Durante las negociaciones previas que luego concluyeron en la reunión de alto nivel en las Naciones Unidas sobre la salud mundial, una de las discusiones más ásperas se dio ante la posibilidad de tratar a las Enfermedades No Transmisibles como una epidemia que amerita la emergencia de salud pública. La sola mención de esa posibilidad provocó escalofrío en las naciones más poderosas, por cuanto se daría luz verde a que otros países pudieran exigir más flexibilidad ante la Organización de Comercio Internacional para permitir la fabricación de versiones más baratas de medicinas cuyas patentes no se han vencido.
China e India, que actualmente producen el 80% de los ingredientes activos de las medicinas que se venden en todo el mundo, no han podido hasta el momento copiar las fórmulas de medicamentos complejos requeridos para tratar el cáncer, la diabetes, y otras enfermedades crónicas. Sin embargo, han dejado claro que están a punto de ofrecer copias económicas de medicamentos estrella como el Herceptin para el cáncer del seno, Avastin para el cáncer de colon, Rituxan para el linfoma no-Hodgkin y Enbrel para la artritis reumatoidea.
La entrada de estas copias al mercado, prevista para el próximo año, no solo transformaría el cuidado de los pacientes en todo el mundo sino que provocaría un contraataque de las grandes compañías farmacéuticas y una labor diplomática sin precedentes de los países más desarrollados. De hecho, Estados Unidos ha intentado torpedear cualquier iniciativa de los países en desarrollo para obtener medicinas más baratas para el cáncer y otras enfermedades, tal y como lo hicieron en su oportunidad con los medicamentos contra el SIDA.
Hace una década y en medio de la incertidumbre mundial por el número de infectados de VIH, Cipla, la gigantesca farmacéutica india, se comprometió a producir un coctel de medicinas contra el SIDA por menos de US$1 dólar por día. Actualmente el precio ha caído a 20 centavos al día, y más de seis millones de personas reciben tratamiento, comparado con los 2,000 afortunados en 2001.
El esfuerzo indio por producir las biomedicinas en disputa se ha visto cristalizado por la cooperación de Bio-Man, de China. Juntos han invertido cerca de US$165 millones de dólares en plantas en los dos países. La idea es vender los medicamentos a un tercio del precio actual en el mercado global.
Realmente la ley internacional permite que los países expidan licencias paralelas a los competidores dentro de ciertas circunstancias, entre ellas la protección de la salud pública. El problema práctico surge en las limitaciones para la exportación de ese tipo de productos, así que para los países más pobres, sin industria farmacéutica desarrollada, continuaría siendo difícil el acceso a las biomedicinas, a menos de que estas enfermedades no transmisibles fueran consideradas como epidémicas.
Tratando de ganar tiempo a la venta de las copias de medicinas complejas, Roche ha comenzado a ofrecer importantes descuentos en los países en desarrollo. Otro tanto han intentado Sanofi, GlaxoSmith, Kline y Novartis pero en productos de atención primaria. Para unos y otros, el gran temor es que los consumidores de los países más avanzados comiencen a pedir igualdad de condiciones y exijan que sus medicamentos tengan el mismo precio que en otras latitudes menos favorecidas económicamente, o que los gobiernos, ante la desproporción en los precios terminen por permitir reimportaciones de otros países donde la misma medicina es mucho más barata.
Solo como punto de referencia valdría la pena tener en mente los siguientes datos: Ganancias de Roche solo por la venta Rituxan, Avastin, Y Herceptin: US$19 mil millones de dólares. Costo promedio de una ronda de tratamiento contra el cáncer: US$30,000 – US$50,000. Gasto en México solo en Herceptin: US$120 millones de dólares al año, casi el 1 por ciento del gasto del gobierno en salud.
En América Latina, Cuba y Brasil están a la cabeza del movimiento. El viernes pasado firmaron un Memorando de Entendimiento en el que se acuerda promover la cooperación para la producción de de medicinas contra enfermedades como la diabetes o el cáncer. Heberprot-P un medicamento cubano que ha reducido la amputación de pacientes con diabetes mellitus ya es usado por cerca de 190 millones de pacientes. No hace mucho los científicos cubanos anunciaron la creación de CimaVax-EGF, una vacuna terapéutica contra el cáncer del pulmón que estará disponible a nivel mundial. Cuba recibe al año más de US$100 millones de dólares por concepto de medicinas biotecnológicas.