jueves, 25 de enero de 2007

HOMBRES GO GO

1月24日
HOMBRES GOGO -se habla de sexo-
Buenos días. A sabiendas de que en Colombia los temas de sexo que tienen que ver con mujeres causan molestia y corre uno el serio riesgo de ser pinchado por los alacranes que suelen rondar ultimamente los comentarios de las revistas, he decidido contarles cual es el último alarido de aventuras sexuales femeninas.

Todos sabemos del inclemente horario japonés que destroza familia, consigue amantes y sirve de potente anticonceptivo. Las mujeres ya habìan comenzado a aburrirse de su incipiente vida sexual, así que tímidamente conseguían hombres jóvenes dispuestos a venderse por una cómoda suma de dinero. Pero los tiempos han cambiado. Los hombres como las mujeres jóvenes que aprovechan los deseos maduros de los insatisfechos cada vez quieren más. No solo el dinero de la noche, si no carísimos artículos de marca y fines de semana el lugares exóticos. Una amante o un amante ocasional suele generar gastos por algo más de US$1000 dólares al mes.

Qué hacer? La respuesta ultimamente la han encontrado en la tienda de sexo más conocida de Asia: Tailandia. Según la última revista de Shukan Shincho, muchas japonesas están viajando a Tailandia con el único objetivo de unirse a los muchos otros turistas en busca de sexo.

Según las expertas, los Go-go, como se les conoce a los prostitutos tailandeses- comenzaron a aparecer en la escena de los bares gay, a donde eran contactados por necesitadas alemanas y australianas. Pronto las mujeres de los ejecutivos japoneses enviados a Bangkok tomaron nota del tema y se unieron al grupo de clientes mientras sus maridos se mantenían bien ocupados o disfrutando también de otros menesteres. Para Junko, como le llamaré a esta amiga mía, el regreso a Japón no fue por lo demás amable. De nuevo al rígido sistema, a los horarios de madrugada, a la casa, a la compra, a los vecinos, a la soledad: al infierno.

Junko, como muchas de las que mujeres de la historia que publica el semanario, decidió entonces que de vez en cuando bien valía la pena una canita al aire, así que armó un grupo de amigas para darse viajecillos sexuales y de compras que pusieran un poco de sabor a la vida. Viaja y en ciertos bares de Bangkok se consigue los compañeros, les gasta bebidas que pueden costar cerca de los US$10 dólares. La recompensa dice, es mucho mejor que la atención que recibe en casa: besos, masajes en los hombros, coqueteos. Entre chiste y chanza se entienden como pueden antes de poder concretar una cita fuera del bar. A los tailandeses les encanta. Prefieren de uno a mil las delgadas y elegantes japonesas a las europeas que entran directamente al manoseo y a los besos profundos.

Como en muchos lugares del mundo, donde la prostitución es el pan diario, los go-go tienen que mantener a sus familias. Un hombre de estos recibe cerca de 17 dólares por salir del bar con una mujer, y si al final deciden irse para el hotel de ella cobrarán 70 dólares más. Los hoteles cobran 30 dólares por compañía extra que ingrese en la habitación, así que muchos recepcionistas no ven, ni oyen, ni entienden, pero sí reciben la comisión.

Al parecer para librarse de los US$30 del hotel también existe un truco. Bien dicen que "hecha la ley, hecha la trampa". La comisión al recepcionista solo deben pagarla cuando la juerga es de noche pero no de día. Así que estas mujeres van a un hotel de 5 estrellas, toman una habitación doble (dos camas), y mientras una se va de compras durante el día, la otra aprovecha su cuarto de hora. Los recepcionistas poco pueden hacer. Muchas veces no se dan cuenta, en otros, los hombres van muy bien vestidos y casi parecen cualquier ejecutivo que va a concertar un negocio.

Según el semanario, los hoteles confiesan que el turismo sexual femenino japonés ha crecido. Y es que los US$300 dólares que puede costar todo paquete (hotel y servicio incluído) no lograrían según Junko "un paquete perfecto" como el tailandés, sin los riesgos que implica el ser vistos por cualquier parroquiano con ganas de extorsionar, y con una variedad que ya envidiaría el mercado japonés. Junko confiesa que en ocasiones ha hecho viajes de una semana y cuando se cansa con uno, simplemente lo reemplaza por otro que la atienda como una reina.

Es el mundo oculto de ciertas amas de casa japonesas. El mundo de los sueños y la fantasía. ¿Qué más se puede pedir? Buenas playas, buenas compras, buenos hoteles, buen sexo. "Llego a Japón como nueva para comenzar un nuevo ciclo de seis meses. Un ciclo que parece nunca acabar. Pero al final, tiene su recompensa: alguien nuevo y amable me espera en Bangkok", me comenta Junko mientras agita el papel que le ha enviado la agencia de viajes: el 8 de agosto visitará de nuevo Tailandia. "De negocios... de negocios".

Saludos,

Soros