domingo, 24 de diciembre de 2006

OTRO QUE SE VA

12月23日
OTRO QUE SE VA
Buenos días,

Deben andar con una política de rebaja de penas en el infierno porque últimamente hacen cola para entrar los dictadores: se fue Pinochet, se fue Niyazov - de Turkmenistán-, y Castro les sigue de cerca.

Pero es Saparmurat Niyazov, el vitalicio presidente de Turkmenistán, el que merece unas lineas. No solo por lo bizarría de su carácter sino por sus inegables compatibilidades y características con sus colegas del Occidente.

El autoritario personaje, que murió relativamente joven - de 66 - estuvo dos décadas en el gobierno y en el interín creó un culto a su personalidad equiparable con el del "magnánimo líder" norocoreano Kim Jong Il. De huérfano, luego de que su padre muriera en la II Guerra Mundial combatiendo contra los Nazis y el resto de su familia desapareciera con el tran terremoto de Asjabad, creció en un orfanato soviético, donde seguramente moldearon su carácter.

Llegó al poder como Primer Secretario del Partido Comunista de Turkmenistán para luego convertirse en "Su Excelencia Saparmurat Niyasov Turkmenbasy, Presidente de Turkmenistán y Presidente del Gabinete de Ministros" -nada más y nada menos- título oficial por el que debían referirlo las noticias nacionales. El título de Turkmenbasy ( Líder de todos los Turkmenos étnicos) se lo agregó luego de fundar y presidir la Asociación de Turkmenos del Mundo.

A pesar del rimbombate título la prensa siempre lo registró como un líder autoritario y especialmente excéntrico: no solo le puso su nombre a pueblos, aeropuertos, ciudades, sino hasta a un meteórito que cayó en su país. Incluso los meses del año cayeron en su larga lista: Enero se llamó entonces como él, Turkmenbasy, y abril tomó el nombre de su madre. Hizo imprimir en todos los billetes su fotografía y mandó erigir varias estatuas suyas y de su madre por todo el país.

Las más notorias sin duda, una en medio del desierto de Karakum y otra bañanada en oro que rota en dirección a la luz solar para que siempre brille, en el tope del Arco de la Neutralidad, el edificio más alto de Asjabad. Por supuesto, a su haber medallas importantes: Héroe nacional de Turkmenistán en cinco ocasiones, y una presea de humildad: "A mí no me gusta ver fotos ni estatuas mías en la calle, pero qué le voy a hacer, si eso es lo que la gente quiere" , le dio en una ocasión a la CBS.

Como todo régimen dictatorial que se respete, trajo su propio adoctrinamiento que buscaba que desde niños los turkmenos le adorasen. Su "Libro del Alma" - un texto de historia revisionista y consejos morales, se convirtió en libro espiritual de la nación. Pronto, teatros y óperas fueron cerrados, y las grabaciones musicales suspendidas. "¿Cómo pueden los turkmenos gustar del ballet si no hay ballet en su sangre? Yo no entiendo el ballet - entonces, para qué me sirve?, fueron sus palabras a la prensa internacional en 1992 al ser preguntado por la represión cultural.

Niyazov al heredar esta ex-república soviética a manos de M. Gorbachov la convirtió casi en una monarquía. Nunca hubo distinción entre el presupuesto del estado y su bolsillo personal e incluso existen serios indicios de haber estado involucrado en tráfico de drogas.
A su muerte, el empobrecido - millonario Turkmenistán se enfrenta a un vacío de poder. Niyazov nunca permitió la oposición en su país. El mando transitorio lo ha asumido Kurbanguli Berdymukhamedov, el Primer Ministro que tendrá la obligación de convocar a elecciones, donde el hijo de Niyazov pareciera la única opción.

Sus vecinos y Rusia especialmente espera cautelosamente. Turkmenistán, el segundo proctor de gas de la ex Unión Soviética, es un bocado de cárdenal para el Kremlin: El estado controla todo lo que se produce y lo que se da, créditos bancarios a bajo interés, control de precios, y una mano de obra increiblemente barata. La población recibe lo mínimo posible y está acostumbrada a recibir agua, gas y electricidad gratis -una maniobra de Niyazov para el total control social-. El desempleo asciende al 60%. Es hora dicen desde Moscú, de repoblarlo.
Saludos,

Soros