sábado, 27 de agosto de 2011

VENEZUELA: 112 toneladas de oro. ¿Por aire, o por mar?

La “genialidad” del Presidente Hugo Chávez al anunciar su intención de nacionalizar el sector del oro en Venezuela, que produce cerca de 400,000 onzas por año, disparó el precio del metal y puso en alerta a los mercados, a los economistas, a los banqueros, a las mineras y los especialistas.

Otros, las aseguradoras y los transporadores, también piensan pero con los $$ en los ojos y se frotan las manos luego  del  pedido de Chávez de 99 toneladas de oro que el país mantiene en las bodegas del Banco de Inglaterra, y añadirá otras 112 toneladas ubicadas en otros países. Mover el cargamento que tiene un valor de US$12.3 mil millones de dólares, será no solo una empresa bastante difícil sino onerosa. Será una de las transferencias más caras de la historia, rivalizando con la de 560 toneladas de oro que hizo el gobierno español de Madrid a Moscú en 1936 antes de la llegada de Franco.

La operación será bastante complicada si se tiene en cuenta que el oro está representado por 17000 barras de 400 onzas cada una, depositadas en Estados Unidos, Europa, Canadá y Suiza. Los expertos han barajado una serie de opciones a las que puede recurrir el gobierno de Venezuela.

Como no hay casos anteriores de semejante movimiento, salvo el español, los cálculos proyectados son bastante especulativos. Los conocedores dicen que Venezuela podría pagar el 3.3% del valor total de la carga, equivalente a unos US$400 millones de dólares. Cualquiera que sea el modo de transporte, una tajada importante será para las aseguradoras. Los expertos contemplan tres posibilidades:

Si el presidente Chávez decide hacer varios embarques, cada uno será más peligroso que el anterior. Si un grupo terrorista o de ladrones organizados de acuerdo a la importancia del cargamento llegara a interceptar un solo envío, se haría a un botín de US$300 millones de dólares, con tantas posibilidades de lograrlo como tantos viajes hagan por tan dorada mercancía.

Si, la opción por el contrario, es utilizar los propios recursos venezolanos, el transporte sería “gratis” pero no así los seguros. Difícil será encontrar una aseguradora que confíe plenamente en el desempeño de los militares venezolanos para resguardar un cargamento de semejantes proporciones. Los militares podrán hacerse cargo del puerto hacia afuera, no de la bóveda hacia el punto de embarque.

La tercera opción consistiría en vender todo ese oro a un tercer país, para volverlo a comprar en cantidades no tan importantes que serían despachadas por el nuevo propietario en condiciones mucho más discretas y menos anunciadas que en Aló Presidente y toda la prensa internacional.

El presidente ha provocado sonrisas por lo menos maliciosas cuando dice que si el “oro no cabe en las bóvedas del Banco Central, puedo prestarles el sótano del palacio presidencial de Miraflores”.

Esta semana Chávez  oficializó la formación de “negocios mixtos” para la exploración y la explotación de la minería, donde el gobierno será el mayor propietario. Ha pedido también la formación de comités de defensa para el proceso de nacionalización.  Preocupante, piensan algunos venezolanos. No hay dictadores más peligrosos que aquellos que tienen el poder de todo el oro.