El jueves pasado el parlamento de Turquía autorizó acciones militares contra Siria, luego de que en una escaramuza los disparos llegaran a territorio turco. Lo que a ojos desde la distancia se trata de una declaración de guerra, para el gobierno del Primer Ministro turco Recep Tayyip Erdogan es simplemente una advertencia.
La aclaración de Erdogan no sirvió de nada. En Estambul la emblemática plaza Taksim se vió llena de manifestantes en contra de la guerra, y como era de esperarse de un plan, según ellos, urdido por Estados Unidos. Ante el movimiento, la OTAN citó a una reunión de emergencia bajo el Artículo 4, usado para consultas cuando se teme por la integridad territorial, la independencia política, o la seguridad de uno de sus miembros. Turquía, por otro lado, pidió a Naciones Unidas su intervención en los “términos más fuertes posibles” para cesar las violaciones sirias a territorio turco.
Siria dice que investiga la fuente del ataque con morteros que ha provocado este nuevo problema en una zona ya de por sí caótica, y ha pedido disculpas insistiendo en que su país ha respetado siempre la soberanía de sus vecinos. El gobierno de Assad podría tener razón. ¿Qué ventaja le traería implicar a Turquía y por ende a la misma OTAN en una situación ya desesperada? Ninguna.
Para entender la situación es necesario regresarnos al discurso del Jeque Hamad bin Khalifa al Thani, de Qatar, el 25 de septiembre en la cumbre de Naciones Unidas, en el que exhortaba a todos los países árabes a intervenir en nombre del humanitarismo para “hacer lo necesario y parar el derrame de sangre en Siria”, enfatizando en esa “obligación militar” tan incómoda en el vocabulario de cualquier país. Se refería sin duda a la doctrina R2P –Responsabilidad para Proteger- que tanto defendiera Estados Unidos hace unos años y fuera atacada sin contemplación por los analistas en el Medio Oriente. Unos años después, la doctrina perfecta que justificaría la acción y el matoneo internacional contra el gobierno de Assad y con cualquier otro que se oponga a los planes de Qatar.
El llamado a intervención militar qatarí, recuerda la Fuerza Disuasiva Árabe de los años 70 que entró en Líbano para contener una guerra civil, y que se ocupó durante 7 años el norte de Libia. De ahí que el discurso en Naciones Unidas se tome casi por una declaración directa contra Siria. A estas alturas, sí, es posible que el presidente sirio sea un canalla como lo presentan los informativos, pero no lo son menos sus formidables opositores y colegas de gobiernos extranjeros.
Lo interesante de esta historia es que detrás de los bombazos entre rebeldes y gobierno en Siria, se esconde una situación muy bien orquestada desde Qatar, que como en la mayoría de los casos esconde el interés por la administración de recursos naturales. Y no precisamente porque Siria sea un país inmensamente rico. La desgracia o la fortuna de Siria está en estar estratégicamente ubicada entre Turquía, Irán y Jordania. Su problema no es otro que formar parte del eje Irán – Iraq, por donde ya corre un ducto de gas y petróleo. Así pues, que es imperioso detallar el mapa del Medio Oriente para tener una idea más clara de la siguiente exposición.
Qatar, el país más rico del mundo, y el tercer productor de gas natural se encuentra encajonado entre Arabia Saudita e Irán. Sin gas o petróleo, este pequeño emirato sería otro más empobrecido en la lista del Medio Oriente, relevante tan solo por su posición estratégica. El pequeño Qatar ha logrado sortear su existencia en medio de la enorme Arabia Saudita gracias en parte a las dos bases militares de Estados Unidos estratégicamente situadas, de las que de acuerdo a Wikileaks, los qataríes asumen un 60% de sus costos. La riqueza, la seguridad y la bonanza de Qatar han sido el motivo por el que las masas, como otras en la misma zona, no han comenzado a sublevarse.
La estrategia qatarí fue tomando una forma intersante con la cadena Al-Jazeera y su impresionante red de oficinas internacionales, de la mano de una serie de eruditos salafistas radicales que distribuyen el mensaje de liberación por todo el mundo musulmán excepto en el mismo Qatar. La influencia del Jeque Al-Thani ha crecido exponencialmente, especialmente en Túnez, Egipto y ahora en Libia. Desde Doha se decidió la suerte de Gaddafi, desde allí se entrenaron las fuerzas especiales que derrotaron a las institucionales libias. De por medio, un proyecto inmobiliario de US$2 mil millones de dólares en un complejo hotelero en las playas cercanas a Trípoli, entre otras multimillonarias inversiones. Desde Doha se movieron los hilos conductores para que la Hermandad Musulmana, muy a fin a los qataríes, se hiciera al poder en Egipto, Túnez y Libia.
