miércoles, 29 de abril de 2009

¿Gripe del cerdo, o peste mexicana?

Más de ciento cincuenta muertos en México hicieron sonar la alarma de la Organización Mundial de la Salud para considerar la declaratoria de una pandemia mundial. Sicológicamente nos habían preparado para una epidemia causada por el virus H5N1, o aviar, registrado periódicamente en Asia por contacto cercano entre aves y seres humanos. A nadie se le ocurrió que el H1N1 pudiera ser el virus que diera el salto mutante del contagio entre humanos.

Ante la facilidad de la explicación mediática sobre un salto en la mutación genética del virus, no es imposible ir un poco más allá y preguntarse acerca de los misterios que rodean a la influenza porcina.

Según la Organización Mundial de la Salud, la situación es alarmante porque el virus constituye una nueva cepa de una influenza para la cual no estamos ni preparados ni vacunados. Se sabe que se transmite entre humanos, pero lo curioso es que a pesar de que “la gripe del cerdo” acapara los titulares, las investigaciones parecerían demostrar que ninguno de los pacientes infectados ha tenido contacto con porcinos, ni en granjas ni en ferias agropecuarias. Si bien en el pasado se habían registrado contagios de gripe entre el cerdo y el hombre, nunca antes habían sugerido un contagio comunitario.

Según las autoridades mexicanas, el primer caso registrado se encuentra en Perote, Veracruz, en un niño de cuatro años –sobreviviente-, que vivía cerca de Granjas Carroll, un conocido criadero de cerdos operado por una compañía mexico-estaodunidense. Como el niño, poco a poco se fueron presentando habitantes de la misma comunidad con el mismo tipo de influenza severa, de los cuales las autoridades sanitarias tomaron una muestra que luego fue cotejada con otros casos posteriores que resultaron positivos para la misma cepa. Lo que no se sabía es que la primera muerte confirmada, fue la de una mujer de 39 años, también de Veracruz que trabajaba de puerta a puerta, y quien muy seguramente entró en contacto con decenas de personas.

Curiosamente, y anterior a la infección, los vecinos de Perote, ya se habían quejado ante las autoridades de que el criadero estaba contaminando el agua y causaba infecciones respiratorias. No valieron las marchas con pancartas contra la contaminación generada por los cerdos (ver foto). Nadie les hizo caso. Para la primera semana de abril, en solo Perote, ya habían muerto tres niños y el sesenta por ciento de su población estaba contagiada.

En este punto es donde la historia da un giro extraño. Las autoridades locales dicen que los pobladores referían como el inicio de la epidemia a un trabajador migrante procedente de Estados Unidos, que transmitió la enfermedad a su esposa – presumiblemente la primera víctima mortal , quien a la vez contaminó a otras mujeres de la comunidad. Queda entonces la duda. O los habitantes de la Gloria tratan de evitar que Granjas Carroll, una importante fuente de trabajos quiebre, o realmente, ese primer portador provenía de Estados Unidos. Por su parte, Granjas Carroll ha dejado claro que ninguno de sus trabajadores, que residen también en las comunides cercanas, ha enfermado o ha mostrado síntomas que permita sospechar del contagio de la gripe porcina.

Establecer el origen de la actual emergencia es un tema de importancia para México. Su gobierno ha prometido colaborar incondicionalmente con la Organización para la Agricultura y la Alimentación de las Naciones Unidas, que esta semana enviará a Veracruz expertos para tratar de determinar si esta cepa de la influenza circulaba ya entre los cerdos, y si efectivamente se puede rastrear hasta su contagio humano.

Pero las críticas no cesan contra la aparente lentitud del gobierno mexicano para reaccionar. La prensa regional registra el inicio de una epidemia de carácter respiratorio, inespecífica, en Perote, Veracruz, desde febrero. México insiste en que era imposible haber reaccionado con mayor celeridad por cuanto se enfrentaban a un virus desconocido para toda la comunidad internacional. Nunca imaginaron que las muertes infantiles en Perote pudieran haber sido el anuncio de otras 149 muertes y de 1995 nuevos posibles casos en todo el país.

¿Peste de México? No, peste del cerdo.

Pero si el origen de la epidemia ya no causara bastantes discusiones y sospechas, el nombre con el que a partir de ahora será conocida la enfermedad es motivo de acaloradas discusiones diplomáticas y comerciales entre quienes insisten que debería ser conocida simplemente como “Peste de México”.

La controversia, aparentemente frívola, genera otras preguntas importantes. Y es que de acuerdo al Centro para la Prevención de Enfermedades de Atlanta, aún no se han logrado aislar las muestras tomadas de cerdos en México o en otras partes del mundo, en cambio, sí se sabe que aunque el nuevo virus está compuesto en gran parte de secuencias genéticas de influenza porcina, también tiene secuencias genéticas de influenza aviar y de influenza humana. Como para enredar un poco más el panorama, también se sabe que la secuencia genética de la influenza porcina, registra componentes de influenza porcina de origen euroasiático. Un cóctel que bien podría haber sido preparado en un laboratorio sofisticado.

