5月2日
ENFRENTANDO EL ACOSO IDEOLOGICO EN LAS ELECCIONES
Ya pasaron la Semana Santa y el Día del Trabajo, se acercan cada vez más las elecciones. Y a medida que el día decisivo se acerca, la verborrea se acentúa y la fluidez de ideas, sensatas o no, parece subir a su máxima expresión. Es la hora de actuar. En Colombia millones de personas comenzarán a pensar lo ya pensado y millones más intentarán influir en el pensamiento de otras para tratar de cambiar un resultado a favor o en contra de algunos candidatos.
En el extranjero, el asunto es similar. Las embajadas empiezan a mover sus fichas y a filtrarse delicadamente en la diáspora colombiana para manipular, en el peor de los casos, o por lo menos sugerir, en el mejor de ellos, el nombre preferido de la cabeza diplomática de turno, que puede o no, ser amigo del actual gobierno. Es entonces cuando los ciudadanos menospreciados se convierten de repente en artículo de lujo y objeto de mimos y atenciones. Es en este momento cuando los dioses acomodaticios del Olimpo bajan de su pedestal para acercarse a quienes menos lo sospechan.
Comienzan las reuniones, la coordinación para llamar a la votación organizada, pero de paso, el bombardeo sentimental de la nostalgia de patria para que los votantes se decanten por una opción políticamente correcta a ojos de quienes está a cargo la representación colombiana en cada país. Es lógico. En muchos casos la permanencia en los cargos diplomáticos, está ligada de forma proporcional al resultado de la votación.
“En mi país no pasa eso”, me dijeron desde Viena. “En el mío, sí” me comentaron desde otro lugar del mundo. Pues sépanlo bien, que nadie, absolutamente nadie tiene el derecho de influir ni siquiera de insinuarle a usted por quién debe votar. Ni sus amigos, ni su pareja, ni sus profesores, ni sus abuelos, ni sus jefes, y sí que menos los funcionarios diplomáticos que al fin de cuentas se encuentran al servicio del país y no del candidato que les apetezca.
Si usted considera que está siendo presionado por parte de un funcionario de gobierno o de una entidad por muy privada que sea, denúncielo. Si es un grupo armado el que lo obliga, llame a cualquier emisora, proteja su identidad, pero informe del problema. Si se encuentra en el extranjero, lejos de su tierra, no se quede callado. Los medios de comunicación son expeditos, instantáneos y confiables. Normalmente tienen vínculos de acceso para que los lectores, radioescuchas y televidentes puedan quejarse.
Busque amigos y comparta su experiencia. Reúna pruebas que le permitan validar su denuncia y por ningún motivo desista de ella a menos de que su vida corra peligro.
El día de la votación esté atento a lo que sucede alrededor. Piense con cabeza fría y sin pasiones. Vote por el futuro de sus hijos y por el suyo. Pero vote. No se quede pensando que otros lo harán por usted y que su dedo no cuenta. De uno en uno, para bien o para mal, se toman las grandes decisiones.
Finalmente se trata de un acto individual e intransferible. Rechace las intromisiones en su decisión y siempre piense que habrá gente interesada económica o políticamente en recolectar votos suficientes para ganar favores de quien logre llegar al podio presidencial. Algunos simplemente lo hacen por el deseo de ver victorioso a su candidato. A quién no le gusta ganar?
Mi decisión ya está tomada y no necesariamente por quienes ustedes imaginan. Algunos podrán pensar que soy de izquierda, otros de derecha. Me tiene sin cuidado. Mi voto cuenta y mi dignidad también.
Independencia para elegir, claridad para pensar y fortaleza para aguantar.
Saludos cordiales,