En Ofunato el dinero está saliendo a flote. La marea devuelve lo robado, la policía lo recoge, lo guarda, y espera a que el dueño aparezca. Si es que lo hace.
Este es el resumen de lo que ocurre en Ofunato. La historia la reseñan hoy algunos periódicos japoneses. Y es que en el garaje de los cuarteles de la policía ya no hay dónde guardar las patrullas. En cambio, cientos de cajas fuertes que arrancó el tsunami de viviendas y compañías, han comenzado a abarrotar el edificio.
Las cajillas, que vienen en todos los tamaños a juzgar por las imágenes, tienen a la policía en apuros tratando de encontrar a los dueños. Un problema sin duda, si se tiene en cuenta que muchos ancianos prefieren guardar su dinero en efectivo en cualquier parte de la casa. No solo eso, podrían ser los ahorros “escondidos” de cualquier ama de casa que normalmente tiene un guardadito de “tansu yokin”, como se le conoce a esa suma que se ahorra mes a mes y se esconde estratégicamente en el armario.
A la titánica labor de la remoción de escombros y la penosa tarea de recuperación de cadáveres en cientos de kilómetros de playa, se suma ahora la de separar los objetos valiosos de la basura. No sobran las historias de residentes que al querer limpiar lo que quedó tropiezan con dinero en efectivo o con cajas fuertes cerradas. La historia se repite una y otra vez a lo largo de la costa. No es raro para la policía recibir de manos de cualquiera joyas o dinero, aún en medio de la pobreza que acecha. Sencillamente, no les pertenece. Ahora, las autoridades tienen que decidir qué manejo darle a esa inesperada riqueza.
Según el jefe del departamento de policía, son cientos de artículos y cajas que llegan a diario. Si identificar a los dueños de las cajas fuertes ya es bastante difícil, es casi imposible cuando se trata de efectivo encontrado en sobres, bolsas sin marcar, cajas y muebles.
Quienes tenían su dinero en el banco tienen todo garantizado, porque aunque el tsunami les haya quitado lo demás y haya destrozado el banco, sus fondos están seguros. No sucedió lo mismo con miles de ancianos ahorradores, cómodos o desconfiados, que preferían tenerlo todo a mano. Las zonas costeras devastadas estaban habitadas generalmente por mayores de 65 años. La culpa sin embargo tampoco recae en la terquedad de los ancianos. En Japón, donde los bancos pagan un poco más que el 0% al dinero depositado, poco incentivo se tiene para manterlo a veces lejos de casa.
Un informe de 2008, del Banco Central de Japón decía que más de un tercio de los billetes de 10,000 yenes no circulaban, y calculaban aproximadamente 30 trillones de yenes que escapaban del sistema financiero. Muchos de ellos, aparentemente resurgiendo en la costa afectada por el tsunami.
Si tal y como se sospecha, entre muertos y desaparecidos la suma asciende a 30.000, mucho de este dinero quedará abandonado. Bajo la ley japonesa, las autoridades deberán guardarlos por tres meses. Si al cabo de ese tiempo nadie reclama el dinero, se le adjudicará a quien lo encontró, a menos que las pertenencias tengan algún tipo de identificación personal, incluso una libreta de direcciones. Si aún así nadie las reclama, el gobierno tomará posesión de ellas.
Si alguien logró sobrevivir y quiere reclamar un dinero que cree que es suyo tendrá que probar que es el verdadero dueño. Tendrá que tener información perfecta del contenido de la caja fuerte. Otra cosa distinta ocurre con el dinero en efectivo porque no hay cómo verificar que quién dice haber perdido 50,000 yenes, diga la verdad.
Por lo pronto la policía planea abrir las cajas fuertes para identificar y tratar de ubicar desde ahora a sus dueños. Están absolutamente seguros de que saldrán más joyas y dinero de entre las ruinas, y tienen que prepararse para eso.