Los números de Toyota son escalofriantes. Su producción se desplomó un 78.4% y solo logró producir 53,823 vehículos en abril. La producción de Honda cayó un 81% y solo produjo 14,168 automóviles el mes pasado. A Nissan no le fue tan mal, si tenemos en cuenta que solo bajo a un 48.7%. La exportación de los gigantes se fue en picada a límites insospechados, dejando a sus distribuidores en el extranjero pasando ratos amargos. Toyota redujo la exportación un 79.3%, Honda un 76.2%, Nissan un 72%.
Lo peor del caso es que aunque las operaciones en algunas fábricas en algo se han recuperado, las tres automotrices japonesas más importantes no salen del atasco aunque hayan señales que prometan una leve recuperación. Honda dice que espera volver a su producción normal en el verano. Nissan no es tan optimista. Sus predicciones de normalización van hasta octubre. Las proyecciones originales de Toyota indicaban que solo hasta finales de 2011 recuperaría los niveles pre terremoto. Sin embargo, Paul Nolasco, su portavoz, asegura que podrían recuperarse casi en un 90% más pronto de lo esperado, incluso a finales de junio. De 500 autopartes faltantes luego del 11 de marzo, han disminuido a tan solo 30.
Por primera vez en la historia las plantas japonesas han quedado casi paralizadas. Aún luego de reiniciar la producción, han trabajado en muchos casos a menos de la mitad de su capacidad, y según los analistas la tendencia no cambiará por lo menos en 6 meses, o incluso hasta finales de 2011.
El problema no está tanto en sus propias fábricas sino en la destrucción casi total o total de las plantas productoras de chips. Una de ellas, Renesa, producía el 40% del consumo mundial de microchips. Si tenemos en cuenta que un auto normal lleva de 50 a 100 microchips que controlan frenos, motor, colchones de aire, aire acondicionado, sistema de navegación, audio y sensores, podemos hacernos una idea de qué tan grave es el problema. Si tan solo una de las 20 000 o 30 000 partes que componen un vehículo falta, la producción para hasta que esa parte llegue a la línea de ensamblaje. Actualmente Renesa opera al 50% de su capacidad.
No hay enormes inventarios como lo suponen algunos. Normalmente estas plantas producen sobre el tiempo, y los inventarios de algunas partes solo están disponibles por muy poco tiempo. Toyota fue la pionera en minimizar inventarios y maximizar la eficiencia.
Así que el asunto es grave. La gente que quiere comprar un auto japonés se encuentra con que no hay suficientes, y termina comprando autos de la competencia. Las pérdidas en este sentido son incalculables. Se estiman en 1 trillón de yenes (US$12.3 billones de dólares) en tan solo este periodo.
Un verano desalentador
Si ya el anterior panorama no es el mejor, el verano parece dificultar más las cosas. La petición del gobierno japonés de cerrar la planta nuclear de Hamaoka de la Compañía Eléctrica de Chubu que abastece en gran parte de electricidad a la región industrial del Japón, y la presión pública para cerrar más reactores causarán un impacto notorio en las compañías.
Aparte de TEPCO, la Compañía Eléctrica de Tohoku, y la de Chubu, las compañías eléctricas de Kyushu y de Kansai se encuentran en problemas para poner en marcha sus reactores nucleares en el verano, así que la escasez de energía inicialmente prevista para el área de Tohoku y Tokio, se extenderá irremediablemente por todo el país.
Toyota, Nissan, Honda y Mazda planean producir automóviles los fines de semana, dejando libres jueves y viernes para hacerle el quite al racionamiento impuesto al sector industrial japonés. El gobierno ha pedido a todas las industrias, por supuesto incluidas las de autopartes, que disminuyan en un 15% su consumo de electricidad durante los meses más calurosos del año julio, agosto y septiembre. Simplemente no hay energía suficiente para cubrir la demanda necesaria para mantener la producción en niveles óptimos.
La energía nuclear provee un tercio de la electricidad producida en Japón y aunque desde ya los esfuerzos son notorios, será imposible cumplir con las metas productivas bajo semejantes circunstancias, mucho más luego de la destrucción o daño casi total de 500 plantas proveedoras en la región de Tohoku.
Tokio permanece a media luz, las escaleras eléctricas en muchos lugares no funcionan. El aire acondicionado y el deshumidificador de ambiente se han vuelto un lujo en un país donde la humedad relativa del aire en estos meses puede llegar al 90 por ciento.
El precio del yen con respecto al dólar tampoco ayuda. Se mantiene en la línea de los ¥80 por dólar golpeando por completo las finanzas.
Quienes esperan una pronta recuperación total o por lo menos una vuelta a los números anteriores a la catástrofe del 11 de marzo, tendrán que esperar incluso hasta fin de año. Eso, si de aquí a esa época, no llegan nuevas noticias que terminen por hundir el ya deprimido ambiente japonés.