martes, 16 de enero de 2007

LA CARETA DE LA DOBLE SONRISA

1月15日
LA CARETA DE DOBLE SONRISA
Buenas noches.

Cuando hace dos meses el presidente Chino Hu Jintao abrió de par en par las puertas de Ciudad Prohibida a sus 48 invitados, todos presidentes de naciones africanas, para muchos quedó clara una nueva alianza geopolítica. Entre la economía de más vertiginosa expansión y el continente más complicado del planeta. Noviembre 2 fue el momento escogido por Beijing para hacer ver que ya estaba bien de su discreta condición de superpotencia y dejó notar una opulencia que debió encandilar a los líderes de aquellos "pobres" países.

No es la primera vez que China se mete en África. Durante la Guerra Fría los ideológos chinos pensaban que su país y África eran como una especie de anillo externo en oposición al corazón del occidente. En esa misma época China estaba muy motivada por sus dos superiores geográficos: la Unión Soviética, considerada como "revisionista" y no puramente comunista, y el decadente Estados Unidos.
A eso había que sumarle Taiwán -que es más un asunto interno que otra cosa-. Esa unificación racial que los gobernamentates chinos se han esmerado en aparentar, ha tratado de reaparecer una y otra vez controlada desde luego por importantes estrategias persuasivas que no son más que un intento por opacar los deseos nacionalistas de Taiwán que es un ejemplo para los los tibetanos Han que reclaman su tierra y los Uighurs que exigen un estado islámico en su parte del país.

Fue en África más que en ninguna otra parte donde la política de Beijing de "Una China" tomó más fuerza. Todos aquellos países que rechazaron sus lazos diplomáticos con Taiwán fueron recompensados. Quienes se negaron fueron literalmente olvidados, dependiendo por supuesto de su importancia económica.

Y esa es justamente la imagen que tienen los africanos de China: parte ave fantástica de leyenda y parte de bestia. Un "camarada" soldiario con la opresión, pero a la vez duro. Una diplomacia de doble cara que sin duda ha dado sus frutos.

La presión todavía continua. No hace mucho, en las elecciones de Zambia, a uno de los candidatos se le ocurrió decir ingenuamente que Taiwán era un "estado". No tardaron en transcurrir minutos antes de que la embajada china tomara atenta nota, enviara la historia a Beijing, que a su vez, rompiendo toda la diplomacia, le hizo saber al gobierno africano que de salir elegido el candidato "ofensor" cortarían relaciones diplomáticas inmediatamente.

Zambia tan solo ha sido el abrebocas para que se murmure en círculos de conocedores la poca falta de moral china para conseguir lucrativos contratos para explotar los estupendos recursos naturales africanos. Muchos recuerdan que fue justamente China, quien a través de Corea del Norte, armó a Robert Mugabe para que le ganara la mano a la Unión Soviética, que respaldaba al opositor de Mugabe durante la guerra civil. Quedaban a disposición los ricos depositos minerales de Zimbawe -en agradecimiento claro está-. De Zimbawe, a Nigeria, a Angola y por último a Sudan donde China ayudó a armar al sangriento gobierno de Kharthoum. Para los conocedores, África se ha convertido en la despensa china.

China actualmente consume la tercera parte de acero del mundo, la mitad del cemento, un cuarto de todos los fertiizantes, más de un cuarto del cobre y el aluminio -no hay línea telefónica que aguante incluso en España, donde también se las están robando para vender el cobre-. Con tan pocos recursos naturales no es de extrañar que China tenga la mayor cantidad de reservas en moneda extranjera del mundo. Mientras he leído la información que ha dado pie a este artículo y uds. leen cada palabra, China le ha vendido miles de millones de dólares a los Estados Unidos.

Una de las razones para devorar tantos recursos es que aunque China ha logrado sacar de la pobreza a 400 millones de sus habitantes, aún le quedan 400 millones más para levantar. La idea para mantener semejante chimenea es no dejar que el precio de la mano de obra aumente porque de otra forma no sería el productor de un tercio de los bienes consumidos actualmente en el mundo. Así que lo que China está haciendo no es nada más que salvaguardar sus intereses políticos en los recursos africanos.

La amabilidad y el surgimiento chino quedan fácilmente desplazados en otros términos. Es el segundo país más contaminante del mundo, siguiendo de cerca a los Estados Unidos. Los estudios dicen que por cada dólar que China produce emite una gran contaminación, y gasta una enorme cantidad de recursos. Con pocas esperanzas para nosotros, el resto de los mortales, dice su viceministro de ambiente, que el país requiere siete veces los recuersos de Japón para poder llegar a un nivel óptimo.

Así pues aún para innovar sus muchas veces arcáico y contaminante sistema de producción, China debe avanzar y para ello debe asegurarse recursos propios o ajenos. No hace mucho el presidente chino decía que su país "sería otro tipo de superpotencia". Nada más lejos de la realidad, por lo menos por ahora. El déficit comercial entre China y África se ahonda de forma exponencial, mientras tanto, China construye puentes, carreteras y toda la infraestructura necesaria para la explotación de esos recursos. Es de suponer que en China el salario no suba y por ende, es de suponer que en África tampoco. Los beneficiados de la gran bonanza serán como siempre los chinos y los poderosos africanos. Poco le importa a China si Kumba, campesino de Sudán comió o no comió y si en Zimbawe sube o no la tasa del SIDA. Antes que nada, al igual que las otras grandes potencias, está su propio país.

Saludos,