Inmediatamente después de su aventura en Trípoli, fue el turno del sirio Basahr Al-Assad a quien Qatar pidió formar un gobierno de transición con la Hermandad Musulmana. Bashar se negó y su sentencia fue comunicada a través de una entrevista en la BBC por el mismo jeque qatarí: “Haremos lo necesario para ayudar a la oposición siria, incluyendo el suministro de armas para que se defiendan por sí mismos”.
¿Por qué Siria? Porque tiene que ver con un imperio tan poderoso y tan peligroso como uno real. Me refiero a “ductonistán”, conocido por muchos otros en ingles como “pipelistan”. ¿Cómo exportar el gas sin rivalizar y hacer enfadar a la vecina, enorme y poderosa Arabia Saudita que ya tiene copado el mercado internacional y sin pasar por el conflictivo Irán? En 2009 un yacimiento de gas encontrado cerca de Israel, Líbano, Chipre y Siria abrió nuevas posibilidades para el ingreso del combustible a Europa a través de nuevos ductos, una oportunidad de oro para la distribución qatarí que se apoyaría en el paso por Jordania y Siria. Jordania aceptó el paso del ducto qatarí a cambio de gas natural sin problema. El obstáculo con nombre y apellido entonces se llamó Bashar Al-Assad, presidente de la República Árabe de Siria, basada según su constitución en el socialismo árabe, la igualdad, la libertad religiosa y la propiedad privada. Amigo del régimen de Teherán y de Bagdad. Remover al presidente sirio se convirtió pues en una necesidad económica y estratégica para Qatar.
Al-Assad tampoco está en la lista de amigos de Turquía. Las relaciones entre los dos países siempre han sido difíciles y mucho más luego de que Turquía anexó a su territorio la provincia siria de Hatay. Siria ha apoyado sin reservas al Partido de los Trabajadores del Kurdistan (PKK), y ha protestado por el acaparamiento de agua en Turquía a raíz del gran proyecto del sureste en Anatolia. Así que para Turquía, podría ser más seguro -por lo menos por ahora- tener de vecino a un país gobernado por la Hermandad Musulmana, que al fin y al cabo es menos radical que los wahabistas que promueve Arabia Saudita. Lo cierto es que entre Arabia Saudita, Turquía y Qatar ya han montado una base en Adana –territorio turco- para supervisar las operaciones rebeldes en Siria. Imaginen por un momento si el mismo escenario se calcara en Europa, impensable, ¿verdad? Cualquier país europeo respondería con furia ante su invasor.
Al-Assad tampoco está en la lista de amigos de Turquía. Las relaciones entre los dos países siempre han sido difíciles y mucho más luego de que Turquía anexó a su territorio la provincia siria de Hatay. Siria ha apoyado sin reservas al Partido de los Trabajadores del Kurdistan (PKK), y ha protestado por el acaparamiento de agua en Turquía a raíz del gran proyecto del sureste en Anatolia. Así que para Turquía, podría ser más seguro -por lo menos por ahora- tener de vecino a un país gobernado por la Hermandad Musulmana, que al fin y al cabo es menos radical que los wahabistas que promueve Arabia Saudita. Lo cierto es que entre Arabia Saudita, Turquía y Qatar ya han montado una base en Adana –territorio turco- para supervisar las operaciones rebeldes en Siria. Imaginen por un momento si el mismo escenario se calcara en Europa, impensable, ¿verdad? Cualquier país europeo respondería con furia ante su invasor.
Con Assad fuera de combate ganan Siria por lo anteriormente explicado, Turquía porque lograría su sueño estratégico de convertirse en punto de distribución entre Medio Oriente y Asia Central hacia Europa al tener todos los ductos convergiendo en su territorio, y por supuesto Estados Unidos porque en su estrategia energética debe obviar, aislar y hacer daño de la forma más contundente posible a Irán.
Pero todo este ajedrez estartégico y de poder no terminará en Siria. El próximo objetivo de Qatar será Jordania. De nuevo veremos las masas protestando en la calle, y a la Hermandad Musulmana de actor principal para formar una monarquía institucional, para luego implementar una reforma electoral que el Rey Abdullah de Jordania no desea. Ya buscarán la excusa perfecta para intervenir si el rey no acepta. Habrá una gran diferencia: Abdallah y su hermosa reina Rania gozan de un alto aprecio internacional. Allí tendrán que ser más cuidadosos.
Esa es la historia señores. La historia del matoneo internacional en el Medio Oriente y de cómo desde Al-Jazeera y otros medios internacionales se ha vendido el paquete sin explicar cómo se mueven las entrañas y el cerebro de Qatar.