lunes, 18 de enero de 2010

HAITI: De regreso al futuro.

Los pocos segundos que duró el gran terremoto bastaron para acabar con Haiti. Lo ganado en estos ultimos años, anunque hubiera sido poco, se perdió, y el 12 de enero de 2010 será recordado como el dia en que la historia de la zona francófona de la Española se partió en dos. Ese día Haití dio un salto vertiginoso en el tiempo, de tener algo, a no tener nada, ni siquiera naturaleza para protegerse. El sismo acabó con lo que faltaba por terminar durante décadas de descuido y corrupción. Solo quedaron las piedras. Nadie se salvó, ni la misión de la ONU, ni los diplomáticos, ni los huéspedes del mejor hotel. Por primera vez en Haiti, la naturaleza no distinguió entre ricos y pobres, entre negros y mulatos, entre blancos y menos blancos.

Lo cierto es que inmediatamente después de la devastación, el presidente de Haiti, René Preval, no tuvo más remedio que hacer un llamado desesperado a la Casa Blanca y pedir ayuda directamente al despacho del Presidente Obama. Para entonces, ni el mismo jefe de gobierno haitiano sabía hasta qué punto llegaban los daños.  La información, que comenzó a llegar a cuenta gotas, al principio por los informes de otras embajadas extranjeras en territorio haitiano, daba cuenta de un 90% de destrucción en infraestructura y viviendas.

Cuatro días han pasado desde la tragedia y muchos de los residentes de Puerto Príncipe, han comenzado su éxodo hacia el campo, donde por lo menos creen que encontrarán comida y espacio para armar con seguridad sus cambuches. Los haitianos sepultados aún entre las ruinas comienzan a morir, los vivos dan muestras de rabia y desesperanza, y los heridos han quedado en algunas partes abandonados a su suerte, quien lo creyera, por los miembros del equipo médico de la ONU, que tuvieron que irse por órdenes de sus superiores. De ello da cuenta el Dr. Sanjay Gupta, editor en jefe de medicina de la cadena CNN, que se detuvo para hacer un reportaje en uno de los improvisados hospitales. Anoche Gupta narraba con angustia, en vivo y en directo, en 360 - el programa de análisis de Anderson Cooper-, cómo en el hospital permanecían él, su equipo de televisión –sin suficientes baterías–, decenas de heridos graves, y poco o casi nada de recursos para paliar la emergencia. Todos los implementos de primeros auxilios, se habían ido con el personal de la ONU, temiendo por los brotes de inseguridad que se incrementan con el paso del tiempo en Puerto Príncipe. Los médicos de la ONU no querían salir, pero tuvieron que hacerlo. Gupta no tuvo corazón para dejar a los heridos.

La inseguridad y las armas que tímidamente asoman por las calles no son gratuitas. A estas horas pocos haitianos son concientes de que la comida no llega no por falta de voluntad sino porque su país literalemente colapsó. Pocos saben que el puerto quedó totalmente destruido, que el aeropuerto escasamente funciona y que no hay personal para evacuar la ayuda que ingresa.

De poco sirve el rifirrafe y los celos entre los países que envían ayuda y que se encuentran con que es imposible aterrizar en Puerto Principe. Han sido Francia, Brasil, Italia y la Cruz Roja, los que se han quejado porque sus aviones han sido desviados a Santo Domingo. El gobierno francés, digo yo que quizá con algo de culpa por su propio abandono a su ex colonia, llegó al extremo de ordenar a su Primer Ministro Bernard Kouchner protestar formalmente ante el Departamento de Estado de los Estados Unidos por no permitir el aterrizaje de su aeronave cargada de suministros.
Todos querían llegar, pero aunque conocían la magnitud del desastre, no aceptaban que un aeropuerto como el de Puerto Príncipe no daba abasto, y que había que esperar. Quizá desconocían los franceses, que el propio presidente haitiano, René Preval, había pedido a Washington tomar control de su puerto y aeropuerto, así como hacerse cargo de la administración de la catástrofe por lo menos mientras se echaba a andar un engranaje internacional, mucho más allá de la ONU, para atender la grave situación de su país. El gobierno haitiano, sigue por lo menos nominalmente siendo el encargado de las operaciones de alivio y rescate, aunque no existen oficinas públicas para atender una reunión de ministros.

