Las leyes antitabaco están de moda. En Estados Unidos el gobierno está dispuesto a firmar una de las legislaciones más duras y controvertidas contra el tabaco. España, Colombia, y Costa Rica intentan hacer respetar las leyes que prohíben el consumo y la publicidad del tabaco en lugares públicos o eventos deportivos. En el Sur Este Asiático se debate intensamente en las advertencias que deben leerse en las cajetillas. En Japón, hogar de la tercera tabacalera más grande del mundo, no pasa nada. 30 millones de fumadores, restaurantes donde el aderezo de la comida es el humo del vecino, leyes anti tabaco laxas, y funcionarios de Japan Tobacco, que argumentan que “no creen que el cigarrillo cause cáncer”.
Y es que la industria del tabaco hay que verla desde dos puntos de vista. De una parte, es un jugoso negocio para los países productores como Uganda, donde la British American Tobacco es la quinta contribuyente fiscal del estado. Como en el país africano, sendos intereses juegan en Brasil, Estados Unidos, Zimbawe, Malawi y China, en donde se concentra el 80% de la producción mundial de tabaco. Las once tabacaleras más importantes del mundo se disputan un mercado de 5.5 trillones de unidades al año. La gran ironía es que de las multimillonarias ganancias poco llega a las comunidades productoras.
De otra parte, la Organización Mundial de la Salud recuerda que cada 8 segundos alguien muere por enfermedades causadas por el tabaquismo, y que en 2015 los muertos del tabaco sobrepasarán en un 50% a las víctimas del SIDA. El 80% de los muertos estará en los países en vías de desarrollo, en las clases menos favorecidas. Muchos de ellos podrían haber fumado su primer cigarrillo a los 8 años, o menos.
Las últimas jornadas preventivas están enfocadas a evitar el consumo infantil. Sin embargo, y ante el cerco legislativo, las tabacaleras no están dispuestas a perder su gran mercado, y según el congresista colombiano Jesus Bernal, están dispuestas a sobornar al que sea con tal de no enfrentar más restricciones publicitarias o de venta. Estados Unidos ha sido el primero en ver florecer novedosas técnicas destinadas a pasarse de largo las leyes, y quizá por eso la nueva legislación contempla que las regulaciones del tabaco vayan de mano de la FDA –Food and Drug Administration.
El truco de las compañías de tabaco se ha centrado últimamente en saborizar sus cigarrillos. Es así como en Canadá y por los menos cuatro estados en la unión americana han iniciado acciones legales para evitar que se vendan cigarrillos con sabor a leche, cereza y chocolate, que llevan nombres tan exóticos y tentadores como “Chocolate Mocha”y "Brisa Marina", entre otros.
En Estados Unidos la controversia se concentra en la compañía RJ Reynolds – Camel Strips, Camel Orbs – y en Philip Morris – Marlboro Snus , que han lanzado al mercado tiras mentoladas de tabaco, y otras vistosas pildoritas de diferentes sabores que bien podrían confundirse en el anaquel de los dulces. Los expertos advierten que el objetivo no puede ser otro que el de atraer a clientes cada vez más jóvenes enganchándolos a un producto, que según el Centro de Control de Venenos de Indiana tiene 300 por ciento más de nicotina que un cigarrillo normal.
El reto para las nuevas leyes antitabaco ya no es evitar que el humo contamine sin compasión los lugares públicos. La nueva estrategia "sin humo" de las compañías de tabaco requiere acciones de prohibición en la venta mucho más contundentes. Si antes era posible detectar a un menor de edad fumando por el olor y por el humo, proximamente será imposible. Cómo sabrá usted que el dulce que se metió su hijo a la boca es una inocente menta y no una buena dosis nicotina?