sábado, 12 de julio de 2008

LILYPAD: o el futuro que muchos no veremos


Las predicciones menos alarmantes del Grupo Intergubernamental sobre la Evolución del Clima, de Naciones Unidas, indican que el nivel océanico subirá de 20 a 90 centímetros en este siglo y establecen que tan solo 1°C más en la temperatura global causará un ascenso de un metro en el nivel de las aguas. Palabras más o menos, 0.05% de pérdidas en Uruguay, 1% en Egipto, 6% en Holanda, 17.5% en Bangladesh y de ahí al 80% en un atolón Majuro en Oceanía, por citar tan solo pocos ejemplos para entender la catástrofe.

250 millones de desplazados climáticos y legendarias ciudades convertidas en barriales: Nueva York, Bombay, Calcutta, Ho Chi Minh, Shanghai, Miami, Lagos, Abidjan, y Tokio, dentro de los casos más reconocidos. No hay nada más que hacer. Al parecer seguiremos el camino hacia lo inevitable.

Los líderes del G-8 en su cumbre en Hokkaido se reunieron, tomaron buen sake, conversaron pero no lograron cuajar metas para reducir la producción de gases que causan el efecto invernadero. Los propósitos parecen lejanos. Hablan del año 2050. Ni ellos mismos estarán vivos para evaluar el tiempo perdido y la falta de compromiso para evituar la catástrofe.

Todos se quejan. Los países desarrollados porque no pueden detener de la noche a la mañana su vertiginoso ritmo de gasto. Los países en vías de desarrollo porque las nuevas políticas ambientales los incluyen a ellos como parte del problema. Sus delegados lo dejaron claro: ¿Por qué todos tienen derecho al desarrollo en todo su esplendor y nosotros debemos conformarnos con sociedades a medias? Un típico ejemplo de la ley del embudo. Más si tenemos en cuenta que según los cálculos más optimisas de los científicos necesitaremos construir cientos de centrales nucleares para abastecernos de energía limpia. De doble moral la solución si se tiene en cuenta que la sola mención de la palabra "nuclear" por cualquier otro país que no pertenezca al grupete, causa ataques de epilepsia en Europa y en Estados Unidos.

Los pobres siempre llevan las de perder, aún en la rica imaginación de los arquitectos. No es más sino darle una ojeada al maravilloso proyecto "Lilypad" del arquitecto Vincent Callebaut, que no es otra cosa que estupendos complejos urbanos flotantes que se convertirían en una opción viable por lo menos para los atolones de Polinesia. Aunque seguramente, los veremos primero en el Medio Oriente donde todo el dinero que les deja el petróleo es invertido en opciones novedosas que desafían la arquitectura tradicional.

Lilypad, que según el propio arquitecto ha sido inspirada en la Victoria Regia amazónica, alcanzaría un balance energético perfecto: cero emision de gases e integración de energía solar, térmica, fotovoltáica, eólica, hidráulica, osmótica, y muchas nuevas tecnologías. ¿Cómo? no lo explica muy bien en su página web, a la que sin duda vale la pena darle una ojeada.

Un paisaje que es posible que yo ni ustedes alcancemos a ver. Un nuevo planeta, no extraído de alguna película de Hollywood, sino de la prodigiosa creación de un arquitecto que un buen día se fijó en unaVictoria Regia que flotaba sobre el Amazonas.

Más información con interesantísimas imágenes en: http://vincent.callebaut.org/page1-img-lilypad.html
Intergovernmental Panel on Climate Change: http://www.ipcc.ch/ (informe 2007 - disponible en Español)