Chocante resulta la figura de Piedad Córdoba usurpando la imagen de la Virgen de la Piedad, la famosa obra de Miguel Ángel. En la escultura original, una virgen joven, bella y piadosa, sostiene a su Hijo muerto. El cuerpo del Jesús se contrapone a los pliegues del vestido de la Virgen María, y reposa sobre su canto y el brazo izquierdo. El brazo derecho de la Virgen, se encuentra extendido, con la palma de la mano hacia arriba ofreciendo conmiseración.
En la obra usurpadora (hacer click en la imagen arriba para ampliar), y en un ataque de infinita soberbia y mitomanía, es la misma Córdoba la que pretende apropiarse de la simbología de esa virgen en particular, para subir de categoría en el inconciente religioso colombiano, o quizá, fundar su propia religión donde sea ella quien ascienda a los altares. Quizá solo emule a su gran amigo, el Presidente Chávez quien se ha apropiado de la imagen de Bolívar para convertirla casi en una religión y justificar su ideología política y todo lo que ella genere.
En la controvertida reproducción de la Virgen de la Piedad encontramos a la Senadora Córdoba de vestido lila con flores azules, cejas perfectamente depiladas, sombra de ojos a juego con los detalles del traje, y acaso una deseable delgadez. El color del vestido no pudo ser escogido al azar, precisamente porque le quedara bien a la piel de la Senadora. Los expertos en la sicología del color advierten que el lila es el color más espiritual y el que sugiere el área mística entre el cielo y el paraíso. El azul de los detalles sugiere la identificación del ser humano con el planeta, y provoca tranquilidad. El vestido lleva además una banda blanca que bien puede ser en alusión a su fallido intento por lograr el Nóbel de la Paz. De hecho, la imagen acompaña el texto de agradecimiento a su nominación al importante premio.
En la nueva imagen, el manto ha sido reemplazado por un turbante y además se ha adecuado una corona de nueve estrellas visibles, que son en igual número, a las que ha llevado la Virgen de la Piedad de Albaida en la Cuaresma 2009. Aunque es de dudar que el creador de la imagen siga de rodillas las procesiones de la Semana Santa española, si valdría tener en cuenta que la bandera venezolana cuenta con ocho estrellas, y que las nueve de Piedad Córdoba bien podrían incluir las ocho vecinas más la propia colombiana. Una representación sin duda poco amable del proyecto expansionista del presidente venezolano.
Pero quizá lo que más suspicacias genera es la identidad del muerto que reemplaza al Jesús de la Piedad original. Lo que en principio pareciera una imagen de un Simón Bolívar de uniforme naranja con peto verde –colores que de acuerdo a los archivos de imágenes no corresponden a la época –, poco a poco se transforma al utilizar un poco de lógica, o de pronto de malicia.
Los colores en tonalidades salmón fuerte o naranja y amarillo con fondo verde, por lo menos corresponden a los utilizados en la página web de bolivarsomostodos.org, donde se encuentran los links de las FARC, el Movimiento Bolivariano, el Movimiento Juvenil Bolivariano, la Cadena Radial Bolivariana y el Partido Comunista Clandestino de Colombia.
Aunque el muerto de la imagen de Córdoba pareciera ser cualquiera, lo cierto es que no representa ni a un soldado, ni a un campesino, ni a un desplazado, ni a un mutilado, ni siquiera a un secuestrado colombiano. Expone la imagen un combatiente, con traje de ejercito patriota, pero cuyos angulos del rostro si podrian relacionarse, por lo menos a mi me lo parece, con los del extinto Manuel Jesús Muñoz Ortiz, alias Iván Ríos, ex alumno de la Universidad de Antioquia, miembro del Secretariado de las FARC, y alumno de Alfonso Cano, con quien habría creado el Movimiento Bolivariano y el Partido Comunista Clandestino de Colombia en el año 2000. (Quiza algun experto en photoshop le logre dar vuelta a la foto, le quite la barba, y nos saque de la duda).
Me pregunto si el fajón de la imagen del difunto tendrá que ver con una simple idea de decoración, o si por el contrario, corresponde a la imposición de insignias de ascenso en rango en las ceremonias en los grupos rebeldes, o quizá a los honores, o la imposición de la banda ante el cadáver de uno de sus caídos importantes. Y es que generalmente, en los politicos curtidos, especie a la que pertenece Cordoba, ningun detalle escapa. Todo tiene un significado por mas intrascendente que parezca.
