se lleve la muy codiciada corona de Miss Universo. La supremacía de la belleza occidental, de ojo grande, pareció verse alterada con la entrada de Chibana. Este año, dicen los entendidos - y lo digo yo amante de todo lo que sea bello-, que Turner no tendrá otra opción que la de seguir incluyendo a cualquiera de las orientales. La razón es muy sencilla. Con el gran poder adquisitivo de los chinos en los años venideros es muy probable que estemos presenciando la orientalización de la belleza. De hecho ya en las pasarelas los ojos no se ven tan redondos. Se ven almendrados gracias al uso hábil del delineador. En Japón, los ojos ya no se ven tan rasgados. Existen adminículos que manejados con maestría incluso en las condiciones más increibles, convierten un párpado oriental en uno doble occidental.
Por lo pronto la belleza, por lo menos la que vende, continuará siendo delgada, así Cibeles y Milán digan lo contrario. La última palabra la tendrán al parecer 50,000 fábricas de vestidos en China.
Saludos
Soros
Foto No.1: Eleccion de Miss Japan
Foto No.2: Actualizada al 17 de mayo en Cancun