miércoles, 31 de octubre de 2012

PUERTO RICO: Lo que hay bajo sus pies.


USGS/NOAA Mapa sísmico Pto.Rico
El terremoto de la semana pasada en Canadá despertó profundos temores no solo en la población a lo largo de la costa oeste de Norteamérica sino en otras zonas que registran movimientos continuos desde hace algún tiempo. Algunos amigos desde Puerto Rico, me pidieron que escribiera o que por lo menos tratara de explicarles desde mi humilde entender, qué es lo que sucede por debajo de sus pies.


Fosas Pacífico /Anillo de fuego
Para comenzar, nada que no se sepa.  Puerto Rico, con 504 fallas en su territorio, está en un incómodo sándwich entre la Placa del Caribe y la Placa de Norteamérica.  Zonas sísmicas importantes como el Cañón y el Pasaje de la Mona, el Sombrero, la falla de 19°N y la Fosa de Puerto Rico son para tener bien en cuenta .  Hablamos de la fosa más profunda del Océano Atlántico. Con mediciones que exceden los 8400 metros de profunidad y los 20 kilómetros de ancho, es menos profunda que la Fosa de las Marianas (+ de 10 mil metros) en el Pacífico pero comparable con la Fosa de Sunda o Java (7,725mts) que provocó el gran terremoto de Sumatra hace más de una década en el Océano Índico. 

Batimetría Puerto Rico/ USGS
Para los científicos la Fosa de Puerto Rico es inquietante porque es allí donde existe la anomalía de gravedad más importante de la tierra, -380milGals que indican que hay actividad que empuja hacia abajo.  Para formarse una idea completa es necesario entender que en la misma zona registra una plataforma de caliza dura que forma un ángulo que se hunde 4200m en el norte y se eleva en su extremo sur formando parte de la misma  isla.  (Ampliar mapa) No sorprende que sea una de las zonas submarimas más difíciles de mapear y estudiar no solo por su complejidad sino por los costos que supone.

Sin entrar en detalles, ese panorama geológico comprendido entre Puerto Rico y las Islas Vírgenes ha impuesto riesgos reales para los más de 4 millones de habitantes de la zona. Puerto Rico no es ajeno a los terremotos. La historia nos habla sismos de M8.1 hace un poco más de sesenta años, y de otros de más de M6 por toda esa zona del Atlántico. De hecho la zona ha sido embestida por varios tsunamis de incluso 7 metros de altura. El último, ocasionado por el terremoto de Haití en 2010 provocó una ola de un poco más de 5 metros que ahogó a por lo menos 1800 personas. El Caribe es un nido de tsunamis: terremotos, deslizamientos submarinos, erupciones volcánicas submarinas, caída de flujo piroclástico en el óceano…


A comparación de gran parte del Pacífico donde luego del tsunami en Sumatra en 2004 fue implantada una red temprana de alerta de tsunamis, en gran parte del Caribe no se ha hecho mayor cosa.   Los sensores disponibles están en la costa de los Estados Unidos, en la fosa de Puerto Rico y en las Antillas pero no hay nada más en la cuenca del Caribe que toca el Norte de América del Sur, y América Central, o el Atlántico brasileño.   Ante el evento de un gran tsunami originado alrededor de la Fosa de Puerto Rico durante la noche no cabe duda que los muertos y los daños en las zonas de influencia serán inimaginables; me atrevería a decir que con un espectro similar al enfrentado en Asia en el que una decena de países se vieron embestidos por murallas de agua en 2004.  


Tiempo arribo de tsunami
Originado en P.Rico 1918
No incluye altura/ USGS
Hay un descuido real en términos de prevención de desastres. Pocas veces se oye de entrenamiento de evacuación de tsunami en las costas colombianas, o panameñas, o nicaragüenses. Últimamente las autoridades puertorriqueñas se lo han tomado más en serio. Sin embargo, no existe mayor infraestructura para alojar a miles de personas huyendo de una ola gigantesca. No es sino recordar las terribles imágenes de Tohoku infinitamente mejor preparado.   Hay que entender que un tsunami provocado en el Caribe no necesariamente puede ser disparado por un terremoto, sino por un deslizamiento importante en la Placa de Norteamérica, incluso en la parte norte la Fosa de Puerto Rico o en la falla de los Muertos, o por el colapso del volcán submarino de Cumbre Vieja en las Islas Canarias que bien puede superar la magnitud del horror que vimos en Sendai, Japón en 2011. El colapso del Cha das Caldeiras en islas de Cabo Verde frente a Mauritania en África es otra amenaza latente.

Lo cierto es que si los habitantes en Puerto Rico e islas vecinas se preocupan por el aumento de sismicidad, también lo hacen los sismólogos que han aumentado la vigilancia.  La Red Sismológica de Puerto Rico cuenta con equipos actualizados que se comunican con sensores en Islas Vírgenes y República Dominicana que en caso de un evento serán de gran importancia en términos de administración de desastres.

Los terremotos o los fenómenos geológicos se pueden prever.  De hecho, sin que hayan ocurrido ya hablamos de ellos.  Lo que es extremadamente difícil es predecir cuándo, en qué momento una porción de una placa que ha estado fija se dispara como un resorte, cuando va a desmoronarse un volcán submarino, o cuándo ocurre un deslizamiento.  No hay, contrario a lo que  piensan los italianos que encarcelaron a los sismólogos, una ciencia que permita predecir el momento exacto.   Todos los días se aprende más.  Por ejemplo, con la dolorosa experiencia de Japón, aprendimos que un terremoto de gran intensidad no necesariamente implica que no venga otro más fuerte.    Sencillamente no hay datos científicos suficientes de lo ocurrido hace décadas o centurias, o milenios.  Todas estas disciplinas de estudio geológico son relativamente nuevas y con mucho que afinar.

En la prevención está el éxito de la lucha contra los fenómenos naturales. No me cansaré de repetir que luego de un desastre los primeras horas e incluso días corren por cuenta del afectado.  Ningún gobierno por preparado que esté puede reaccionar inmediatamente a eventos de gran magnitud donde la infraestructura queda destruida.