miércoles, 19 de mayo de 2010

AFRICA: Operación Flintlock

La Operacion Flintlock ya comenzó. Así que por estos días están en plena operación fuerzas especiales de los Estados Unidos en la región del Sahara. Burkina Faso, Mali, Mauritania y Senegal se unen a los ejercicios militares que se realizarán por tres semanas, para combatir el terrrorismo en esa región del occidente africano.

Los ejercicios forman parte de un ambicioso programa del Pentágono en Africa, para brindar entrenamiento especializado para el combate con narcotraficantes y células terrorista de Al-Qaeda que aprovechan las tribus, y las porosas fronteras del Sahara.

Cuando Estados Unidos comenzó a referirse a la amenaza de Al Qaeda en el Sahara, pocos creyeron. Ahora es un problema palpable que se traduce en ataques cometidos por un grupo de jihadistas conocidos como “Al Qaeda en el Magreb Islámico”. Los proyecciones de los organismos de inteligencia hablan de 400 muy bien armados militantes que se han afincado en el norte de Mali, con el agravante de que poco a poco han estrechado sus lazos con los narcotraficantes suramericanos que utilizan el desierto para transportar grandes cantidades de cocaína hacia Europa.

El grupo de AQIM (Al Qaeda en el Magreb Islámico) se formó a partir del Grupo Salafista para la Predicación y el Combate de Algeria, que buscaba unir a todos los jihadistas africanos para librar una cruenta guerra contra Europa. Al fallar la misión por cuenta de la persecusión del ejército de Algeria, se despalzaron hacia el sur, formando alianzas con los Tuareg de Mali y Niger. Actualmente, es difícil saber cuándo se comportan como militancia islámica y cuándo como sindicatos del crimen organizado.

Lo grave de todo este panorama es que se ha hecho realidad el temor de que estos militantes islámicos del cinturón del sur subsahariano estén colaborando con grupos como las FARC, que ya monopolizan una buena parte del tráfico de drogas desde Colombia. Se advierte también la inflitración lenta pero segura de gobiernos débiles africanos, y de las poblaciones nómadas, extremadamente pobres, que se dejan tentar, ya no por las once mil vírgenes de los atentados suicidas, sino por el dinero contante y sonante que ofrece el narcotráfico.

Una mala señal, sin duda, fue el descubrimiento de un Boeing 727 en el desierto de Mali en noviembre pasado. El avión, que llevaba por lo menos 10 toneladas de cocaina, aterrizó en una improvisada pista, y al presentar una falla que le impidió despegar de nuevo, prefirieron quemarlo. Las autoridades de Mali descartaron un accidente aéreo. El avión quedó lo suficientemente entero como para que algunos llegaran a deshuesar lo poco que quedaba de su fuselaje.

Los informes de intelgencia hablan de toda una flota de aviones que se encarga de la ruta. Comenzaron volando con aviones de dos motores y a propulsion, y ahora utilizan jets ejecutivos y aviones 727 que ya están fuera de servicio. Desde 2006 se han detectado decenas de aeronaves que salen desde Los Andres, transitan en Venezuela, y tienen como destino final la región del Sahel – área de transición entre las arenas del Sahara y las sabanas africanas.

Alexandre Schmidt, portavoz de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito , a raiz de un informe títulado "Africa bajo ataque", dijo en noviembre que el Boeing encontrado en Mali, había salido de Venezuela. Aunque Venezuela lo niega, los opositores del Presidente Chávez, recuerdan que el presidente venezolano simpatiza con las FARC y que muchas de las acusaciones de corrupción del gobierno de Caracas, tienen que ver con el tráfico de drogas. Lo cierto es que como extensión de la misma operación antidrogas, tres nacionales de Mali fueron detenidos en Ghana el 18 de diciembre gracias a dos informantes de la DEA que se hicieron pasar por representantes de las FARC. Los detenidos finalmente aceptaron que protegían grandes cargamentos de cocaína en la región del Sahel que luego serían entregados en España. Cada uno de ellos ganaba cerca de US$10 mil dólares por kilogramo.

La llave entre narcotraficantes suramericanos y militantes islámicos preocupa principalmente a Nigeria, de donde justamente salió el terrorista que intentó volar un avión con explosivos en sus calzoncillos. Son muchas las coincidencias: el impresionante incremento del fenónemo del secuestro y la manipulación de militantes y narcotraficantes para crear animadversión entre los vecinos: Algeria se queja de la complacencia de sus vecinos con los criminales, y especialmente a Mali se le acusa de ser muy amable con los terroristas.

Europa es conciente de lo que pasa, sin embargo pareciera estática ante los hechos. Los expertos europeos afirman que Estados Unidos dejó de ser el objetivo de mercado de las nuevas mafias trans continentales. Ahora el objetivo es Europa, y el riesgo ha sido catalogado como el desarrollo criminal más importante desde el 9/11. Amenaza con apoderarse de una zona llena de inversión extranjera en petróleo, minería, y por donde quizá pasará el gasoducto trans-sahariano.

Como en Colombia, los traficantes adquieren por cantidades armas automáticas y semiautomáticas, y como en Colombia, donde los traficantes se escudan en guerrillas que dicen ser de izquierda o de derecha, en Africa se escudan en el radicalismo islámico, usándolo como “base ideológica”. Como en la Colombia de hace 10 años, en el Sahel existen zonas del desierto y de la sabana prohibidas para los pobremente entrenados, equipados, y pagados soldados. Como en Colombia, donde el Presidente Uribe ha pedido de todas las formas ayuda urgente de la comunidad internacional, en Dakar, Naciones Unidas dice que requiere de un esfuerzo importante de todos, incluyendo Venezuela que no solo es cercana a las FARC sino que tampoco permite el trabajo de agencias antidrogas en su territorio. La excusa de Caracas es que desde Colombia, con ayuda de Estados Unidos, se gesta una invasión a su país.

La DEA tiene 83 oficinas en 62 países, pero en Africa solo tiene 4 –Nigeria, Ghana, Egipto, y Sur Africa –. Interpol se ha unido a la batalla pero pareciera que asumen que Africa esta perdiendo rapidamente la guerra de las drogas. No hay carceles seguras, la justicia se compra, las fuerzas del orden son pobrísimas, y existe temor de enfrentarse a los nuevos barones del desierto.