"No tenemos idea de cuándo un terremoto grande va a golpear Tokio, pero cuando lo haga va a aniquilar todo el país porque todo está aquí". (Takayoshi Iagarashi)
La cascada de tragedias que se ha ensañado contra Japón ha subrayado la vulnerabilidad de las megaciudades a los desastres entre los que se incluyen un accidente nuclear. Es solo imaginar cómo el Gran Tokio, que alberga a 35 millones de habitantes, se salvó por muy poco de un terremoto de escala 9 que probó ser catastrófico para la zona nororiental de la isla de Honshu.
Tokio, según la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), está por ahora relativamente a salvo de la contaminación que emana la planta de Fukushima. Pero, qué hubiera pasado si el terremoto hubiera sucedido en la Bahía de Tokio? O si la planta en presentar problemas hubieras sido Hamaoka, un poco más grande que Fukushima pero 200 kms. al sur de Tokio? Aún con la advertencia previa de un terremoto, de un tsunami o cualquier desastre inminente, evacuar a 35 millones de personas a tiempo para sobrevivir a la catástrofe sería imposible.
Según Helena Molin Valdés, de la Oficina de Naciones Unidas para la Estrategia Internacional para la Prevención de Desastres, los obstáculos más importantes serían el transporte, las rutas de evacuación, los embotellamientos y quizá la falta de energía. También la dificultad que implicaría evacuar a 3.5 millones de habitantes mayores de 65 años con alguna dificultad para moverse.
Con el escenario anterior, no es es descabellado que Takayoshi Igarashi, el recién nombrado consejero del gabinete japonés encargado de las estrategias para hacer frente al decaimiento rural y a la disminución en la población, haya propuesto descentralizar totalmente Tokio, a medida que se piensa en la reconstrucción de Tohoku. Para Igarashi - con quien coincido completamente en sus preocupaciones - el gran terremoto de Tokio, que sin duda llegará tarde o temprano, podría aniquilar a todo el país, sencillamente porque en la capital se concentran todo el poder, la administración, e incluso la gran mayoría del dinero.
Hoy políticos, funcionarios, expertos y ciudadanos no tienen más remedio que aceptar que Tokio escapó milagrosamente al terremoto del 11 de marzo, y todos, incluyendo los científicos, están muy preocupados por las consecuencias derivadas del cambio de presión en las placas que se extienden sobre 500 kilómetros, al este y al oeste del epicentro. La opinión de Brian Baptie, un científico del Instituto Geológico Británico, es escalofriante: "Es posible que la porción de placa más cercana a Tokio esté próxima a fallar, aunque sea difíicl decir cuándo ocurrirá y qué tan fuerte será." Un gran terremoto en la región de Kanto, donde se encuentra Tokio, golperará a la región más poblada del mundo. Por tanto, la lección que deja el terremoto de Tohoku es que hay que pensar en reestructurar todo el país.
Hace algunos años, una comisión del gobierno concluyó que un sismo de gran magnitud, escala 8, mataría en Tokio a por lo menos 11,000 personas y destruiría cerca de 850 mil edificios. Así que si la reconstrucción de lo destruido por la catástrofe de este mes asciende aproximadamente a 16 mil millones de yenes, la de Tokio rondaría los 112,000 millones. [Vivido lo vivido, creo que las proyecciones son bastante modestas].
En momentos en que la economía no está en su mejor momento, todos esperamos que el impuesto a las ventas suba del 5% al 7% para poder no solo reactivar lo destruido sino para inciar esa especie de cambio que propone Igarashi. Para el Instituto de Investigaciones Sísmicas de la Universidad de Tokio, las probabilidades de que un sismo de alta intensidad sacuda a Tokio son del 70% en un lapso de 30 años.
Los enormes daños causados por los terremotos de Kobe y Tohoku, más los generados por la planta nuclear de Fukushima han dejado claro que no se puede creer totalmente en la infalibilidad de la tecnología cuando se trata de enfrentar fenómenos naturales muy extremos.
Poco a poco en Tokio han actualizado instalaciones públicas y colegios, pero todavía queda mucho por hacer en cuanto a edificios de más de 30 años de antiguedad que no contemplan las actuales normas sismorresistentes.
Solo nos queda esperar que el tan vaticinado terremoto de Tokio llegue cuando estemos mejor preparados. No por ahora... (Foto: Mapa tectónico del Japón. Click para ampliar)