3月22日
CLASE CUCARACHA
Buenas noches.
Primera clase, ejecutiva, económica, de descuento (STUVWXYZ) y cucaracha. Esa pareciera ser la tendencia que poco a poco llega al mercado del transporte de pasajeros por avión. Aviones super gigantes cuya fabricación se encuentra acaparada por Boeing y Airbus, que dan por lo menos seguridad de buena calidad.
Sillas que en American Airlines parecen más amplias y que en cambio en las aerolineas de oriente parecen dispuestas para embutir todos los pasajeros posible en la aeronave. Todos compiten en la guerra del centavo que no es ni mucho menos exclusiva de los choferes independientes del servicio público.
Desde el 11 de septiembre tuvimos que darle el adios al lujo de los cubiertos de metal que acompañaban a una bandeja de comida precalentada medianamente decente. Ahora nos ponen cubiertos de plástico como si se tratara de paseo al rio o de piñata infantil. En compañías como Air France hay que pararse a servir su propio vaso de agua porque las azafatas descansan. En Northwest no hay televisores individuales. 13 horas y media de Nueva York a Tokio en el más absoluto aburrimiento salvo por el pasajero del lado o los buenos recuerdos que se agolpan en el cerebro. En fin, que viajar, salvo que se trate en Singapore Airlines o Cathay Pacific se ha convertido en una tortura.
La predicción a futuro parece no ser más halagüeña. Como todo lo desechable que se produce actualmente da miedo pensar que los chinos ahora estén por la labor de producir aviones que compitan con Boeing y Airbus y andan como novia en apuros buscando un socio extranjero que les transfiera tecnología.
Ya los chinos elaboran partes de los aviones que volamos, así que nada raro que dentro de poco los veamos fabricando aviones tipo Boeign 737 o Airbus de la linea A320, por supuesto antes de aventurarse con un jumbo o más. El plan para hacer despegar a la industria aeronáutica china cuesta de US$6 a 7 mil millones de dólares para el 2020.
Shanghai sería la ciudad eje para el plan piloto que muchos creen que se firmará con cualquiera de los dos gigantes aeronaúticos. La pregunta del millón es ¿Hasta dónde y bajo qué precio querrán estos dos mounstruos de la aviación transferir tecnología a un competidor directo que les quitará mercado?
Los chinos pueden darse el lujo de invertir en el tema porque lo pide a gritos el potencial de viajeros que de paso nos ayudarán a terminar con el medio ambiente. Por ahora Air China, la aerolinea oficial transporta la medio bobadita de casi 34 millones de pasajeros al año. A pesar de los sobrecostos vulgares de combustible, las aerolíneas se hicieron a una suculenta tajada de US$347 millones de dólares. Y, como para que no quede la menor duda, necesitan por lo menos 2,230 aviones más entre hoy y 2025.
China ya produce un avión un casi del tamaño MD-80 para cerca de 100 pasajeros, que yo en particular veo con desconfianza. Con tanto temor como puedo ver un Tupolev, que entre otras cosas todavia vuelan en Vietnam, Laos y Camboya. El ARJ21 que será un jet regional, me hace recordar los RJ100 de Sam que volaban a Panamá y en los que alguna vez tuve el vuelo más miserable de mi vida.
Lo cierto es que el bocado es difícil de resistir para cualquier fábrica de aviones extranjera. Por lo pronto China tendrá que concentrarse no solo a emparentarse con un buena fábrica de aeronaves sino que tendrá que empezar por borrar la imagen de que lo chino es desechable, y que sus aviones, como los autos que exportan, van con lo básico y en muchos casos con el mínimo de condiciones de seguridad.
Para Boeing y Airbus, a pesar de ser los únicos opcionados para aliarse a los chinos, no deja de ser una muy mala noticia. No podrán competir con China sin comprometer sus recursos humanos. Los salarios nunca serán iguales. China lo sabe y tratará por todos los medios de controlar el comercio mundial de aeronaves.
Saludos,