lunes, 29 de marzo de 2010

CHINA: Entre perros y gatos (Algunas imágenes anexas pueden ser ofensivas)

La imagen a su derecha no corresponde ni a una tienda de mascotas ni a la perrera municipal. Se trata de un mercado especializado en Ghuanzhou, al sur de china. La razón para haber hecho la toma es simple. Una de las tradiciones milenarias en la dieta china podría convertirse en asunto del pasado si en el Congreso Nacional Popular, el Partido Comunista decide echarle diente a la prohibición de vender y comer carne de perro y gato.

El borrador de una ley que reposa en los escritorios del Secretariado, redactado en Beijing por defensores de animales y expertos en leyes, supone un reto para las autoridades que así mismo se verían en la obligación de proteger los derechos de otros animales destinados al consumo humano y a la diversión.

No son extrañas a los oídos ni a los ojos de los conservacionistas, las historias y las filmaciones de horrorizados visitantes al Parque Safari de Badaling. Allí es normal observar como los empleados del zoológico tiran cabras vivas a la jaula de los leones mientras el público aprecia el espectáculo. Las imágenes se repiten a lo largo y ancho de China. En Guilin, en la Villa Xiongsen de Osos y Tigres el ritual es con vacas y cerdos. Igual sucede en Haerbin. Ni los pollos se salvan.

Hace ya un par de años el Congreso chino admitió que era necesario afinar las leyes actuales para prevenir la crueldad y proteger a los animales. Hasta el momento todo ha quedado en un comentario hecho con fines políticos y publicitarios. Por aquella época se acercaban los Juegos Olímpicos de Beijing, y lo último que hubiera querido el gobierno comunista era que el evento se viera opacado no solo por los derechos humanos, sino por los derechos de los animales. Así pues que durante la gesta deportiva, las autoridades prohibieron el expendio y el consumo de carnes que pudieran ser “incomprendidos” por la prensa internacional, y ofensivos a los ojos de atletas y visitantes.

Las voces en contra de la propuesta ley gastronómica, a favor de los gatunos y los perrunos, no se han hecho esperar. Los dueños de los restaurantes especializados en carne de gato y de perro, argumentan que es un ataque a los hábitos historicos de alimentación, y que por adoptar parámetros occidentales no se puede ir en contra de la misma cultura. El paladar occidental, dicen, no esta acostumbrado a este tipo de exquisiteces. Un rama de la medicina tradicional china, establece que comer carne de perro ayuda a mantener el cuerpo caliente en el invierno, y ayuda a eliminar toxinas en el verano.

Ahora bien, para el chino, comer perro no significa comerse a su propia mascota. Así como en el caso de los hijos, Beijing ha fijado una cuota de un solo perro por familia que no debe pasar, por decreto, de los 35 centímetros de alto. En franca desventaja quedan pastores alemanes, labradores y otros perros de gran tamaño, que son los más apetecidos por los comerciantes de carne. Entre más grande el animal, más la ganancia.

Tampoco sería justo dejar la impresión de que los chinos van por la calle cazando perros. Y es aquí donde es posible que surja una discusión que va mas allá de si la carne del plato es de felino o de canino. La gran mayoría de estos animales son criados en granjas cuyo objetivo final es abastecer el mercado para el consumo humano. Exactamente lo mismo que sucede con las vacas, los cerdos, las gallinas y otros animales que aceptamos sin ningún asco en nuestras mesas. El debate podría generar justamente la reacción contraria a la que esperan quienes redactaron la ley. Al gobierno chino podría no quedarle mas remedio, en aras de la igualdad, que permitir solo la carne de perro y gato que proceda de criaderos reconocidos. Es decir, se reglamentaria y se legalizaría el consumo de este tipo de animales domésticos.

Junto a China, en Tailandia, algunas zonas rurales de las dos coreas y en Vietnam se come carne de perro. Al igual que en China, en Costa de Marfil, Australia, e incluso la misma Italia, se come carne de felino -domestico o salvaje-. No es sino recordar que a principios de año, el celebre chef italiano Beppe Bigazzi, fue despedido de un programa de la televisión estatal de Italia, luego de decir que no había nada de malo con aquello de “comerse a los felinos”. Se refería el cocinero, al gato a la caserola, una exquisitez de Valdarno, en Toscana.