En Maracaibo, Darnott se estableció un tiempo e inició su segunda relación formal: Maribel Atencio Rivas, de quince años de edad. Como sus padres no aprobaban la relación con el recién llegado, se fugaron. Y Darnott volvió a ingresar a prisión. Al salir, estaba de nuevo solo, en la calle y sin dinero. Llegó vagabundeando al barrio wayuu, donde una familia indígena se apiadó de él y le dio casa, comida, y una nueva identidad. Integrado en los wayuu, aprendió su lengua, sus costumbres, su religión, y terminó uniéndose a una mujer wayuu. Con su nueva esposa se estableció, ocupando una parcela de tierra en Etnia Guajira, donde reuniría en torno a sí a los indígenas wayuu. Así es como nacería el insurgente comandante Teodoro y el Movimiento Guaicaipuro por la Liberación Nacional. Teodoro Darnott se veía a sí mismo como un nuevo Che Guevara, como un subcomandante Marcos apra los indios wayuu, y no es casualidad que escogiese el nombre de Guaicaipuro para este movimiento indígena particular.
El comandante Teodoro, adoptado por la comunidad wayuu, vivió con ellos el drama de la pobreza indígena enter 1986 y 2001, siendo presidentes Jaime Lusinchi, Carlos Andres Pérez, Rafael Caldera, etcétera, antes de llegar al actual Hugo Chávez. Pero con todos ellos la miseria de los indígenas fue similar. Y ante la imposibilidad de pagar los terrenos donde se instalaba la comunidad wayuu, optaban por la ocupación de los mismos... hasta que llegaban los desalojos de la Guardia Nacional y la Policía Regional, a golpe de porra, gases lacrimógenos o disparos de perdigones. Las hordas indígenas del comandante Teodoro respondían con junayas (hondas para lanzar piedras), lanzas y bombas incendiarias.
De hecho, encontré referencias al trabajo social del “dirigente indígenista Teodoro Darnott, que ha acompañado a los indígenas del Zulia en sus luchas” en el informe “Situación de los derechos humanos en Venezuela”, de octubre de 1988, una publicación del Programa Venezolano de Educación -Acción en Derechos Humanos, muy anterior a la fundación de Hizbullah Venezuela.
Tras muchas aventuras y desventuras, como un contacto con la Iglesia Evangélica de Venezuela, la pérdida de su primera mujer wayuu y la llegada de una nueva (Adelaida Iguarán), Darnott fundó en casa de su nuevo suegro una pequeña escuela y vivió un tiempo como maestro. Y en ese rol intelectual, en la comunidad wayuu, inició sus escarceos políticos. Erigiéndose en portavoz de la comunidad indígena y de sus votos, se entrvistó con líderes sindicales y políticos, negociando mejoras de vida para los wayuu. Los diarios zulianos Panorama, La Columna o La Verdad publicaron algunas de sus reivindicaciones. Y, como ninguna de ellas obtuvo resultados, Darnott siguió la tradición revolucionaria, asaltando con sus milicias wayuu diferentes estamentos y edificios oficiales, y manteniendo como rehenes a sus ocupantes; como el consulado de Guatemala, la delegación del partido MAS, etcétera. Y como era previsible, de nuevo fue detenido e ingresó en prisón por aquellos asaltos. Aunque por pocas semanas.
Al salir, volvió a unirse a la lucha social, esta vez a favor de los buhoneros y vendedores callejeros, desalojados de las calles de Maracaibo por orden del gobernador del Zulia y líder de la oposición antichavista Manuel Rosales. Y siguieron más asaltos: la toma del Consulado de Colombia, la toma del Palacio Arzobispal... Con la consiguiente retención de sacerdotes y diplomáticos, y la posterior detención y encarcelamiento de Darnott de nuevo.
Libro recomendado: El Palestino, Antonio Salas
(Esta transcripción de las páginas 213 y 214 no se realiza con fines comerciales. Simplemente como guía para el lector)