Pero independientemente de lo que represente la piedad de Piedad Córdoba, queda el sabor de estar presenciando una escena más de la toma que han hecho los políticos de los símbolos religiosos y de la religión para validar su mensaje ante la opinión pública. Por las equivalencias religiosas han pasado desde el Presidente Bush, hasta el Presidente Chávez que aparece en el mural que decora el programa La Hojilla, tocando al pueblo (como Dios a Adán, en el fresco de Miguel de Ángel) mientras Cristo preside la escena. Y sí, como no, como la Senadora Córdoba, en la imagen el presidente venezolano también tiene su corona formada, por coincidencias históricas y bolivarianas –por ponerlo en sus propios términos – por las ocho estrellas de la bandera venezolana.
En términos prácticos y no por menos irónicos pareciéramos recibir un mensaje de doble moral en la que los políticos de todas las tendencias se jactan de que la política no debe influir sobre la libertad religiosa y viceversa, sin embargo pareciera que al final de cuentas no pueden prescindir de la religión para tratar de influir en los sentimientos y los valores éticos de la sociedad que recibe sus mensajes.
David Domke y Kevin Coe, autores de The God Strategy (Oxford Press, 2008), analizan cómo los politicos cada vez más se concentran en el desarrollo de comunicaciones cuidadosamente elaboradas para conectar a los votantes religiosos. A aquellos moderados que se sienten cómodos con su fe, y a aquellos evangélicos o cristianos que desean una comunión más concreta del gobierno con la religión. Algunos políticos la usan porque ellos mismos son creyentes, otros porque estratégicamente les representa en las urnas. Así pues el abuso de Dios y de las imágenes sagradas es un asunto de simpatía electoral.
Los trucos más utilizados, según este par de analistas de estrategias electorales, son: Actuar como sacerdotes políticos utilizando el lenguaje de “los fieles”; fusionar a Dios con el destino divino del país para combatir, unificar, o dirigir a otros; adoptar importantes símbolos religiosos, prácticas y rituales dentro de la identificación de su persona o de su partido; y enarbolar banderas de moralidad política mediante el uso de sentencias futuras.
Pero los políticos no reciben todo el crédito por esta estrategia celestial. Los grupos religiosos también participan desde las congregaciones haciendo ver a los políticos como portadores de la verdad o por lo menos de un mejor futuro y confunden a la opinión con lo que cada cual percibe como la “moralidad política”.
Tendremos que esperar un poco más, para ver en dónde confluye está imagen usurpada de La Piedad en la persona de Piedad Córdoba con su discurso político. Independientemente de que gustaran o no sus tendencias políticas surge una faceta totalmente desconocida que desconcierta a quienes creíamos conocerla. Sería interesante saber cual será su soporte religioso en esta nueva imagen que parece estar creando para su propio usufructo y conveniencia.
(Escrito original de octubre 2009)
En la obra usurpadora (hacer click en la imagen arriba para ampliar), y en un ataque de infinita soberbia y mitomanía, es la misma Córdoba la que pretende apropiarse de la simbología de esa virgen en particular, para subir de categoría en el inconciente religioso colombiano, o quizá, fundar su propia religión donde sea ella quien ascienda a los altares. Quizá solo emule a su gran amigo, el Presidente Chávez quien se ha apropiado de la imagen de Bolívar para convertirla casi en una religión y justificar su ideología política y todo lo que ella genere.
En la controvertida reproducción de la Virgen de la Piedad encontramos a la Senadora Córdoba de vestido lila con flores azules, cejas perfectamente depiladas, sombra de ojos a juego con los detalles del traje, y acaso una deseable delgadez. El color del vestido no pudo ser escogido al azar, precisamente porque le quedara bien a la piel de la Senadora. Los expertos en la sicología del color advierten que el lila es el color más espiritual y el que sugiere el área mística entre el cielo y el paraíso. El azul de los detalles sugiere la identificación del ser humano con el planeta, y provoca tranquilidad. El vestido lleva además una banda blanca que bien puede ser en alusión a su fallido intento por lograr el Nóbel de la Paz. De hecho, la imagen acompaña el texto de agradecimiento a su nominación al importante premio.
En la nueva imagen, el manto ha sido reemplazado por un turbante y además se ha adecuado una corona de nueve estrellas visibles, que son en igual número, a las que ha llevado la Virgen de la Piedad de Albaida en la Cuaresma 2009. Aunque es de dudar que el creador de la imagen siga de rodillas las procesiones de la Semana Santa española, si valdría tener en cuenta que la bandera venezolana cuenta con ocho estrellas, y que las nueve de Piedad Córdoba bien podrían incluir las ocho vecinas más la propia colombiana. Una representación sin duda poco amable del proyecto expansionista del presidente venezolano.
Pero quizá lo que más suspicacias genera es la identidad del muerto que reemplaza al Jesús de la Piedad original. Lo que en principio pareciera una imagen de un Simón Bolívar de uniforme naranja con peto verde –colores que de acuerdo a los archivos de imágenes no corresponden a la época –, poco a poco se transforma al utilizar un poco de lógica, o de pronto de malicia.
