Luego de que en 1908 la APOC (Compañía Anglo Persa de Petróleos) descubrió petróleo en Irán, conocido entonces como Persia, el gobierno británico buscó hacerse al control del petróleo persa. Winston Churchill dio el primer paso. Fue quien ordenó la conversión de los buques británicos de carbón a petróleo antes de la I Guerra Mundial. Para 1914 Churchill ya tenía planeada la jugada maestra: negociar a cambio de una considerable inyección de dinero el abastecimiento seguro del crudo. Así pues, los ingleses tomaron el control administrativo de APOC. Fueron los ingleses, cuando en 1941, supervisaron el golpe contra el Shah Reza Pahlavi.
Para 1951 los ingleses sintieron en carne propia un sismo petrolero que es el precursor de toda la situación que enfrentamos. En aquella época, el primer Ministro iraní Mohammed Mossadeq comenzó el proceso de nacionalización de la APOC –que ya había cambiado su nombre a AIOC (Compañía de Petróleos Anglo Iraní). Londres decidió entonces que la mejor forma de asegurar su tajada en los petróleos iraníes era ingeniarse un golpe de estado contra Mossadeq, en el cual participaron el presidente estadounidense Dwight Eisenhower como la CIA, para traer de vuelta al Shah Pahlavi de su exilio en Roma.
Para 1951 los ingleses sintieron en carne propia un sismo petrolero que es el precursor de toda la situación que enfrentamos. En aquella época, el primer Ministro iraní Mohammed Mossadeq comenzó el proceso de nacionalización de la APOC –que ya había cambiado su nombre a AIOC (Compañía de Petróleos Anglo Iraní). Londres decidió entonces que la mejor forma de asegurar su tajada en los petróleos iraníes era ingeniarse un golpe de estado contra Mossadeq, en el cual participaron el presidente estadounidense Dwight Eisenhower como la CIA, para traer de vuelta al Shah Pahlavi de su exilio en Roma.
Pahlavi se quedó en el poder hasta 1979, gracias a la asistencia militar y policial de Estados Unidos. Pahlavi, como muchos otros en el Medio Oriente, aplastó la oposición política y religiosa entonces en cabeza del Ayatollah Khomeini, que tomó el poder luego de una revuelta popular que bien podría compararse con la más reciente en Egipto. Hasta 1979 Irán producía seis millones de barriles diarios. A la subida de Khomeini, la AIOC fue reestructurada la BP fue separada de la sociedad petrolera iraní y los persas bajaron su producción a dos millones de barriles diarios. Nunca más se acercaron a los seis millones. Actualmente solo producen cuatro millones diarios aunque Irán es el segundo país más rico en reservas petroleras luego de Arabia Saudita.
Una historia similar sucedió en Irak. Bajo Saddam Hussein, la compañía iraquí de petróleos (IPC) producía 2,8 millones de barriles por día, hasta 1991. Luego de la Primera Guerra del Golfo, en 1991, la producción bajó a medio millón de barriles. Nunca más, luego de la historia que ya conocemos de la invasión a Irak, Bagdad alcanzó su producción histórica aún cuando los sueños de estadounidenses iban por otro lado. El primer contingente de soldados en llegar a Bagdad, aseguró el edificio del Ministerio de Petróleos, aunque el caos reinaba en el resto de la ciudad. Estados Unidos, soñaba según archivos del Departamento de Energía de Estados Unidos, que para 2005 los iraquíes producirían 3.4 millones de barriles diarios, para 2010, 4.1 millones de barriles, y para 2020, 5.6 millones de barriles. Todo se quedó en la idea.