lunes, 5 de febrero de 2007

CARTAS DE INOMOTO

2月4日
CARTAS DE INOMOTO
Buenas noches

Nominaciones al Oscar ha ganado la película Cartas de Iwojima, que narra una de los momentos más crudos de la II Guerra Mundial en Japón. Atrás no se quedan otras revelaciones interesantes que salen a flote por estos días.

El periódico Asahi en su versión japonesa ha publicado un interesantísimo artículo titulado: "Enfrentando la historia: Bien vestidos y disciplinados, la juventud hitleriana tuvo un gran éxito en Japón".

La crónica no deja de ser, salvadas las distancias históricas, asombrosamente parecida a la realidad que se vive en el acartonado mundo japonés. Me refiero principalmente a las generaciones del 60 hacia atrás. Generaciones que no solo vieron suceder dos guerras a gran escala: la II Guerra Mundial y la Guerra de Vietnam, sino que suspiraron y se "hippizaron" al son de las eternas melodías de los Beatles.

La historia comienza con la llegada de "La Hitler Jugend" (la juventud hitleriana), un organización paramilitar del partido Nazi alemán al Japón justo al borde de la II Guerra Mundial.

El grupo permaneció por tres meses y recibió una calurosa bienvenida a medida que recorrió la nación, que estrechó su alianza con Alemania y siguió el camino que a la postre lo llevó a Pearl Harbor.

En la manyana del 7 de octubre de 1938, continua Yasushi Nagai narrando, miembros del Juventud Hitleriana se detuvieron en frente de la Estación de Yamada (actualmente conocida como estación Ise-shi) cerca del templo de Ise Jingu en la Prefectura de Mie. Entonces los chicos alemanes alzaron su mano derecha saludando al estilo nazi al público que los admiraba, que había salido a recibirlos con banderitas a su encuentro. Los alemanes marchaban hacia el templo en perfecto orden.

Mitsuho Takahashi, de 83 años, los vió a la disatncia. "Me sorprendí de lo altos que eran", dice.
La Jueventud Hitleriana, entonces organizada por el partido Nazi, y que en sus filoas tenía al ex Cardenal Ratzinger - el actua Papa Benedicto XVI-, fue fundada en 1938 y contaba con 7 millones de efectivos. La participación de todos los jóvenes alemanes era obligatoria entre los 10 y los 18 años.

En 1938, Japón y Alemania organizaron un programa de intercambio para jóvenes de los dos países. Entonces, la delegación alemana visitó el Templo Yasukuni -actual símbolo de la disputa diplomática entre Corea, China y Japón y que alberga los cadáveres de oficiales de alto rango del Ejército Imperial Japonés. Los chicos fueron invitados a la residencia del Primer Ministro y se relacionaron con los jóvenes japoneses durante actividades de camping que incluyeron montañismo por el nevado Monte Fuji.

La bienvenida también registró programas especiales de radio. Algunos poetas escribieron la letra para canciones muy famosas de la época "Banzai Hitler Jugend" (Oda a la Juventud Hitleriana), que en alguna estrofa decía "la esvástica brilla con fulgor".

El periódico Asahi, dueño de la crónica que les resumo, informó de la visita con detalle. Por ejemplo, en agosto de 1922, publicó una historia sobre la excursión de montañismo de la siguiente forma: "La montaña sagrada resuena con un coro anti-comunista".

El 21 de septiembre, el periódico ofreció una conferencia para la delegación alemana, donde su editor, en el discurso inaugural decía ´"Actualmente aún tenemos que aprender de Alemania. Y eso es la Juventud Hitleriana".

Hisakazu Nakamichi, profesor de historia política de la Universidad de Kitakyushu y autor de ¿Has visto a las juventudes Hitlerianas?, decía: "Los ciudadanos comunes que vieron el increible y bien controlado carácter de los bien vestidos miembros (de la Juventud Hitleriana) comentaban que ese era el model que los jóvenes deberían seguir".

Lo llamativo del caso es que el programa de intercambio aceleró un cambio de mentalidad que a la postre fue adoptada por muchas organizaciones civiles y de gobierno como mecanismo de defensa nacional. Nakamichi, asegura que ese punto marcó el camino sin regreso al ataque de Pearl Harbor.

Entre Julio y Septiembre de 1938, Japón envió una misión de por lo menos 30 estudiantes universitarios, maestros, agricultores, trabajadores de fábricas e integrantes de organizaciones juveniles a un intercambio en Alemania. EL grupo se incorporó a una manifestación en Nuremberg el 10 de septiembre y realizó una parada (casi militar) ante Adolfo Hitler.

Otro testigo importante de la crónica de este domingo es Sanae Inatomi, de 90 años que vive en la Prefectura de Saga. Era profesor de primaria en esa época y pidió vacaciones para unirse a la misión hacia ALemania. Describe a Hitler como un hombre relativamente alto de piel blanca. Sin embargo recuerda que el tono de su discurso no era tan intenso como se lo había imaginado. Cuenta que hablaba con pausas entre las frases y que la audiencia el gritaba "Heil!" en cada intervalo. Muchos lloraban.

Inatomi, supongo que quizá por su letra, sirvió como escribano y juró mantener sus ojos abiertos durante todo el evento para no perderse nada del líder alemán hasta que no pudo permanecer más de pié. Otros miembros de la delegación japonesa estaban en trance. No pueden recordar el color de los ojos de Hitler y discutían luego si eran azules,marrones o verdes.

A su regreso a Japón, un miembro del grupo le comentó a un reportero: (En Alemania) los principios de guía a los estudiantes son firmemente establecidos en las bases del totalitarismo. Estoy casi seguro de que los estudiantes japoneses carecen de este tipo de entrenamiento."

Luego de la segunda visita de las Juventudes Hitlerianas a Japón, en Diciembre de 1940, Japón organizó la asociación "Dai Nippon Seishonen-dan" (Organización Juvenil del Gran Japón) en regionales por toda la nación bajo el control del gobierno central. En esa época el Ministro de Educación decía que esas actividades extra curriculares que servían como entrenamiento para los jóvenes habían sido diseñados en parte a partir del modelo alemán.

Posteriormente, el ataque de Japón sobre la Flota del Pacífico en Pearl Harbor y la ofensiva malaya en diciembre de 1948, marcó el inicio de la Guerra del Pacífico. Los japoneses se sentían felices por la victoria de su país en los inicios de la guerra. Todos los maestros de primaria donde Inatomi enseñaba fueron reunidos por el rector en su oficina para informarles casi en lágrimas que Japón estaba en guerra con los Estados Unidos. Inatomi dice que se sintió sin aliento y apabullado por la perspectiva de que su país enfrentara a semejante potencia.

Muchos de los que algún día habían visto marchar a la Juventud Hitleriana en los pueblos, fueron enviados a China y cuando volvieron al Japón luego de la guerra en 1946, encontraron el producto del conflicto mundial: la calle por donde antes habían marchado los jovenes hitlerianos estaba convertida en cenizas.
"Muy adentro, nadie estaba contento con la guerra. Pero antes de que nos lo imagináramos, terminamos viviendo en una sociedad que no nos permitía hablar."

La explicación, no la única por supuesto, del estricto carácter japonés que prefiere pensar pero no hablar, y pensar pero no expresar. Para las generaciones pasadas los jóvenes y los habladores no pasan de ser unos salvajes ordinarios con poca inteligencia. Pues siempre es sabido que al enemigo se le gana por sorpresa.
Saludos,