sábado, 10 de mayo de 2008

MYANMAR: EL PEOR DESASTRE EN EL PEOR MOMENTO

El ciclón Nargis golpeó Myanmar en el peor momento y en el peor lugar. Mientras los despachos de prensa oficiales hablan de 60 mil muertos, las organizaciones internacionales hablan de más de 100 mil entre muertos y desaparecidos. Nargis golpeó en el peor lugar, en el Delta de Irrawaddy, un área densamente poblada en donde previamente habían sucumbido los bosques de mangle y humedales a manos del hombre. Pronto el lugar de la naturaleza lo ocuparon los criaderos de langostino y cultivos de arroz. Ese fue el inicio de la tragedia que hoy nos asombra.

Nargis llegó en el peor momento. Cuando enviar ayuda cuesta el doble, no solo por la escasés de granos -que han cedido a los biocombustibles-, sino por el altísimo precio del barril de petróleo que justo esta semana que termina se cotiza a US$123 dólares por barril. El precio más alto de la historia.

Nargis arremetió meses después de la revuelta de las túnicas naranjas, aquella en la que los monjes budistas decidieron enfrentar a Yangon y en la que murieron varios manifestantes, entre ellos un periodista japonés, que pretendía cubrir la lucha birmana por su liberación de la Junta Militar.

El gobierno del empobrecido Myanmar se niega a recibir ayuda internacional y ha confiscado los pocos cargamentos enviados por Naciones Unidas. Pero no lo hace por orgullo nacionalista ni por seguridad nacional. Lo hace para protegerse de cualquier protesta y del previsible resultado adverso que pueda surgir ante el próximo referendo constitucional que se ha de votar el sábado en algunas partes del país y el 24 de mayo en las zonas afectadas. La propuesta constitución según observadores internacionales no deja de ser un vestido a la medida que le servirá a la Junta Militar para perpetuarse en el poder.

Lo que ha sucedido en Myanmar es literalmente un crimen contra la humanidad. El Departamento Metereológico de India, uno de los seis centros regionales de observación establecido por la Organización Mundial de Metereología, empezó el envío de advertencias de la tormenta el 27 de abril. La información llegó a las pantallas del público en Myanmar hasta 48 horas después; aún así la agencia oficial de noticias se abstuvo de informar de la gravedad de la tormenta. Cuando Nargis embistió los birmanos no sabían a lo que se enfrentaban.

Es por eso que retumba en las paredes de Naciones Unidas la sugerencia del Ministro de Relaciones Exteriores de Francia, Bernard Koucher, que ha sugerido que Naciones Unidas debe invocar la cláusula de "responsabilidad para proteger" civiles bajo el mandato legítimo de forzar el despacho de ayuda, aunque la Junta Militar se oponga. La negativa del gobierno de Yangón a la ayuda internacional de rescate y alivio no tiene precedentes en la historia del trabajo humanitario.

Nargis se ensañó con Myanmar cuando el mundo se encuentra semiatado. Semiatado porque los poderes de Naciones Unidas son limitados y requieren de una intervención militar de Estados Unidos y Europa, que parecen poco a poco ir construyendo un tesis contudente para justificar un avance de tal naturaleza. Estados Unidos cuenta cerca de la zona con barcos de guerra y aviones suficientes para actuar. El problema: se encuentra enfrascado en una discutible guerra en Iraq, y en medio de unas de las elecciones más competidas de su historia.

Si el gobierno birmano continua resistiéndose a la ayuda internacional en medio del clarísimo deterioro de las condiciones para millones de sus ciudadanos, le estará dando al mundo una razón para apoyar moralmente a Naciones Unidas para una intervencion humanitaria liderada por Estados Unidos.

Hasta el momento, ni Bush, ni ninguno de los candidatos presidenciales estadounidenses ha dado señal de estar a favor de una operación de rescate de semejante envergadura. Sin embargo, no debería extrañar que finalmente Naciones Unidas dé luz verde y comience el operativo que sin duda pasaría a la historia como una de las acciones más intrépidas y humanitarias de los militares estadounidenses y europeos en territorio asiático; en Myanmar, territorio de influencia de Beijing.

Flota en el seno de Naciones Unidas la duda de si el concepto de "responsabilidad para proteger", que en principio aplica para crimenes de guerra, genocidio, crímenes contra la humanidad, etc., puede ser invocado también en casos de desastre natural. Involucrar al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas será difícil pero no imposible ante 100 mil muertos y millones más en estado de emergencia y sin ayuda internacional.