miércoles, 28 de marzo de 2007

AJUSTENSE LOS CINTURONES

Tokio, 28 de marzo 2007


15 soldados retenidos por el Gobierno de Irán amenazan con convertirse en el gatillo que dispare una nueva crisis internacional de incalculables proporciones. El problema comenzó cuando el 23 de marzo, Irán, argumentando una violación de sus aguas territoriales- rodeó un buque naval británico y arrestó o retuvo, como dicen otros, a 15 marinos ingleses.

Puede ser posible, como no, que los británicos estuvieran navegando inocentemente por aquella zona. Pero lo que sí es cierto, dicen los expertos del área, es que los límites marítimos para patrullar los puertos iraquíes y barcos, los llevan justo al límite de las aguas territoriales iraníes. Bien pudo haberse tratado de una incursión involuntaria en aguas turbulentas, o al contrario, una operación iraní en aguas iraquíes para provocar una crisis en respuesta a las sanciones que seguro le impondría el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas al día siguiente.

En el segundo supuesto, no cabría la menor duda de que la acción venía siendo planeada desde algún tiempo, incluso como revancha a una situación similar ocurrida la ciudad iraquí de Irbil a principios de este año en la que Estados Unidos detuvo a diplomáticos iraníes sospechosos de tráfico de armas y dinero hacia la insurgencia en Iraq.

La retención de los marinos ingleses llegó justo antes de que el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas se reuniera para votar las sanciones contra Irán. Decisión que además no se le hubiera permitido tomar directamente al Presidente Ahmadinejad, y sí debió pasar por manos del Ali Khamenei, Líder Supremo de Irán. En el teocrático estado iraní, las decisiones de Khameini están por encima de las leyes de cualquier órgano legislativo, incluso las elecciones presidenciales.

Para buen entendedor pocas palabras. Irán advierte que no necesariamente espera una solución diplomática al problema, sino que deja saber que está preparado, si las circunstancias lo exigen, a pelear.

No pareciera que Teheran fuera a liberar a sus rehenes rápidamente, y más bien, tenerlos como moneda de presión y negociación con el gobierno británico, ya que carece de canales directos con Estados Unidos.

Las opciones de negociación son pocas. Irán pedirá un canje: la liberación de sus diplomáticos por la liberación de los británicos. Difícil. ¿Y entonces? Pues Estados Unidos y Gran Bretaña incrementarán su presencia en los bordes marítimos iraquíes, aumentando por supuesto el riesgo de escaramuzas militares .

Entre tanto, Estados Unidos y su aliado intentarán imponer otro paquete de sanciones que no tendrán efecto en la decisión iraní de continuar con su programa nuclear. El comunicado de la Agencia Internacional de Energía Atómica da una base justificada para acciones más contundentes contra Irán y dió campo a Israel para una serie de entrenamientos militares para preveer una serie de ataques de misiles contra Telaviv.

Pero lo que más preocupa es la amenaza lantente de que Iran bloquee el Estrecho de Hormuz, por donde pasa un tercio de los cargamentos de petróleo del mundo. La sola captura de los marinos británicos lanzó a US$62 el barril. Las imágenes de los ejercicios militares iraníes en Hormuz no dejan muchas dudas de que esa la estrategia para presionar al levantamiento de las sanciones.

El estrecho tiene un poco más de tres kilómetros de ancho y conecta con el mundo a los más grandes productores de petróleo como Arabia Saudita. Por allí pasan 17 millones de barriles diarios de todo el comercio de crudo del planeta. El presidente iraní lo advirtió: "le pegara a los países que respaldaron las sanciones contra Irán por donde más duele", y ahí cabemos todos.

Saludos,

Soros