sábado, 4 de diciembre de 2010

QANTAS 32: La experiencia no se improvisa.

Si el capitan Sullenberg mereció una medalla de héroe por su arriesgado aterrizaje en el Río Hudson, otra merecen los pilotos de Qantas que salvaron al Airbus 380 de una segura catástrofe aérea.
Si ver despegar un super jumbo de esta categoría de por sí es un espectáculo, imaginar lo que pasó abordo durante 110 mintuos es sobrecogedor. El aparato sencillamente aterrizó con increibles dificultades y casi comiéndose la pista.

Fue un pasajero – un piloto de Qantas fuera de servicio- quien se dió cuenta de que una de las cámaras de entretenimiento de abordo mostraba un “un tipo de escape de líquido del ala izquierda”. Todos los pasajeros estaban viendo la imagen, pero solo uno, con el ojo entrenado sabía realmente lo que estaba ocurriendo.

Un mes después del drámatico aterrizaje de este A380 en el Aeropuerto de Changi, en Singapur, el Departamento de Seguridad de Transporte Aéreo de Australia (ATSB), reveló en su informe que el avión estaba tan severamente afectado que cinco pilotos, que sumaban 72,000 horas de experiencia, se vieron en una situación increiblemente difícil y al borde del desastre.

Los datos son escalofriantes y recuerdan la falla sistemática del Airbus 340 de Air France que se desplomó en su ruta de Sao Paulo a París.

Las fallas del A380 comenzaron a los 4 minutos del despegue del Aeropuerto de Changi, a 5300 pies de altura, es decir a 1615 metros, cuando la presión de aceite en una de las turbinas comenzó a caer. En 30 segundos la vibración de las turbinas se hizo evidente. 10 segundos después, los sensores registraron recalentamiento en el motor afectado y fallo en el disco de la turbina.

El motor explotó sobre la pequeñísima isla de Batam, Indonesia, que recibió una lluvia de chatarra que pudo haber causado desgracias personales. Al explotar la turbina, parte del metal penetró el ala, y peforó los ductos de combustible, y los de los sistemas electrónicos e hidráulicos dejando literalmente al aparato con limitadísimo control.

La complejidad del avión no le permitió a los pilotos completar los procedimientos tan pronto como hubieran querido. Les tomo 50 preciosos minutos preparar el avión para el aterrizaje. El informe dice que la cantidad de errores que surgían del sistema de la nave era tal, que los computadores de abordo no podían procesarlos. Los pilotos comenzaron a desactivar manualmente algnas opciones, esperando que el avión reaccionara.

A medida que perdía fuerza, el avión se hizo 50 toneladas más pesado del peso máximo permitido para aterrizar. El computador concluyó que solo les quedarían 100 metros disponibles para totalizar el frenado en la pista del aerpouerto de Singapur.

Con semejante panorama, la tripulación decidió no descargar combustible para hacer el avión más liviano porque afectaría mucho más el ya delicado balance del avión. Poco antes de aterrizar, el A380 perdió la gran mayoría de sus sistemas que controlaban ángulo, velocidad y frenado, así que los pilotos pidieron a la tripulación prepararse para una evacuación de emergencia ante la posibilidad de comerse toda la pista.

El avión se detuvo faltando tan solo 150 metros de concreto – de 25,300 metros que tiene la pista más larga del Aeropuerto de Changi-. Los frenos llegaron a 900 grados centígrados, y se reventaron 4 llantas. El drama no terminó con el aterrizaje. Los pilotos no pudieron apagar una de las turbinas del avión, que continuo funcionando dos horas más hasta que fue literalmente ahogada en espuma. Los pilotos de Qantas no pudieron autorizar la evacuación del avión hasta que la situación no estuvo totalmente controlada, y pudieran asegurar a los 433 pasajeros y a sus 26 tripulantes.

Mientras las investigaciones continuan, sale a la luz información contadictoria sobre la posibilidad de que Rolls Royce, el fabricante de las turbinas de este avión de Qantas, supiera de los defectos que pudieron causar la emergencia. Se cuestiona la velocidad de reacción de Rolls Royce ante el problema. Conocedores de la historia de esta turbina en particular han dicho que la compañía británica ya había modificado el motor en otras oportunidades por indicios de fuga de combustible, pero que se había abstenido de informar a sus operadores.

La atención pública se ha concentrado en las turbinas, pero el incidente del 4 de noviembre ha provocado serios cuestionamientos sobre la estructura y los sistemas del avión. Argumentan los expertos que perder uno de los sistemas hidráulicos podría señalar problemas con la ruta y distribución de los ductos, demasiado cercanos en el ala. Los pilotos tampoco pudieron bombear combustible de los tanques traseros, lo que pudo haber causado serios problemas en el eje de gravedad del avión en caso de que se requieriera transferir combustible para mantener la estabilidad. Lo cierto es que no se espera que Airbus rediseñe sus aviones y mucho menos que incluya un respaldo para los sistemas hidráulico y eléctrico.

Por ahora, Qantas reanuda poco a poco sus vuelos, y ha instaurado una multimillonaria demanda contra Rolls Royce.