Los colores en tonalidades salmón fuerte o naranja y amarillo con fondo verde, por lo menos corresponden a los utilizados en la página web de bolivarsomostodos.org, donde se encuentran los links de las FARC, el Movimiento Bolivariano, el Movimiento Juvenil Bolivariano, la Cadena Radial Bolivariana y el Partido Comunista Clandestino de Colombia.
Aunque el muerto de la imagen de Córdoba pareciera ser cualquiera, lo cierto es que no representa ni a un soldado, ni a un campesino, ni a un desplazado, ni a un mutilado, ni siquiera a un secuestrado colombiano. Expone la imagen un combatiente, con traje de ejercito patriota, pero cuyos angulos del rostro si podrian relacionarse, por lo menos a mi me lo parece, con los del extinto Manuel Jesús Muñoz Ortiz, alias Iván Ríos, ex alumno de la Universidad de Antioquia, miembro del Secretariado de las FARC, y alumno de Alfonso Cano, con quien habría creado el Movimiento Bolivariano y el Partido Comunista Clandestino de Colombia en el año 2000. (Quiza algun experto en photoshop le logre dar vuelta a la foto, le quite la barba, y nos saque de la duda).
Me pregunto si el fajón de la imagen del difunto tendrá que ver con una simple idea de decoración, o si por el contrario, corresponde a la imposición de insignias de ascenso en rango en las ceremonias en los grupos rebeldes, o quizá a los honores, o la imposición de la banda ante el cadáver de uno de sus caídos importantes. Y es que generalmente, en los politicos curtidos, especie a la que pertenece Cordoba, ningun detalle escapa. Todo tiene un significado por mas intrascendente que parezca.
Pero independientemente de lo que represente la piedad de Piedad Córdoba, queda el sabor de estar presenciando una escena más de la toma que han hecho los políticos de los símbolos religiosos y de la religión para validar su mensaje ante la opinión pública. Por las equivalencias religiosas han pasado desde el Presidente Bush, hasta el Presidente Chávez que aparece en el mural que decora el programa La Hojilla, tocando al pueblo (como Dios a Adán, en el fresco de Miguel de Ángel) mientras Cristo preside la escena. Y sí, como no, como la Senadora Córdoba, en la imagen el presidente venezolano también tiene su corona formada, por coincidencias históricas y bolivarianas –por ponerlo en sus propios términos – por las ocho estrellas de la bandera venezolana.
En términos prácticos y no por menos irónicos pareciéramos recibir un mensaje de doble moral en la que los políticos de todas las tendencias se jactan de que la política no debe influir sobre la libertad religiosa y viceversa, sin embargo pareciera que al final de cuentas no pueden prescindir de la religión para tratar de influir en los sentimientos y los valores éticos de la sociedad que recibe sus mensajes.
David Domke y Kevin Coe, autores de The God Strategy (Oxford Press, 2008), analizan cómo los politicos cada vez más se concentran en el desarrollo de comunicaciones cuidadosamente elaboradas para conectar a los votantes religiosos. A aquellos moderados que se sienten cómodos con su fe, y a aquellos evangélicos o cristianos que desean una comunión más concreta del gobierno con la religión. Algunos políticos la usan porque ellos mismos son creyentes, otros porque estratégicamente les representa en las urnas. Así pues el abuso de Dios y de las imágenes sagradas es un asunto de simpatía electoral.
Los trucos más utilizados, según este par de analistas de estrategias electorales, son: Actuar como sacerdotes políticos utilizando el lenguaje de “los fieles”; fusionar a Dios con el destino divino del país para combatir, unificar, o dirigir a otros; adoptar importantes símbolos religiosos, prácticas y rituales dentro de la identificación de su persona o de su partido; y enarbolar banderas de moralidad política mediante el uso de sentencias futuras.
Pero los políticos no reciben todo el crédito por esta estrategia celestial. Los grupos religiosos también participan desde las congregaciones haciendo ver a los políticos como portadores de la verdad o por lo menos de un mejor futuro y confunden a la opinión con lo que cada cual percibe como la “moralidad política”.
Tendremos que esperar un poco más, para ver en dónde confluye está imagen usurpada de La Piedad en la persona de Piedad Córdoba con su discurso político. Independientemente de que gustaran o no sus tendencias políticas surge una faceta totalmente desconocida que desconcierta a quienes creíamos conocerla. Sería interesante saber cual será su soporte religioso en esta nueva imagen que parece estar creando para su propio usufructo y conveniencia.
(Escrito original de octubre 2009)