La historia del petróleo enseña que desde que fue descubierto en Persia antes de la Primera Guerra Mundial, todas las potencias, sin excepción han intervenido en el Medio Oriente para poder garantizar su poder. No hay que ser brillantes para ver que la industrialización de occidente no hubiera sido posible sin el petróleo. Así que partiendo de semejante premisa y de los titulares actuales no cabe ninguna duda de que el orden económico basado en el petróleo está muriendo y que la era del petróleo barato ha llegado a su fin.
Para entender el tamaño del problema, y el riesgo de lo que se avecina no es sino pensar de que el petróleo barato es el que ha permitido el desarrollo de la industria automotriz, de la aeronáutica, de la agricultura mecanizada y de cualquier otra actividad económica que pase por el cerebro. Ha sido el Medio Oriente, especialmente después de la II Guerra Mundial el que ha saciado la sed de occidente.
Las cifras más recientes de BP, dicen que el Medio Oriente y el Norte de África producen 29 millones de barriles al día. 36% de todo el petróleo disponible en el mundo. Ese 36% se traduce en exportaciones a Estados Unidos, China, Japón y la Unión Europea. 20 millones de barriles diarios que van a esos mercados todos los días. Rusia, el mayor productor unitario, produce siete millones de barriles para exportación, África le sigue con seis millones, América del Sur con tan solo un millón. A esos números hay agregarle otro: El Medio Oriente posee un estimado de dos tercios de las reservas petroleras mundiales. De acuerdo al Departamento de Energía de Estados Unidos, el Medio Oriente y el Norte de África producirán para 2035 el 43% del petróleo mundial, y por supuesto, serán los mayores exportadores.
Así pues que las perspectivas son bastante complicadas, y tenemos que meternos en la cabeza que la subida del petróleo y el desplome de las bolsas por el fenómeno será el pan de cada día. Ese orden petrolero que nos permitió mantener la economía mundial en ciertas condiciones, simplemente se está desintegrando.
Imagen: Lybia uprising. The Guardian.