miércoles, 9 de noviembre de 2011

EUROPA: El puente está quebrado.

Los chinos dicen que el puente está quebrado, y no se refieren precisamente al larguísimo puente de Hangzhou sobre la bahía del mismo nombre, sino a Europa, que últimamente les ha dado múltiples razones para inflar su ego. China critica y se prepara en el diseño de planes de contingencia en caso de que llegue “el colapso de Europa”, y por supuesto, juiciosamente anotan el destino de los países que tienen una excesiva política de incentivos.

Para algunos conservadores chinos, el “colapso de Europa es irreversible”, no se refieren a la inviabilidad griega, y en cambio critican a Europa por su permisividad y su flaqueza para enfrentar a tiempo los gastos excesivos de Grecia, Italia y España. Es una muestra más, dicen, de“la degradación del espíritu europeo”.

Llegó la hora pues, en que China tiene la autoridad por lo menos financiera de reprender a los elegantes europeos. Ya, el Primer Ministro chino Wen Jiabao lo había advertido telefónicamente al Presidente del Consejo Europeo Herman Van Rompui. “Lo más urgente es tomar medidas decisivas para prevenir que la crisis se extienda aún más y que el mercado financiero entre en una turbulencia, en una recesión y en la fluctuación del euro”. Por supuesto, que el comentario no gustó, mucho menos después de que Beijing había reiterado varias veces su confianza en la capacidad europea para solucionar sus problemas.

Lo que hubiera parecido mejorar después de la reunión del G-20 en Canes, empeoró por lo menos ante los ojos chinos que ya no tienen confianza en Europa. La cumbre financiera fue un fiasco, no dejó ver soluciones concretas, y aunque Papandreou logró desactivar el referendo previamente propuesto por él y avalado por muchos de los miembros de su congreso, el mal estaba hecho. Desde lejos se vio como una gran chapuza de líderes completamente desorientados y asustados ante las tragedias griega e italiana que se desarrollan lentamente ante sus propios ojos. Ellos esperan que China gire el cheque, China no está claramente dispuesta.

Xia Wenhui, un importante comentarista decía, no sin razón, que si un país pequeño como Grecia con una economía que solo corresponde al 3 por ciento de la Unión Europea puede destrozar a toda la Unión y apoderarse de una cumbre mundial tan importante como el G-20, entonces la integración económica y política europea es deficiente.

China se ha dado el lujo de recordarles cómo se formó el imperio Chino en la época del emperador Quin Shihuang. En aquella ocasión, dicen, el emperador primero unificó todos los estados adversos políticamente para luego imponer la misma moneda. Lógicamente, la comparación fue desagradable para un continente que le ha apostado a la diversidad y a la libre determinación de cada uno, hasta ahora.

Pero independientemente de que los chinos se crean o no amos del mundo, tienen razones para preocuparse. El crecimiento económico chino depende de la salud económica mundial, sencillamente porque si no hay quien les compre, se caen. Ese resbalón sería equivalente a un tsunami financiero que tendría además serias repercusiones mundiales. Así que a Beijing no le queda otro remedio que tomar todas las precauciones y evitar una catástrofe.

La catástrofe china, dice Jin Liqun, presidente del ente supervisor de la Corporación de Inversión de China, vendría por cuenta de los incentivos sociales. “Si se miran los problemas que ocurren en los países de Europa, es puramente por la acumulación de problemas de sus sociedades de bienestar malgastadas. Creo que las leyes de trabajo están pasadas de moda – las leyes laborales inducen a la pereza, y a la indolencia y no al trabajo duro. El sistema de incentivos es un totalmente un desastre”.

Las reservas chinas en moneda extranjera ascienden a US$3.2 trillones de dólares, y si antes China amonestaba a Estados Unidos por su pésima condición económica, ahora lo toma con aparente calma. Sin embargo, y aunque saben que recuperar el dinero dado a los europeos será casi imposible se aprestan al auxilio a cambio del reconocimiento de Europa a China como “economía de mercado” en las conversaciones de la Organización Mundial de Comercio. Esos billoncitos de rescate le servirían a China para comprar armas y para silenciar esos molestos comentarios sobre los derechos humanos y la manipulación de la moneda.

Sin embargo, en el fondo del Zhuangzi jin,   los chinos piensan que ni siquiera su dinero podrá salvar a Europa, simplemente porque Europa necesita mucho más de lo que los chinos pueden darle sin poner en peligro su propio sistema, y por supuesto, sus proyectos militares y expansionistas.