Todo comenzó mal. Anteayer el presidente del grupo de científicos que conforman la Unidad de Investigación sobre Cambio Climático (CRU) se defendía a capa y espada contra lo que amenaza con llevar al traste la cumbre climática mundial que se celebra esta semana en Copenhage: el “climagate”.
Así lo expuso Rajendra Pachauri, presidente del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC), que se fue lanza en ristre contra los piratas informáticos que lograron robar cientos de correos electrónicos intercambiados entre la crema y nata de los científicos que estudian el calentamiento global. Para Pachauri el robo de la información no es otra cosa que un intento de sabotear y de desacreditar por completo toda la labor y el estudio hecho hasta ahora por los científicos que insisten en que los países más industrializados deben bajar el ritmo de consumo y contaminación. “El cambio climático es un hecho” reclamaba el indignado ambientalista, poco después de reconocer que los correos electrónicos robados el 19 de noviembre pasado están en manos de escépticos climáticos que intentan hacer creer que los científicos han distorsionado los datos para dramatizar la amenaza del calentamiento global.
La denuncia no es de poca monta y ha causado revuelo en el Congreso de Estados Unidos, que se ha negado a firmar cualquier protocolo que vaya en contra de sus intereses de desarrollo. Igual repercusión ha tenido en Arabia Saudita, que ve con preocupación cómo el desarrollo de energía alternativa y la conciencia de los consumidores le ha ido robando el reinado al petróleo. Los árabes piden una nueva investigación que arranque de ceros, y han tendido un manto de duda sobre las conclusiones a las que han llegado más de 2500 científicos en los últimos años.
Algunos de los mensajes son comunicaciones de los científicos de la Universidad de East Anglia, del Reino Unido, en las que expresan su frustración ante la falta de explicaciones sobre lo que ellos describen como un “descenso temporal” en el calentamiento global, y en las que discuten cómo contrarrestar las campañas de los escépticos. Las acusaciones que hacen quienes están detrás del robo informático están basadas en frases extraídas de correos electrónicos incluso de 1996.
James Overland, un especialista en el Ártico de la NOAA, la Administración Nacional para el Océano y la Atmósfera de Estados Unidos, es conciente de que el “climagate” le ha robado gran parte del oxígeno a la reunión, y ha puesto en la picota la credibilidad de toda la ciencia climática. Gravísimo, si se tiene en cuenta que la esperanza estaba depositada en el compromiso de Barack Obama, que en el momento en el que escribo, había retrasado convenientemente su aparición en Dinamarca.
Mohammed al-Sabban, el portavoz de Arabia Saudita en la importante cumbre climática, advirtió que no existía confianza en el grupo de científicos como para tomar una determinación contundente que sin duda significaría un sacrificio en la economía de los productores de petróleo. Al-Sabban fue más lejos y en una entrevista en la BBC dijo que los correos electrónicos filtrados sugerían que el cambio climático no era provocado por el hombre, sino más bien un cambio natural.
Los científicos que no están envueltos en el escándalo están de acuerdo en realizar una investigación independiente, pero también indican que todo el trabajo realizado hasta ahora no solo viene de un instituto en particular, sino que está respaldado por miles de datos que han llegado de muchas partes del mundo y que es uno de los más rigurosos en la historia del estudio del clima. Tom Wigley, director del Centro Nacional para la Investigación Atmosférica de Estados Unidos, advierte que lo preocupante está en que por cuenta de los saboteadores y quienes apoyan el actual ritmo de vida de los países desarrollados y la economía de los productores de petróleo, se agota el tiempo para tomar las acciones necesarias para proteger el planeta. Para Wiegly todos aquellos –los piratas, los escépticos, los blogueros – que intentan sabotear y retrasar el proceso de respuesta contra el cambio climático, deben pagar legalmente por sus actos.
Foto: "Truco o realidad" es la imagen de la introducción de un programa especial de CNN sobre el cambio climático.