Es la misma Generación Y, que ha sido marcada por eventos y tendencias que influirán en nuestro futuro como nación, como planeta.
Dicen los entendidos que la comodidad ha engendrado una generación facilista, frívola, poco religiosa, más tolerante y que espera respuestas inmediatas. Su mundo va mucho más allá de las fronteras familiares, mucho más alla de los conceptos de papá y mamá, que por muy liberales que sean no podrán entender el alcance que supone en el desarrollo mental y emocional el uso de las nuevas tecnologías, el fondo de la nueva comunicación. Esta es la generación del lazo verde en Irán, la generación que puso contra las cuerdas al régimen teocrático de Khamenei.
En los milenarios, como en los X –la generación anterior-, la concepción de la religión a nivel general ha cambiado. Y no es que sean menos religiosos, simplemente viven la religiosidad a su manera. No hace mucho conversaba con un grupo de recién graduados sobre cómo percibían su propia religión. Todos aceptaron venir de hogares creyentes, todos también aceptaron que su religión, su propia religión iba más allá del Tora, la Bilblia, del Corán o de los escritos de Buda. Su religión, expresada en sus propias palabras, es compatible con cualquier religión, y bien podrían combinarse las creencias para hacer del mundo un lugar mucho más lógico, menos guerrero, mucho más si hay hombres que se creen Dios y otros que pelean en nombre de Dios.
Esta generación de Harry Potter está en contra de la censura en la Internet, cree en servicio de Napster, Emule y Ares –por nombrar algunos-, y practica con desprendimiento las limosnas virtuales, que no son otra cosa que compartir archivos con el más necesitado. Bien lo saben las disqueras que han perdido millones de dólares en ventas. Los empresarios, todos ellos en edad madura o avanzada, perdieron la noción del tiempo y del espacio. Olvidaron que con las nuevas tecnologías los nuevos jóvenes tenían acceso a infinita cantidad de archivos de música de todos los géneros y que puede más la solidaridad entre amigos que la solidaridad con su cantante favorito y su empresario que cada vez mueve más millones . Las disqueras olvidaron que las viviendas con el tiempo son más diminutas y que no hay espacio para tanto plástico. Es más fácil mantener el orden en el Ipod que en su propia habitación, así el dichoso aparato guarde tres mil canciones.
Absurdo es pretender que los milenarios se comporten como los de la generación “X” –a la que pertenezco-, o que se comporten como la generación anterior que creció con el Rock & Roll y John F. Kennedy. En algún momento esta generación de milenarios llegará al poder y allí podremos ver con lujo de detalles cómo funcionan los hijos de Twitter, y del SMS. Las predicciones no son halagüeñas si se tiene en cuenta que por lo menos en Japón hemos visto crecer una generación masificada de solitarios y egoistas, adictos a la tecnología y al video. De otro tanto se quejan los sociólogos en Estados Unidos. Le achacan a los milenarios la inmediatez, la irresponsabibilidad, el objetismo puramente sexual de hombres y mujeres, el narcicismo y la frivolidad. Europa no se queda atrás. J.S.* una estudiante austriaca comentaba abiertamente en clase que sus congéneres eran los hijos del Red Bull en todas sus presentaciones y de las drogas sintéticas. Eran hijos del título académico que lograban, porque más valía tener muchos y parecer más inteligente que tener uno y automáticamente ser enviado al cajón de los cualquiera.
Pero la realidad del mundo no es necesariamente igual a la de América Latina, el Sureste Asático, y África, donde todavía es una proeza tener agua, luz y teléfono en las zonas más apartadas. Es la responsabilidad que tendrán estos nuevos líderes latinoamericanos. El sábado, durante una reunión con la queridísima familia del Embajador de Guatemala en Japón, llegué a la conclusión de que no todo está perdido. Que hay madera para tener buenos gobernantes, que respondan a las nuevas necesidades de quienes los eligen. Si partimos de la base de que las nuevas generaciones odian el compromiso ideológico, como evitan el compromiso religioso, serán líderes que aglutinen bajo su propia independencia a seguidores de diferentes tendencias. Y es que en América Latina no podemos darnos el lujo de seguir polarizados entre una derecha y una izquierda de dinosaurios.
Los tiempos han cambiado y requieren una gran movilidad social y una gran concertación. Se necesita sangre nueva en las casas de gobierno. Obama, de 47 años, es la muestra de que la opción de centro siempre será la más popular. El factor decisivo en la presidencia de Obama estuvo en la papeleta de la generación X, y de los milenarios.
Los milenarios tienden a ser emocionalmente más inteligentes que las anteriores generaciones. Es decir, al ser menos pasionales sus respuestas son más acertadas, más “cool”. Dos temas que siempre marcan la pauta para medir la asertividad son el religioso –al que ya me referí- y el sexual. En este último me ha sorprendido la reacción de los milenarios. La mujer milenaria puede ser extremadamente liberal, o extremadamente conservadora pero raramente se intimida por una pregunta de este tipo. Los milenarios tienen similar reacción, sin embargo depende de la estructura básica de su educación para que salga energúmeno gritando ante la sola mención de la homosexualidad, o para que su inteligencia emocional se sobreponga al shock inicial de la pregunta, la asuma y la conteste.
Los aproximadamente diez adolescentes con quienes he conversado al respecto, han sido claros en su respuestas. Me impactó el musulmán que me dijo que el hecho de que el Corán lo prohibiera no significaba que él no tolerara a quienes tuvieran diferentes inclinaciones sexuales. Similares respuestas recibí de un nepalí, de un californiano, y de un francés. No así, de un peruano y de un español que incluso manifestaron estar de acuerdo con los grupos de intolerancia sexual que han surgido en Europa últimamente. Otros dos, un centroamericano, y un venezolano dijeron no sentirse incomodos con la pregunta, y la contestaron tranquila pero escuetamente, sin desarrollarla.
Si las anteriores generaciones destrozaron el planeta, los milenarios y los Z serán los encargados de sufrirlo y remendarlo. Los milenarios ya están en funciones y los veremos dentro de unos diez años cuando se asomen por los pasillos del poder. La pregunta es si estos nuevos políticos tendrán el suficiente cerebro y el suficiente temple para deslindar sus pasiones aunque sea para tomar decisiones dolorosas y costosas pero que serán necesarias. Hasta que punto las maquinarias políticas permitirán que un independiente surja y les robe el estrellato. Hasta que punto esta generación del twitter querrá desgastarse en lugares olvidados para hacer sentir que su proyecto es incluyente, que no es de ricos ni de pobres, ni de campos ni ciudades, que los incluye a todos, independientemente de su tendencia religiosa o sexual.
Tengo fe. Me gustan los milenarios con los que he conversado y los que me rodean -incluyendo mis sobrinos-. También es cierto que dentro de su generación hay algunos irrecuperables, que no conciben orden alguno. Esos me preocupan porque son los parásitos que entorpecerán el camino de los brillantes que he conocido.
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