La página web de la oficina para la Promoción de Investigación Sísmica contiene mapas detallados y cuadros sobre la probabilidad de grandes terremotos en varias áreas. La página web de la Policía Metropolitana de Tokio ofrece precauciones de terremoto y tsunami en japonés, inglés y chino.
Cuando ocurre un terremoto, las cadenas nacionales inmediatamente transmiten información sobre la intensidad, profanidad, y localización de los temblores. Muchos ciudadanos visitan el sitio de la Agencia Metereológica de Japón, que tiene un mapa que muestra las advertencias de tsunami.
Aunque los edificios altos se mecieron como pasto en la brisa, y muchos hogares se sacudieron violentamente por más de tres minutos, Tokio escapo del daño severo ocasionado por terremoto del 11 de marzo, el más fuerte jamás registrado en Japón.
“Somos propensos a los desastres mucho más que otras ciudades, así que tenemos que estar mejor preparados” dice Yuichi Kogasaki, director a cargo de la división para la prevención de desastres del Gobierno Metropolitano de Tokio.
“Los investigadores ahora investigan que podría pasar aquí. Hasta ahora, nunca hemos pensado que un tsunami tan grande pueda ocurrir en Tokio. Ahora nos damos cuenta de que tenemos que revisar todos nuestros planes maestros”.
En un previo estudio en 2006, la ciudad estimó que un terremoto de 7.3 en el “norte de la Bahía de Tokio” podría matar entre 5,600 y 7,800 personas, dejar heridas a 160,000 y atrapadas a 22,000. Dañaría por lo menos 500,000 edificios, provocaría por lo menos 300,000 incendios y forzaría a la evacuación de 4 millones de personas. Kogasaki dice que esos números están siendo revisados hacia cifras superiores.
Muchos científicos creen que la llanura de Kanto, hogar de 35 millones de personas y de un tercio de la economía japonesa, está expuesta a las depresiones de Salami y Nankai, que han provocado los tsunamis que han golpeado Kanto en 1677, 1703, 1854, 1855, 1894, 1923, 1944 y 1946.
En 1703, el terremoto de Genroku de 8.2 de magnitud y el tsunami en la Bahía de Sagami y en Boso, la península que flanquea a Tokio, mató a por lo menos 6,500 personas.
En 1923, un terremoto de magnitud 7.9 y el posterior incendio, cobraron la vida de 140,000 por todo Tokio y Yokohama. El tsunami de 11.8 metros en Atami, y de 9 metros en Chiba, ahogó personas en el viaducto de Enoshima y en la playa de Yuigahama. Destruyó la base del Buda gigante de Kamakura, que también fue golpeado por un tsunami en 1948.
Oki dice que muchos sismólogos ahora consideran que es posible incluso una erupción del Monte Fuji, el pintoresco y nevado volcán japonés que también es su montaña más alta.
También dice que existe una “baja posibilidad” de que un tsunami devaste Tokio porque la estrecha boca de la Bahía de Tokio tiende a desviar las olas. La bahía también tiene un fondo superficial, plano y pendientes que conducen el agua hacia los alrededores.
“La pendiente realmente es una suerte para nosotros en Tokio”, dice Oki. “Un tsunami no crecería en una bahía plana. No sería un tsunami que atacara moviéndose río arriba. Sería como una serie de olas … y habría tiempo de escapar”.
Oki le teme más a los derrumbes, incendios y a los accidentes de trenes – y Japón tiene tendencia a olvidar su historia.
“Muchos en Tohoku murieron porque no conocían la historia, y no imaginaron que una ola de 10 metros los atacaría”. “Los tsunamis son miedosos, y yo también les tengo miedo. Pero ser ignorante es mucho lo más terrible”.
(Foto: USGS -ampliar)