No había pasado mucho tiempo, cuando en 1898 en Nueva York, el croata Nicola Tesla dejó boquiabiertos a los espectadores de una exhibición de aparatos eléctricos. Se trataba del primer bote operado a control remoto. Dice el biógrafo del señor Tesla, que el inventor trató de venderle el bote a la Armada de los Estados Unidos, que estaba tan sorprendida ante la nueva tecnología, que prefirió no usarla aún cuando se encontraba en plena guerra contra España.
En 1940 los nazis fueron más allá y produjeron el Goliat, el primer Vehículo Terrestre No Tripulado – UGV por sus siglas en inglés –. Un diminuto tanque sin cañón que, operado a control remoto por un soldado a una distancia segura, servía para explotar minas y bunkers. El Goliat rápidamente se convirtió en la primera bomba terrestre móvil en la historia de las armas.
Los 60 y los 70, vieron el nacimiento de aviones no tripulados para misiones de reconocimiento. Eran los famosos aviones espía que irritaban a China, Cuba y Corea del Norte.
Después del éxito del Goliat alemán, los robots de tierra habían quedado relegados ante la supremacía de los UAV. Sin embargo, a finales de los 80 y hasta ahora, los UGV se han desarrollado a una velocidad sin paralelo. Si pensar en un tanque en miniatura en zona urbana ya causa escalofrío, la imagen de uno de estos nuevos bichos causa angustia infinita.
El año 2002 marcó una nueva época en los UAV. Ya no eran aviones no tripulados con misiones de inteligencia. Vimos desde lejos, en las noticias, sin entender lo que era, la figura del Predator. Una preciosa nave no tripulada capaz de enfrentar un ataque de un avión de guerra convencional. Una nave estilizada que con precisión de cirujano bombardeaba las montañas de Afganistán para desarticular las redes de Al-Qaeda, que al final decidió mimetizarse entre la población para no ser un objetivo tan sencillo.
En 2009 hablamos de por lo menos 7000 UAV, y de por lo menos 12000 UGV tan solo en el ejército de Estados Unidos. Unos robots reemplazan al ejército convencional. Otros se encargan del rescate de soldados heridos desde un ambiente hostil, y otros, de diagnosticar y sugerir el tratamiento inmediato del soldado una vez su cuerpo ha sido recuperado. Existe también un número no determinado de Micro-vehículos Aéreos No Tripulados –MAV por sus siglas en inglés–, que bien podríamos confundir con una libélula.
Es la nueva guerra. La guerra que va unida a la ciber guerra. Una guerra de satélites, una guerra por el control del espacio y de las comunicaciones de un país. La guerra del iPhone y el iPhod. Una guerra que volverá mucho más millonarios a los contratistas españoles, chinos, indios, ingleses, rusos, mexicanos, estadounidenses, y a por lo menos una treintena de países que se han embarcado en el desarrollo militar de la robótica. Unos más especializados que otros en robots terrestres o aéreos.
Después del éxito del Goliat alemán, los robots de tierra habían quedado relegados ante la supremacía de los UAV. Sin embargo, a finales de los 80 y hasta ahora, los UGV se han desarrollado a una velocidad sin paralelo. Si pensar en un tanque en miniatura en zona urbana ya causa escalofrío, la imagen de uno de estos nuevos bichos causa angustia infinita.
El año 2002 marcó una nueva época en los UAV. Ya no eran aviones no tripulados con misiones de inteligencia. Vimos desde lejos, en las noticias, sin entender lo que era, la figura del Predator. Una preciosa nave no tripulada capaz de enfrentar un ataque de un avión de guerra convencional. Una nave estilizada que con precisión de cirujano bombardeaba las montañas de Afganistán para desarticular las redes de Al-Qaeda, que al final decidió mimetizarse entre la población para no ser un objetivo tan sencillo.
En 2009 hablamos de por lo menos 7000 UAV, y de por lo menos 12000 UGV tan solo en el ejército de Estados Unidos. Unos robots reemplazan al ejército convencional. Otros se encargan del rescate de soldados heridos desde un ambiente hostil, y otros, de diagnosticar y sugerir el tratamiento inmediato del soldado una vez su cuerpo ha sido recuperado. Existe también un número no determinado de Micro-vehículos Aéreos No Tripulados –MAV por sus siglas en inglés–, que bien podríamos confundir con una libélula.
Es la nueva guerra. La guerra que va unida a la ciber guerra. Una guerra de satélites, una guerra por el control del espacio y de las comunicaciones de un país. La guerra del iPhone y el iPhod. Una guerra que volverá mucho más millonarios a los contratistas españoles, chinos, indios, ingleses, rusos, mexicanos, estadounidenses, y a por lo menos una treintena de países que se han embarcado en el desarrollo militar de la robótica. Unos más especializados que otros en robots terrestres o aéreos.
El reemplazo de humanos por robots en la guerra suena bien, pero sus consecuencias pueden ser profundas. Ya no existe la conexión sentimental entre el soldado y la zona que se ataca. Los soldados de una nave no tripulada están a miles de kilómetros, cómodamente sentados en una consola similar a la de un video juego. La nave identifica, discrimina y envía la información. El soldado no juzga, tan solo dispara. Eso sí, todo lo que ocurre en el frente de batalla queda registrado, algo que sin duda es importante para evitar los abusos en la guerra.
Sin embargo, todas estas imágenes pueden ser recicladas por los productores de videojuegos que a su vez están reeducando en la concepción misma de la guerra. Actualmente muchos podemos reconocer el dolor de la tragedia causada por un arma. No necesariamente en el futuro. La etapa de desensibilización ha comenzado.
Un libro recomendado que desafortunadamente todavía no llega a las librerías en español es Wired for War, de P.W. Singer. Singer, un reconocido catedrático experto en relaciones internacionales y asuntos militares, y creador de Inciativa para la Defensa del Siglo 21, nos lleva a través de interesantísimas entrevistas con los creadores y los actores de la guerra. Al final, la conclusión es pesimista. Juzguen ustedes, a partir del siguiente video.
Foto: Click para ampliar. Battle Extraction Assist Robot (BEAR). Misión: Rescate de soldados heridos de áreas peligrosas o en combate. Military Channel.