Buenos días.
Casi un año de negociaciones fue necesario para que Corea del Sur y Estados Unidos firmaran el tratado de Libre Comercio más importante para los estadounidenses luego de que en 1994 se firmara el NAFTA entre México, Estados Unidos y Canadá.
Un proceso paralelo al que llevamos Panamá, Perú, y Colombia. A ver si logramos algo similar o mejor a lo que lograron los surcoreanos. Pero, no nos digamos mentiras. Nuestras economías a menos de que negocien en bloque no representan la talla de Seul. Y como no negociaremos en grupo, por lo menos por ahora - porque nos pueden los proyectos individualistas- tendremos que resignarnos a transar en condiciones probablemente más desventajosas. En América Latina median los insultos entre los gobernantes, se irrespeta a los ciudadanos y en vez de conciliar aún en medio de las diferencias pareciéramos radicalizarnos todavía más.
Corea del Sur y Estados Unidos acordaron eliminar y bajar los aranceles y otras barreras impositivas en una amplia gama de bienes y servicios incluyendo los financieros.
Karan Bhatia, vice representante de comercio estadounidense, dijo que ninguno había ganado completamente, sin embargo, luego remató afirmando que " se trata de un buen acuerdo para los agricultores y rancheros americanos, quienes ganarán un acceso sustancial al gran y próspero mercado de 48 millones de personas".
Si el tratado es ratificado, el acuerdo comercial eliminará los aranceles a más del 90 por ciento de los productos intercambiados entre los dos países. Corea del Sur se comprometió a levantar los aranceles para importantes productos estadounidenses como autos y carne. A su vez, Estados Unidos abandonó una de sus exigencias principales: obligar a Seul a eliminar los subsidios al arroz coreano.
El asunto, que estaba medio empantanado hasta el viernes a media noche, tuvo un viraje inesperado cuando ya cercanos al límite del tiempo, las dos partes cedieron en sus puntos más importantes. Washington dejó de exigir el desmonte de los subsidios al poderoso grupo de los arroceros y Seul permitió el ingreso de carne estadounidense -luego de estar suspendida por tres años por culpa del mal de la vacas locas-, en consonancia con una declaración de la Organización Mundial para la Salud Animal que se publicará en mayo y que certifica que la carne vacuna que sale de los Estados Unidos es segura.
Los surcoreanos han tenido más suerte que los estadounidenses con relación al comercio de autos. Corea del Sur ha logrado vender 730,863 vehículos en Estados Unidos en 2005, mientras que Estados Unidos tan solo logró colocar en el mercado 5,795.
Los expertos dicen que el acuerdo añadirá US$20 mil millones de dólares de comercio bilateral, a un movimiento que ya ascendia a US$78 mil millones, de los cuales US$16 mil millones son de superavit a favor de Corea del Sur. La economía de los Estados Unidos ganará entre USD17 y USD43 mil millones de dólares. Las exportaciones surcoreanas aumentarán en un año en USD5.4 mil millones de dólares.
Con todo y eso, Corea del Sur sabe que su punto débil es la agricultura. Los coreanos tenían un déficit de US$1.92 mil millones con Estados Unidos, representados en maiz, soya, alimentos procesados, algodón, cítricos y nueces. Los agricultores saben que el tratado no será el mejor.
Temen que la exportaciones agrícolas desde Estados Unidos a Corea del Sur crezcan el doble, y resulten al final en la pérdida de 130,000 trabajos en el campo.
Así pues viendo el panorama, no lograremos siquiera un acuerdo medio parecido al que se acaba de firmar. No solo competimos en términos muy diferentes. Negociamos en condiciones desventajosas por cuanto nuestros gobiernos, especialmente el colombiano, pasan más tiempo defendiéndose de cuanto misil sea lanzado desde la posición.
En Colombia negociamos en condiciones paupérrimas si tenemos en cuenta que el campo está semiparalizado por culpa de la guerrilla y las autodefensas. Un sector agrícola que ha muerto lentamente. Negociamos a kilómetros luz. El pequeño productor de pronto y por milagro tendrá para pagar los impuestos y para sobrevivir, pero dificilmente para invertir en tecnología y calidad que es lo que tienen los surcoreanos. Nosotros no.
Saludos
Soros