martes, 15 de mayo de 2007

A QUE EXTREMO HEMOS LLEGADO! (Japón)


Buenas noches,


Lunes: El muchacho de 17 años llega tranquilamente a la estación más cercana de la policía. Lleva en un bolson de colegio, una bolsa común de supermercado con un bulto del tamaño de una sandía. Pone la carga sobre la mesa, abre la cremallera y abre la bolsa y le dice a los incrédulos policías: "Decapité a mi mamá. Aquí está su cabeza". Ella cumplía ese mismo día 47 años.


No es el único. En el río han descubierto una pierna, sin uñas. Hace un par de semanas, otro mató a su profesora de inglés y la metió en la bañera cubierta de arena. En otro caso en 2004 una estudiante de 11 años, repitiendo la típica historia del 11 de septiembre, mata a su compañera de clase con un bisturí. Un poco antes, un muchacho de 12 se las ingenia para llevar a uno de 4 hasta el techo y lo lanza al vacío. Antes de ese caso, y mucho antes de la "hazaña" de al-Qaeda, un adolescente de 14 años le corta la cabeza a otro de 11 en la puerta del colegio y deja un tenebroso mensaje en la boca de su víctima. Tan solo unos ejemplos de los casos aberrantes que ventila cada vez con más frecuencia, la prensa japonesa.


Crímenes horrorosos que si bien no pasan desapercibidos, son dejados de lado por las autoridades y la prensa a una velocidad increible. No son solo los adolescentes. Hace menos de un año la cámara de seguridad de un edificio captó un objeto que bajaba raudo desde el cielo. Resultó ser el cuerpo de un niño que había sido lanzado por un extraño desde el balcón de la entrada de su propio apartamento en un piso alto. El mismo hombre intentó posteriormente lanzar a una mujer de 60 años al vacío, en frente de su propia casa. No lo logró.

Algo pasa en Japón, uno de los países más seguros del mundo. Atrás ha quedado la sensación de seguridad permanente, y no precisamente por culpa del hampa. Existe una sensación general de desequilibrio mental, que si bien no es generalizado es temido por muchos.

No puede ser una coincidencia. Hablamos del hogar de SEGA, un multimillonario productor de juegos de consola y maquinitas. Me refiero a una industria que solo en Estados Unidos, por poner un ejemplo más cercano, mueve unos US$13 mil millones de dólares al año que rivaliza con la venta de taquilla de Hollywod. Me refiero a una actividad lícita que genera y hace apología a la violencia. Me refiero al cómplice silencio del padre de familia, de los dueños de las distribuidoras y en últimas de los gobiernos implicados. Me refiero a la industria del animeé que ha pasado de las tiernas historias de Marco a unas truculentas repletas de sexo y violencia.

A finales del año pasado un estudio de la Universidad de Indiana demostró que los adolescentes que tienen acceso a los video juegos violentos muestran un incremento de actividad en la zona del cerebro relacionada con la excitación emocional y una disminución en las regiones que gobiernan el autocontrol .
El estudio utilizó resonancias magnéticas que registraron cambios metabólicos en el cerebro en 44 adolescentes que fueron sometidos a video juegos violentos y no violentos durante 30 minutos. Quienes jugaron los videos violentos mostraron una mayor actividad en la amígdala cerebral, la responsable de las reacciones emocionales y una menor actividad en la porción perifrontal del cerebro encargada del control.

Luego de haber jugado, mientras los muchachos completaban tareas que requerían concentración y estímulos emocionales , fueron sometidos a escáneres detallados. Las alteraciones cerebrales reflejaron cambios en el flujo sanguíneo.

Las imágenes violentas dicen otros estudios, tienen mucho más impacto en el cerebro y permanecen por más tiempo en los recuerdos. Por ejemplo sobre la violencia vista en televisión, otro estudio dice que sugiere a los niños que la agresión se justifica en algunos casos y erosiona la aversión a la violencia.

No hay que ser un genio para que luego de ver las siguientes escenas de una exitosa manga japonesa http://www.youtube.com/watch?v=urQggCheoyA concluyamos que la mente de muchos está enferma y que los menores de edad pueden ser tan o más violentos que el más curtido de los criminales. Su mente ha estado manipulada por una industria multimillonaria desde mucho antes de que tengan contacto con el jardín.
Se estima que el 10% de los muchachos entre los 15 y 14 años en Japón, sufren de algún tipo de enfermedad mental. Los porcentajes en adultos son mucho más preocupantes. Los crímenes en los que adolescentes entre los 14 y los 19 años han asesinado o han intentado asesinar a sus padres va en aumento. En 2005, el numero aumentó a 17 casos.
Saludos,