En Asia, grandes productores y consumidores de carne de cerdo, se refieren al nuevo virus como la “influenza mexicana”. En Israel el vice ministro de salud, dice que su país hará lo mismo y evitará la palabra ‘cerdo’. La Organización Mundial de Sanidad Animal, ha sugerido que lo correcto sería llamarlo “influenza norteamericana”, para mantener la tradición de nombrar a las pandemias de influenza de acuerdo a la región donde ha sido identificada por primera vez; tal como ha sucedido con la peste española, la peste asiática y la peste de Hong Kong.

Mientras tanto, Wen Jibiao, el Primer Ministro chino ha pedido incrementar la vigilancia y las medidas para evitar un brote similar en su país, no solo porque tendría consecuencias catastróficas, sino porque durante la historia, siempre se ha creído que la grandes epidemias de peste han surgido en el sureste chino, debido a la convivencia cercana entre el hombre y los animales en ambientes reducidos y de pocas condiciones higiénicas. En tal sentido se ha referido el embajador de México en China, que ha sugerido directamente que la peste fue llevada a su país probablemente por alguna persona infectada que llegó a su país desde Eurasia.

Las declaraciones del extrovertido embajador, no han llegado a oídos sordos y la FAO y las noticias lo desmienten. De ser así, dice un funcionario de la Organización, Asia ya estaría enfrentada a una verdadera pandemia. La prensa en Asia desde hace meses no informa ni de nuevos contagios de virus aviar, ni de nuevas cepas de influenza. El último informe sobre una enfermedad contagiosa en los cerdos se registró hace un par de años, cuando millones de cerdos debieron ser sacrificados en China debido a un síndrome respiratorio y reproductivo, que algunos identificaron como influenza porcina. Habría que ver qué sucede en los próximos días.

Por supuesto, en el bautizo de la criatura también tienen que ver los criaderos mundiales de cerdo, que temen que las ventas bajen por cuenta de la “peste del cerdo”. La enfermedad también ha servido para reactivar restricciones comerciales. Varios países, incluyendo Filipinas, Kazajstán, Ucrania y Ecuador han prohibido la importación de cerdo desde Estados Unidos y México. China y Rusia, fueron un poco más allá. Suspendieron toda importación de carne desde ciertos estados de la unión americana.

La administración Obama, ha acusado el golpe y ha pedido a sus socios comerciales basarse en elementos científicos y no puramente especulativos, e insiste en que será un golpe severo para los productores de una economía en vías de lenta recuperación.

El cómplice silencio…
Bien curiosa también ha sido la actuación de los medios especializados en finanzas. Hoy 29 de abril a las 12:00 JST, ni Bloomberg, ni Wall Street Journal se refieren a las consecuencias económicas de la actual emergencia sanitaria. La administración Obama ha dicho escuetamente que el caso “merece preocupación pero no alarma”, aun cuando el alcalde de Nueva York Michael Bloomerg ha dicho que cientos de estudiantes muestran síntomas de influenza porcina y la OMS ya ha dicho que aunque el virus puede ser prevenido, a estas alturas no puede ser contenido.

Curioso, si se tiene en cuenta que cualquier otra noticia hubiera generado sendos cuadros estadísticos con patrones de comportamiento económico. Se abstienen de comentar a fondo las pérdidas por cuenta de la disminución del turismo y el consumo de carne de cerdo en Estados Unidos y México. Se abstienen de comentar lo que significaría en términos de salud social la atención de cientos de contagiados en caso de que el virus logre asentarse en las comunidades económicas más importantes. Tampoco informan cómo afectará la situación a la economía de aquellos inmigrantes temporales que subsisten de su trabajo a jornal en Estados Unidos, ni qué pasará con aquellos productores que dependen de la mano de obra barata e ilegal que brinda el inmigrante.

Muy curioso repito, que ahora en este ambiente de optimismo relativo por el repunte de la economía se olviden de los detalles del croché. Muchos quisiéramos saber cuánto ganarán, Laboratorios Roche y sus otros quince laboratorios asociados en Estados Unidos por la elaboración masiva de Tamiflú. Me encantaría saber cuáles son las perspectivas de compañías como Novartis, Sanofi Pasteur, Glaxo, entre otras dos más productoras de vacunas que serían las responsables de la salud de millones en el mundo.

Por lo pronto el único que habla parece ser el Banco Mundial. No solo se ha comprometido con el desembolso rápido de US$250 millones de dólares a México, sino que ha advertido el viernes pasado, que por cuenta de la actual crisis económica son muchos los países que han recortado sustancialmente su presupuesto en salud y que no podrán enfrentar adecuadamente la emergencia que supondría una pandemia en completo desarrollo.

Como siempre, los muertos serán los más pobres por falta de recursos. No es sino ver la diferencia de víctimas mortales en México y en otras partes del mundo. Ese será el patrón que se repita de aquí en adelante. No será lo mismo enfermarse en La Gloria, Veracruz, que en Houston, Texas.

Fotografía: La Jornada Mexico, abril 2 de 2009