
El comandante Teodoro, adoptado por la comunidad wayuu, vivió con ellos el drama de la pobreza indígena enter 1986 y 2001, siendo presidentes Jaime Lusinchi, Carlos Andres Pérez, Rafael Caldera, etcétera, antes de llegar al actual Hugo Chávez. Pero con todos ellos la miseria de los indígenas fue similar. Y ante la imposibilidad de pagar los terrenos donde se instalaba la comunidad wayuu, optaban por la ocupación de los mismos... hasta que llegaban los desalojos de la Guardia Nacional y la Policía Regional, a golpe de porra, gases lacrimógenos o disparos de perdigones. Las hordas indígenas del comandante Teodoro respondían con junayas (hondas para lanzar piedras), lanzas y bombas incendiarias.
De hecho, encontré referencias al trabajo social del “dirigente indígenista Teodoro Darnott, que ha acompañado a los indígenas del Zulia en sus luchas” en el informe “Situación de los derechos humanos en Venezuela”, de octubre de 1988, una publicación del Programa Venezolano de Educación -Acción en Derechos Humanos, muy anterior a la fundación de Hizbullah Venezuela.
Tras muchas aventuras y desventuras, como un contacto con la Iglesia Evangélica de Venezuela, la pérdida de su primera mujer wayuu y la llegada de una nueva (Adelaida Iguarán), Darnott fundó en casa de su nuevo suegro una pequeña escuela y vivió un tiempo como maestro. Y en ese rol intelectual, en la comunidad wayuu, inició sus escarceos políticos. Erigiéndose en portavoz de la comunidad indígena y de sus votos, se entrvistó con líderes sindicales y políticos, negociando mejoras de vida para los wayuu. Los diarios zulianos Panorama, La Columna o La Verdad publicaron algunas de sus reivindicaciones. Y, como ninguna de ellas obtuvo resultados, Darnott siguió la tradición revolucionaria, asaltando con sus milicias wayuu diferentes estamentos y edificios oficiales, y manteniendo como rehenes a sus ocupantes; como el consulado de Guatemala, la delegación del partido MAS, etcétera. Y como era previsible, de nuevo fue detenido e ingresó en prisón por aquellos asaltos. Aunque por pocas semanas.
Al salir, volvió a unirse a la lucha social, esta vez a favor de los buhoneros y vendedores callejeros, desalojados de las calles de Maracaibo por orden del gobernador del Zulia y líder de la oposición antichavista Manuel Rosales. Y siguieron más asaltos: la toma del Consulado de Colombia, la toma del Palacio Arzobispal... Con la consiguiente retención de sacerdotes y diplomáticos, y la posterior detención y encarcelamiento de Darnott de nuevo.
Libro recomendado: El Palestino, Antonio Salas
(Esta transcripción de las páginas 213 y 214 no se realiza con fines comerciales. Simplemente como guía para el lector)