
El 14 de marzo llegó y la indecisión rampa entre los votantes. El 14 de marzo llegó y pocos parecieran entender la vital importancia de las elecciones para el Senado, la Cámara, el Parlamento Andino, y las consultas verde y azul. El asunto no es de poca monta. Las elecciones de este fin de semana serán la pauta en la carrera hacia la presidencia. Una carrera que no solo será interesante sino que podría partir la historia de Colombia en dos.
Es la hora de elegir con estrategia. Estas elecciones no son otra cosa que un "reality" muy bien montado en el que 29.882.147 colombianos deciden su futuro inmediato y lejano. No pocas discusiones se han formado alrededor de quienes impulsan el voto el blanco, que a la luz de los acontecimientos solo sirve de placebo democrático. Un placebo que parecería inofensivo de no ser por las gravísimas consecuencias que tendrá de cara al próximo mandato presidencial. El voto en blanco no es una opción. El voto en blanco solo serviría para fortalecer la posición del grupo político con el que usted no está de acuerdo, o del grupo político que Ud. no quiere ver en el poder. Para que su presidente gobierne debe tener una bancada fuerte que lo respalde en el momento de las decisiones difíciles. Si bien hemos tenido un congreso salpicado por diferentes problemas, también hay que reconocer que dentro de las listas hay personas con una hoja de vida limpia y que no todos enarbolan la corrupción que vemos a diario en las noticias.
La lucha contra los grupos armados ilegales de derecha y de izquierda, es prioritaria, y para tal efecto, es necesario votar por la continuidad de políticas que nos aseguren que no caeremos de nuevo en el abismo de la desmilitarización para una nueva caguanización. La firmeza será necesaria para enfrentar los insultos y desaires de nuestro vecino presidente, quien no dejará de atacarnos por el solo hecho de cambiar de mandatario. La única opción posible para él no es otra que un candidato afín a su chabacanería y reverente ante su maquillada dictadura.
No queda otra opción entonces, que la de pensarlo bien, y darle a nuestro voto utilidad. El voto útil no es otro que aquel que ejerce cualquier ciudadano en función del eventual resultado de las elecciones. En este voto, que a mi juicio es más estratégico, se busca ganar sufragando por una sola opción que sirva de contrapeso al grupo opositor.
He de confesar que mis simpatías no están con el Doctor Petro. Nunca pondría a un ser querido en custodia de alguien que ha osado empuñar un arma y ha justificado la tortura del secuestro para lograr sus ideales. Para mí es simple terrorismo. Contrasta la repentina mesura del candidato amarillo con la increíble agresividad de sus declaraciones de hace unos años, cuando junto a otros, pedía ante los foros internacionales más importantes el rechazo a las relaciones diplomáticas y comerciales con Colombia. El candidato de marras sabe a qué le juega, y sabe que para ganar la partida es necesario mantenerse alejado de las provocaciones y el vocabulario agresivo. Su aparente prudencia, no es garantía de sinceridad. Muchos de sus seguidores podrían llevarse una desagradable sorpresa una vez lo hayan sentado en la Casa de Nariño. Simplemente, es cuestión de mirar hacia el Orinoco. A nuestra izquierda le falta madurar. Estamos a años luz de tener personajes de la talla política de Michelle Bachelete, de Lula, o del mismo Zapatero. Tendremos una izquierda proba cuando esta categóricamente rechace la extorsión de la guerrilla y el terrorismo expresado en el secuestro, en el chantaje y en la sistemática violación de los derechos humanitarios de la población civil. Cuando sin aguas tibias le dé el título de terrorista a quien lo es. Cuando deplore la muerte y las heridas de los soldados y policías que se dejan la piel combatiendo el terrorismo.
He recibido propuestas de todo tipo durante estos días. Miembros del PD han llamado a mi casa para solicitar el voto por su partido político. Algunos familiares también se han quejado de un acoso similar. La estrategia de sus militantes es la de siempre: repetir lo mismo, como si fuera un mantra, hasta que por efecto del cansancio logren imponer sus ideas. No hay excusa que valga ni argumento que los detenga. El Polo Democrático, me han confesado algunos de sus seguidores, votará en piña. Esa aparente división de su partido entre el ala dura del Profesor Gaviria y la quizá disfrazada moderación de su candidato, no es más que una estrategia. El objetivo es solo uno: poner a su partido en la presidencia y ponerlo de nuevo en el 2014, y en el siguiente periodo. Es ahora o nunca, me dicen. Sin embargo, lo preocupante es el tono de revanchismo que se transluce en su discurso y el de la amenaza que raya en la persecución política a sus oponentes. La tolerancia política está ausente en sus más acérrimos seguidores. No es más sino leer y analizar las palabras del candidato amarillo al conocerse la acertada decisión de la Corte Constitucional con relación al referendo reeleccionista.
Mi invitación, es a votar. No en blanco. Mi invitación es al voto estratégico. A un voto seguro que aferre la continuidad de medidas de seguridad que son importantes para Colombia. En ese punto no podemos retroceder. Entre más seguridad tengamos, más posibilidades para la reactivación del campo, más posibilidades para la inversión extranjera, y mejores opciones para elevar la calidad de vida de los millones de colombianos pobres que merecen oportunidades. Así mismo, es importante fortalecer los partidos de centro no tradicionales. A ellos es importante tenerlos en el congreso.