La decisión haitiana ha causado escozor en Brasil, a cargo de la misión de seguridad en Haiti, en representación de la ONU. De hecho, tanto el jefe de la misión de la ONU en Haití y Luiz Carlos Da Costa, a cargo de la operación brasileña, murieron por el colapso de su propias oficinas. La misión del organismo internacional quedó acéfala, a causa la gran pérdida en términos de empleados y colaboradores cercanos. Brasil ha montado en cólera al ver que el control lo han asumido tropas de Estados Unidos. Sin duda, un aliado más cercano y más poderoso que el lejano gobierno de Brasilia. Pareciera que Brasil tampoco quiere entender que 2000 policías haitianos con su propio drama a cuestas, y que los impopulares soldados de Naciones Unidas son insuficientes para controlar el caos. Si en tiempos de "paz" los azules no pudieron con la seguridad de Haití, mucho menos en momentos en que se requiere compasión pero también mano dura y disciplina.

Aún así, las cosas parecen mejorar. Los soldados estadounidenses se han hecho cargo de la seguridad de la entrada del aeropuerto. Las imagenes de hoy, muestran el área despejada, organizada por cordones, y lineas de aquellos a la espera de comida. En otras partes, la situación no cambia tan rápido como se quisiera. Comienzan a surgir el pillaje y las protestas porque la población espera mucho más que barras energéticas y necesita urgentemente instalaciones básicas.

Lo que sin duda hay que reconocer es la respuesta contundente de la administración Obama ante el pedido de su homólogo haitiano. Un grupo de buzos trabaja durante día y noche para recuperar el funcionamiento del puerto. El amfibio USS Bataan, llegará hoy o mañana con 2,200 marinos abordo. El buque hospital mas grande de la armada estadounidense, va en ruta desde Baltimore y llegará la próxima semana a Puerto Principe. El buque, es uno de los más completos del mundo. Tiene por lo menos 500 camas y cámaras de cirugía con la última tecnología.
Aparte de toda la actividad en agua, llegarán 3500 soldados este fin de semana, y 10000 soldados más, junto con cientos de funcionarios del gobierno. Todos ellos con un solo objetivo: limpiar obstáculos de las calles, realizar las evaluaciones de ingeniería necesarias, montar una base de comunicaciones para compartir datos con Estados Unidos y otros países, e iniciar las tareas de reconstrucción en Haití. La idea, según Hillary Clinton, no es reemplazar de ninguna forma al gobierno haitiano. Se trata de coordinar con Naciones Unidas, y otros países para preparar el renacer de Haití.

Sin embargo, no todo será color de rosa. A parte de los roces diplomáticos de los que seremos testigos en los próximos meses y de los incontables correos electrónicos “anti imperialistas” que veremos circular, se cierne la sombra de una nueva tragedia. Un grupo de científicios del Instituto Geofísico de la Universidad de Texas, en Austin, ha alertado sobre la posibilidad de que se repitan más terremotos de igual o mayor intensidad sobre la misma falla. Argumentan que “la liberación de estrés a lo largo de la falla cerca de Puerto Príncipe, puede haber incrementado la fuerza acumulada en otros segmentos”.

La falla, que tiene cientos de kilómetros de largo, es considerada como un sistema compuesto por varios segmentos. Consideran los científicos que si el segmento que se fracturó en Haití solo tiene 80 kilómetros de largo, cualquiera de los otros, que no ha registrado movimiento en cientos de años, puede causar una tragedia similar o peor a la de Haití. La ya destruida Puerto Príncipe y Kingston, en Jamaica, volverían a quedar a merced de otro evento geológico de gran magnitud. Lo peor, añaden, es que el segmento que provocó el terremoto no es precisamente el más cercano a Puerto Príncipe.

Este mismo grupo de científicos había ya advertido al gobierno haitiano desde 2003, de la inminente presión que se había acumulado en la falla que se activó esta semana, pero no pudo hacerse mayor cosa para reforzar los edificios de la empobrecida Haití. En 2008 el informe que descansaba sobre el escritorio del Presidente Preval era contundente. En él le advertían que la falla tenía suficiente energía como para provocar un terremoto de más de 7 grados de magnitud. Sin embargo, con la nación azotada por huracanes e inundaciones, poco pudo hacer el gobierno haitiano para prevenir el desastre.

Si el cálculo científico resulta ser tan acertado como el anterior, quizá estemos a tiempo de preparanos antes de que nos veamos sacudidos por una tragedia similar. Será la única forma de no repetir la misma pesadilla que nos lleve irremediablemente de regreso al futuro.


Foto: (click para ampliar) Los Angeles Times